TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El 28 de octubre de 1998, los hondureños estábamos encerrados en la casa y atentos a una radio portátil para enterarnos poco a poco de la serie de desgracias que una incesante lluvia de varios días estaba provocando en nuestro territorio. Hace exactamente dos décadas, la furia destructora del Mitch alcanzaba su cénit.
El cine, como las demás artes, hizo acopio de todas esas historias de luto, destrucción, pérdidas, desolación, reconstrucción y esperanza para mostrarnos cómo este fenómeno natural caló profundamente en la idiosincrasia del hondureño.
“Fantasmas del huracán”
En el 2000, Elizabeth Figueroa escribió y dirigió “Fantasmas del huracán”, un mediometraje de 44 minutos, el primero que trató esta tragedia desde la ficción. Este drama retrata algunas consecuencias que el huracán Mitch dejó en la población hondureña.
La principal secuela que pone en evidencia este filme es la orfandad. Simón, el niño protagonista interpretado por Juan José Ortega, representa a esos cientos de infantes huérfanos que dejó el Mitch ya sea a merced de los peligros y extravíos de la calle, bajo la tutela de otros familiares o de instituciones en pro de la niñez o, en el caso de nuestro personaje, amparado de alguna persona ajena a su familia que, a cambio de explotarlo laboralmente, le proporciona un lugar donde comer y dormir.
Ese lugar donde vive Simón con su patrón Pedro (César Indiano) es un macroalbergue, una palabra desconocida para las nuevas generaciones, pero que en esos años simbolizaba un espacio donde los despojados de todo, incluso de alojamiento temporal en casas de familiares o amigos, podían suplir sus necesidades más elementales mientras se planteaban cómo reiniciar sus vidas. Las escenas de Simón y Pedro en la covacha fueron filmadas en el macroalbergue El Trébol #2, ubicado donde ahora está el Metro Mall.
Otra impronta que pone de manifiesto la película es el trauma no superado por la pérdida de seres queridos durante el fenómeno natural. Simón sufre pesadillas por las noches en las que se siente culpable por no haber podido salvar a su familia de la muerte. Y cuando decide abandonar a Pedro y acogerse a los cuidados de don Mario (Salvador Lara) en la tranquila Santa Lucía, se da cuenta que no está solo en esa lamentación ya que don Mario lleva décadas sufriendo en silencio la pérdida de su familia por el huracán Fifí en 1974.
“Fantasmas del huracán” se alzó con numerosos premios y reconocimientos, entre ellos Mejor guión, Mejor dirección y Mejor ficción en el IV Festival Centroamericano Ícaro en Guatemala en 2001. Esta es, hasta ahora, nuestra película referente sobre las consecuencias que dejó el Mitch, pero no la única.
“De larga distancia”
Mientras Elizabeth Figueroa desarrollaba “Fantasmas del huracán”, allá en Argentina otra cineasta hondureña realizaba un cortometraje sobre el Mitch desde otro enfoque. Hablo de Katia Lara, quien en el 2000 hizo su debut como directora con el cortometraje de ficción “De larga distancia”, filmado en Buenos Aires mientras estudiaba en la Escuela Profesional de Cine de Eliseo Subiela.
En dicho filme contemplamos la ansiedad y angustia de Eva (Violeta Zorrilla), una hondureña radicada en la capital argentina que refleja el drama de los compatriotas que están lejos de su patria y sin saber con certeza si sus parientes están bien.
Ella vive en una lluviosa Buenos Aires en blanco y negro, cuyo monocromatismo y persistencia pluvial nos evoca lo que acontece en Honduras con el Mitch. En esas tardes bonaerenses angustiantes, Eva constantemente recuerda momentos específicos de su infancia en los que compartía vivencias agradables de su niñez bajo la sombra de un imponente árbol de ceiba ubicado en el patio de su casa. Eso acrecienta la nostalgia por su terruño, que no puede paliar escuchando a Guillermo Anderson ni haciendo tortillas para comer con frijolitos. Y esa discordancia entre lo que quiere y lo que puede hacer se vuelve más evidente cuando solicita ayuda para volver al país.
La muchacha de la agencia de viajes no es consciente de la tragedia que está sucediendo en Honduras y por eso no repara en su ingenuidad cuando le dice a Eva que no puede ofrecerle un vuelo aéreo a Tegucigalpa (para ver a su familia), pero sí a Islas de la Bahía, que tiene unas playas hermosas.
Finalmente, recibe la esperada llamada de larga distancia, donde se entera que su familia está bien, pero que el entrañable árbol de ceiba que estaba en el solar de la casa se vino abajo. El Mitch le arrancó de raíz y se llevó para siempre un valioso recuerdo de su infancia.
Documentales
Las producciones con un tratamiento claramente documental son escasas. De estas destaco dos, el cortometraje “Mitch: más allá de una esperanza”, realizado por Francisco Andino meses después de la catástrofe, en donde se analiza el impacto individual y social que produjo el huracán en los hondureños. Y recientemente, estudiantes de Psicología de Unitec realizaron en 2016 el corto documental “Huracán Mitch: narración de una memoria colectiva” en el que entrevistan a personas de diferentes ámbitos sociales (teniente, bombero, ama de casa, periodista, estudiante y empresario) para mostrarnos que todavía conmueve hablar del tema. Aunque adolece de una mala edición de audio, el documental ofrece testimonios interesantes y videos de archivo de Vica Televisión.
Lo que el Mitch no nos dejó
Si bien en Internet existe material audiovisual sobre los desastres que dejó el huracán, a menudo de producciones televisivas y grabaciones de video caseras, la mayoría son compilatorios de tomas sin hilo argumental y a menudo musicalizados.
Todavía no existe un documental completo y definitivo que narre con lujo de detalles el antes, durante y después del Mitch, que presuma de tener la mayor cantidad de material de archivo compilada tanto de televisoras como de grabaciones particulares, que brinde numerosos testimonios impresionantes y que sirva de referente audiovisual sobre el tema.
Tampoco tenemos ningún largometraje de ficción estrenado en salas comerciales que narre algo relacionado con el Mitch. Quien decida realizar esa obra sabe que tendrá una labor titánica ya que en estos momentos por las calles deambulan miles y miles de testimonios vivientes de esos aciagos días de octubre de 1998, testimonios que esperan ser revelados.