TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El día que
Adolf Hitler asumió la cancillería, el 30 de enero de 1933, un joven de 15 años caminaba junto a su hermana menor en Berlín, desde la escuela en Wilmersdorf hacia su casa, ubicada en Halensee. Observó en el trayecto los titulares sobre el ascenso del Führer, su nombre era
Eric Hobsbawm, quien décadas después se convertiría en un historiador de talla universal.
Hitler llegaba con una gran expectativa marcada por la violencia paramilitar y una retórica supremacista, que finalmente induciría al conflicto bélico industrial de un capitalismo basado en la plusvalía de la muerte, era el presagio de un mundo de imposiciones políticas y financieras.
La dinámica política y económica mundial cruzaba por momentos complejos, generados por rupturas, proyectos políticos disruptivos y una economía en crisis, propiciando el escenario para el fascismo y las luchas revolucionarias socialistas.
Mientras Hitler iniciaba su proyecto mesiánico en la periferia del mundo occidental, en la República de Honduras, un caudillo también asumiría el poder un día después, el 1 de febrero de 1933.
Tiburcio Carías, fundador del Partido Nacional y aglutinador de las facciones “manuelistas”, tomaba la presidencia en un ambiente de desacato por una considerable fuerza de disidentes liberales, a quienes combatirían con mano dura.
Instalado en el poder, Carías y sus comandantes orquestaron la represión para neutralizar el descontento contra su ascenso, y tres años después se materializaba el proyecto continuista aprovechando el control institucional.
Con un congreso controlado y el 61% de los municipios a su orden, el régimen imponía una constituyente que ampliaba el poder del Presidente y limitaba la expresión política opositora.
En Honduras, el régimen de Tiburcio Carías (1933-1949) impuso un orden donde se violentaba la libertad de expresión, se prohibía el sindicalismo y se perseguía a los socialistas y disidentes liberales.
Movió el conservadurismo rural, aliándose con las estructuras clericales y los comandantes de armas, quienes ejercían la autoridad por la fuerza.
Hitler llegaba con una gran expectativa marcada por la violencia paramilitar y una retórica supremacista, que finalmente induciría al conflicto bélico industrial de un capitalismo basado en la plusvalía de la muerte, era el presagio de un mundo de imposiciones políticas y financieras.
La dinámica política y económica mundial cruzaba por momentos complejos, generados por rupturas, proyectos políticos disruptivos y una economía en crisis, propiciando el escenario para el fascismo y las luchas revolucionarias socialistas.
Mientras Hitler iniciaba su proyecto mesiánico en la periferia del mundo occidental, en la República de Honduras, un caudillo también asumiría el poder un día después, el 1 de febrero de 1933.
Tiburcio Carías, fundador del Partido Nacional y aglutinador de las facciones “manuelistas”, tomaba la presidencia en un ambiente de desacato por una considerable fuerza de disidentes liberales, a quienes combatirían con mano dura.
El inicio del gobierno y el continuismo de Carías
La “revuelta de las traiciones” marcaba el epílogo del gobierno liberal capitalino y su acuerdo para entregar pacíficamente el poder al Partido Nacional y su caudillo. La rebelión liderada por el general José María Reina, entre noviembre y diciembre de 1932, fue derrotada por el gobierno y las fuerzas del candidato electo, Carías.Instalado en el poder, Carías y sus comandantes orquestaron la represión para neutralizar el descontento contra su ascenso, y tres años después se materializaba el proyecto continuista aprovechando el control institucional.
Con un congreso controlado y el 61% de los municipios a su orden, el régimen imponía una constituyente que ampliaba el poder del Presidente y limitaba la expresión política opositora.
Características de una época (1933-1945)
La recesión económica de 1929, la confrontación por el control geopolítico mundial y el enfrentamiento político-ideológico generaron la mayor conflagración mundial; además, en la naciones latinoamericanas la instalación de regímenes autoritarios, “dictaduras tropicales” apoyadas por Washington con el objetivo de mantener el control geopolítico y el uso de los territorios para enfrentarse al eje que rectoraba la Alemania nazi, determinaron una azarosa historia social en la región.En Honduras, el régimen de Tiburcio Carías (1933-1949) impuso un orden donde se violentaba la libertad de expresión, se prohibía el sindicalismo y se perseguía a los socialistas y disidentes liberales.
Movió el conservadurismo rural, aliándose con las estructuras clericales y los comandantes de armas, quienes ejercían la autoridad por la fuerza.