Luis Giampietri es almirante retirado, fue vicepresidente del Perú en el segundo gobierno de Alan García y ex representante del legislativo de su país. También es una víctima del terrorismo: sufrió 126 días de cautiverio, en 1996, en la residencia del embajador de Japón tomada por un comando terrorista del MRTA. De esa experiencia, da cuenta en su libro Rehén por siempre: Operación Chavín de Huántar.
¿Qué está ocurriendo en Perú, a qué se debe tanta corrupción?
Luis Giampetri: Tiene usted razón. Tenemos altos niveles de corrupción. Hay problemas con el expresidente Ollanta Humala, Alejandro Toledo está huido, dicen que también con Alan García, aunque no se ha podido comprobar, y ahora Pablo Kuczynski ha salido por los mismos motivos. Sin embargo, con el nuevo presidente, creo que el país tiene la oportunidad de poner fin a este tema o agravarlo más. Vivimos un gran momento de incertidumbre en Perú. Creo que este gobierno, además, representa la última oportunidad para impedir un golpe de masas en Perú, una involución política en toda regla. O se actúa ahora o el país se pierde quizá para siempre.
¿Lo que se percibe es que hay una crisis del sistema político peruano, no cree?
L.G.:Sí, creo que sí, pero también siempre he considerado que esta situación ha sido incentivada por movimientos externos, principalmente de Brasil. No me refiero al país, estoy refiriéndome al presidente Lula, y más concretamente a su formación política, el Partido de los Trabajadores, y también el Foro de Sao Paulo, que tenían como objetivo claro y definido captar al Perú. Hubo una trama en ese sentido y tengo los elementos para denunciarla. Yo fui testigo de esos intentos cuando era vicepresidente, tengo las pruebas para denunciar esa trama. Eran el gran objetivo que tenían, los del Alba, y los dos únicos países que no caímos en sus garras fuimos Colombia y Perú.
El resto de América Latina, bien sea a traves de ayudas económicas o cálculos políticos, estuvo casi inmerso en ese bloque, que finalmente no se ha logrado crear. Yo he escuchado en su momento decir a Lula y también a Bachelet que había que crear un banco propio y poner fin al Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Aspiraban a una moneda común, un ejército propio y sentar unas nuevas instituciones, provocando, claro está, una ruptura en toda regla con los Estados Unidos.
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¿Cree que esa amenaza a la seguridad nacional sigue latente en Perú y en otras partes del continente?
L.G.: El problema de la corrupción, al ser tan intenso, es que ha creado una crisis de la política en Perú y en todo el continente. Se ha generado una gran desconfianza de la ciudadanía hacia los poderes del Estado en general. Luego la izquierda ha ido copando todos los ámbitos del país, desde el poder judicial hasta las organizaciones no gubernamentales pasando por otras instituciones fundamentales. El Ministerio Fiscal, la Procuraduría y el poder judicial han sido copados por la izquierda. Y están siguiendo un camino que no busca el bienestar del país. Siguen al pie de la letra consignas antimilitaristas para destruir a las Fuerzas Armadas de Perú.
¿Hay una ofensiva continental para destruir a los ejércitos en el continente?
L.G.:Es lo mismo en todas partes, creo que los que defendieron la democracia con las armas en este continente han pasado a ser los agresores, casi los terroristas. Se ha invertido el libreto en favor de los subversivos. Por ese motivo, muchos oficiales y cuadros militares están siendo juzgados a pesar de haberse jugado la vida defendiendo la democracia. Yo se lo advertí a Colombia, ya que creo que en ese país se puede repetir el guión de lo que ha sucedido en Perú y otras partes. Yo se lo advertí al propio presidente Uribe y a su vicepresidente, Pacho Santos, les dije que tuvieran cuidado. Venían a por Colombia y a por Perú porque no aceptamos que los países del Alba nos impusieran su modelo. Han llegado a corromper presidentes y mandatarios para que entraran en su juego y creo que de este asunto no se ha hablando lo suficiente, siendo bien importante para el futuro de nuestros países. No sólo se trataba de corromper a sus gobernantes, sino de ganar el poder para en el futuro cumplir sus objetivos políticos.
¿No le parece paradójico que pese a la crisis política del Perú el país sigue siendo un modelo de crecimiento económico en la región?
L.G.:Imagínese como estaríamos si no tuviéramos todos estos problemas políticos. Con Alan García llegamos a crecer hasta un 8%. Este país necesita crecer un 4% anual para poder salir adelante, no hay otra forma porque tenemos una gran masa humana que sale al mercado laboral en busca de trabajo. Este país ha desperdiciado muchas oportunidades y creo que las va a seguir desperdiciando porque tenemos movimientos muy activos que no actúan en clave patriótica. Perú es una país fundamentalmente minero y nos encontramos con que numerosos sectores ponen trabas para ese desarrollo, para continuar con el impulso de esa industria.
¿Qué opinión tiene de la tragedia que padece Venezuela y del silencio del continente ante esta crisis?
L.G.:Yo creo que no es una novedad, acá tuvimos al dictador Velasco. Creo que el modelo de Hugo Chávez sigue los mismos patrones y guión que desarrolló Velasco en la década de los sesenta, pero con una gran diferencia y es que las Fuerzas Armadas del Perú no le dejaron seguir en su viaje hacia ninguna parte. Y eso, creo yo, es lo que ha faltado en Venezuela, desgraciadamente. No digo que hagan una revolución, simplemente que le hubieran dicho a Maduro hasta aquí ha llegado. La marina del Perú, incluso yo mismo, participamos en ese movimiento para poner fin al régimen de Velasco que iba por unos derroteros similares a los de la Venezuela de hoy. Logramos revertir el mal camino tomado y muchas de las erróneas medidas tomadas entonces, como la descabellada reforma agraria, cuyas consecuencias seguimos pagando hasta el día de hoy. Recién nos estamos levantando de esa reforma agraria tan mal hecha y que tuvo consecuencias catastróficas para el país. Chávez aplicó patrones parecidos, ya fracasados en el Perú, a Venezuela y los pésimos resultados a la vista están. No olvidemos que Chávez había conocido el régimen de Velasco porque había estado en nuestro país realizando algunos cursos y aplicó esas recetas fracasadas de acá a su país. Yo, no obstante, no le veo un gran porvenir a Maduro, dada su torpeza política y la forma tan errática con la que está dirigiendo el país.
¿Se atrevería a hacer un vaticinio de lo que puede pasar en el Perú en los próximos años?
L.G.: Perú tiene un problema estructural porque los partidos políticos están resquebrajados y atravesando una grave crisis. Luego el fujimorismo no es un partido en el sentido clásico de la palabra ya que carece de ideología y una clientela muy grande, como tuvieron en su momento el PPC, Acción Popular y el Apra. Además, con el pleito de los dos hermanos Fujimori se ha visto que no era un auténtico partido, al tiempo que se ha debilitado notablemente el movimiento. Los dos han salido perdiendo y han situado a su movimiento ante el precipio. Ninguno de los dos llegará a presidente si no buscan la forma de arreglar sus disputas y cohesionar de nuevo el movimiento. Ha sido un juego de suma cero que les ha perjudicado a los dos. Tampoco se ve gente en la escena política para ocupar el espacio dejado por Alejandro Toledo y Alan García, que eran auténticos líderes políticos con una clientela política atrás de ellos; Ollanta Humala era otra cosa, un accidente en la historia del Perú destinado al fracaso.