TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Sin duda que habrá muchos (as) que al leer estas letras saldrán en defensa de Salvador Nasralla y alegar que es un hombre probado por donde sea que se le hurgue. Tal vez miramos el nutrido ego y golpeamos las escamas del irascible varón, pero pensamos, como es nuestro derecho, que Nasralla es un enconado narcisista, engreído por todo y por nada.
Denigra, escupe y desata su ira por sus malogros contra medio mundo. Casi siempre pierde los estribos. Grita, no habla, es un febril emotivo. Parece sufrir serios problemas de temple que lo desdibujan. Se jacta de “inteligente”, mira a los demás (su cédula) como ermitaños. Se sueña, como otros tontos, “acrisolado”, sabelotodo, curandero de ruinas.
Tufo
Juega a la doble vía. Jura que desea lo mejor para el país, que odia a muerte a los corruptos, a los “periodistas tarifados” y, sin empujón, los abraza en actos políticos o en foros televisuales en los que cada quien suelta su tufo y su chorro de pus. “No entres por la vereda de los impíos, ni vayas por el camino de los malos…”, reza Proverbios 4:14-27.
¡Prohibido olvidar “Señor de la Televisión”! Usted sin envión y por andar, como siempre de fogoso, sudando fama, se dejó robar el Partido Anticorrupción (Pac). Recuerde cómo corrió locamente a los brazos de Manuel Zelaya, quien lo domó, le puso collar, herradura y lo remó extasiado por su afán de ser Presidente. La zurda y su bisagra ideológica fue, en definitiva, un casorio tan falso como un billete de a siete. ¡Picaflor!
Hoy, con otro “partido”, acusa a “Mel”, a Mussolini, a Fidel, a “Doña Florinda”, a JOH, a Tarzán y a todos los que se le van, de conspirar para abolirlo de las urnas y cerrarle su gusto de gobernar a pelotazos. ¿No mira sus bruscos cambios de carácter? ¿Se cree un ser “sobrenatural”? No se sueñe tanto, que usted cuando pela el cobre se le cae su colorete.
Ropero
En medio de sus locuras, Nasralla no deja de tener mucha razón de que tenemos chorro de pícaros por doquier, entre cachos, liberales, Libres, camaleones y traficantes de influencias con partidos de maletín, pero señalar perversamente que “todos son corruptos” es como prejuzgar a alguien que se viste y se desviste en armarios donde desata su real rotonda.
Para este hombrón nadie tiene su brillo ni su valía. Desmerita a quien sea. Por ahí le dijo iletrado a un funcionario suscrito a la Real Academia y olvidó que, soñando ser jefe de la nación, cayó rendido ante un “pinche bachiller” que lo devaluó y, de paso, no para de ridiculizarlo diciéndole sirena llorona.
Tristes espectáculos del “científico” Nasralla. Insultos van y vienen. “Es un malnacido… y, vos, pariente de delincuentes… tu madre… la tuya… no tuve… a la salida te quiebro… ¡Qué altura!
Puro calco de unos políticos, empresarios y periodistas (altivos y necios). Es dueño de la razón y de la verdad. Se idea “moderno”, “padre” del periodismo deportivo, con sus rancios eventos donde Pelé sigue “goleando” y Rivelino es un “cipote” con futuro… Sí señor… yo los hice… narra iracundo el hombre sin tacha del cuello hasta la cola de su espalda.