TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El secretario de Estado en el despacho de Educación, Daniel Sponda, recibió una propuesta formal a fin de que la próxima promoción del año académico 2024-2025 para los niveles de prebásico, básico y medio se denomine Pablo Zelaya Sierra.
De ser aprobada, el nombre del pintor figurará en los certificados, diplomas y títulos que acreditan a los alumnos la finalización de los estudios en el sistema educativo nacional.
De esta manera, el Estado enviaría señales al fin de querer honrar la deuda que tiene pendiente con Pablo Zelaya Sierra, a quien la historia le recuerda como el fundador de la pintura moderna en Honduras.
Esta propuesta es una iniciativa de los críticos de arte Allan Núñez y Carlos Lanza, y ha sido suscrita por Samaí Torres, periodista cultural; Fredín de Jesús Fúnez, reconocido abogado; Eunice Ardón, joven historiadora; Johanna Burgos, docente universitaria; Mito Galeano y Byron Mejía, ambos figuras relevantes de la plástica nacional, entre otros.
Exposición de motivos
En la propuesta recibida por el secretario de Educación se menciona que el ciudadano Pablo Zelaya Sierra realizó grandes obras por el bien de la sociedad hondureña y del mundo; tuvo una ejemplar trayectoria en el desarrollo de las bellas artes, siendo uno de los precursores de la pintura moderna en Honduras, Costa Rica y España.
Su producción pictórica, así como su contribución a la educación artística y su pensamiento estético, son parte del patrimonio cultural de nuestro país.
Asimismo, se destaca que Pablo Zelaya Sierra prestó servicios distinguidos a la nación y al mundo en el engrandecimiento del arte universal y el honor de la República, y por eso constituye un ejemplo para la presente y futuras generaciones.
Por todo lo anterior, consideran que es un deber del Estado de Honduras, a través de la Secretaría de Educación, reconocer la meritoria labor realizada por este pintor.
Un ilustre hondureño
Pablo Zelaya Sierra nació en Ojojona, municipio de Francisco Morazán, el 30 de agosto de 1896.
En 1911 ingresó a la Escuela Normal de Varones de Comayagüela dirigida por el educador guatemalteco Pedro Nufio y en su formación normalista destacan los nombres de Esteban Guardiola, Nicolás Urquieta y Rafael Heliodoro Valle.
En febrero de 1915, el joven Pablo Zelaya Sierra recibe el título de Maestro de Instrucción Primaria y de inmediato obtuvo una plaza para desempeñarse como profesor de segundo grado en la Escuela, cargo que desempeñó durante poco tiempo debido a que en su interior obraban otros intereses.
En 1916 emprendió un azaroso viaje a Costa Rica. En San José realizó estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Llegó en 1918 y estudió al amparo del pintor andaluz Tomás Povedano de Arcos, quien calificó al hondureño como un joven excelentísimo, un artista verdadero.
Por aquellos años, Pablo Zelaya Sierra también se desempeñó como docente en el Liceo de Heredia, institución benemérita de la educación costarricense.
Cada vez más conocido y respetado, la intelectualidad de aquel país no demoró mucho en recibirle y en llamarle hijo de Costa Rica. Allá trabó amistad con personajes entrañables como Moisés Vincenzi, Napoleón Pacheco, Carlos Luis Sanz y Marco Aurelio Zumbado Rodríguez.
Estos vínculos tendrán importantes repercusiones en la vida personal y artística ulterior de Pablo Zelaya Sierra, pues fueron ellos quienes gestionaron una beca ante el Gobierno de Honduras para que se fuera a España a perfeccionarse.
El 12 de septiembre de 1920 el pintor marcha a Madrid con el sueño de incorporarse a la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de San Fernando. El sueño, como es sabido por todos, tuvo que esperar debido a que el Gobierno de Honduras incumplió el pago de la beca condenándolo a sufrir dificultades materiales y permanentes quebrantos de salud.
En octubre de 1932, Pablo Zelaya Sierra retorna a Honduras. Meses después, la noche del 6 de marzo de 1933, fallece en una sala del Hospital San Felipe. Su cuerpo fue trasladado en hombros de sus amigos y admiradores al Paraninfo de la universidad para su velación. Sus restos descansan en el Cementerio General de Comayagüela.
Una deuda que saldar
El abandono gubernamental al que fue sometido el pintor Pablo Zelaya Sierra no fue un impedimento para que desarrollara una reconocida labor artística en España, pero sí es representativo de la forma de comportarse de nuestros gobiernos, como se ha puesto de manifiesto a lo largo de la historia.
Si nuestro pintor hubiera nacido en otro solar donde tienen más respeto por sus grandes personajes habría una estatua suya plantada en cada pueblo de Honduras, estaría en pie su casa en Ojojona y en las facultades se impartiría una cátedra en honor suyo.
Próximas acciones
Los proponentes aseguran que meses atrás se acercaron a algunos diputados del Congreso Nacional, entre ellos Luz Angélica Smith y Mario Argeñal, presidente de la Comisión de Cultura y Arte, con el propósito de introducir un decreto orientado a que este poder del Estado declare a Pablo Zelaya Sierra como benemérito de la patria; sin embargo, ya sea por olvido o displicencia de nuestras autoridades, la gestión todavía no ha dado los frutos esperados.
Esperamos que la Secretaría de Educación actúe de forma distinta, que reconozca el legado de nuestro pintor y designe a la próxima promoción con el nombre de Pablo Zelaya Sierra.