TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Caminando con Elson Aaron Kambalu, un artista y líder cultural local, en un mercado de agricultores en Malaui, África, pude ver que los camotes eran vendidos por todos los rincones.
Lilongüe converge en los mercados, Lilongüe huele a humo de pequeñas fogatas en las que se asan camotes, Lilongüe es una ciudad afectiva.
Al preguntar por los camotes, siempre me respondían en inglés que los “sweet potato” eran deliciosos, y me ofrecían montones. Los venden acomodados en pilas. Vi cómo las personas que estaban en el mercado compraban un volumen que denota que el camote es parte fundamental de sus dietas. También vi en las carreteras, a mujeres asando camotes entre brasas, en el suelo. El suelo toca los pies y los alimentos de la sensible gente malawí. El camote y peces secos son parte fundamental de la dieta de este maravilloso país del sureste de África.
Los peces vienen en su mayoría del lago Malawi, apergaminados, arrugados, empacados en bultos, millones de estos viajan por todo el país para suplir la demanda de proteína animal. El lago Malawi es un maravilloso lugar. El nombre del lago y del país provienen de una palabra chichewa que significa “el agua que arde”. La leyenda dice que cuando los colonizadores europeos llegaron, los nativos señalaron el lago y les dijeron: “Malawi”. El mito habla del sol reflejado en el agua, ese sol exclusivo de ellos.
Hay un viejo dicho europeo que dice que “cuando uno se va de su tierra, muere un poco”. Yo he sentido esto, al salir de mis cortos viajes de trabajo al África. Es indescriptible el caudal de afecto que se recibe en Malawi.
Ese día Elson me dijo que me demostraría qué tan amigables son las gentes de Malawi. Se acercó a dos hombres que estaban comiendo “nsima” con “chambo”, en cajitas de cartón, y les pidió algunas explicaciones sobre dónde encontrar algo en el mercado. A los pocos minutos de conversación, estaban los tres, comiendo nsima con la mano, de las mismas cajitas. Los malawís sonríen, aprueban y gritan con los ojos. Elson me dijo que las relaciones humanas son lo más valioso del país. Nsima es un puré, usualmente hecho de harina de maíz; el maíz viene de América. La palabra maíz viene del taíno “mahis”. Chambo es una tilapia, endémica del lago Malawi.
Seguí caminando, y de un momento a otro escuché la palabra “batata”. ¡Sí, yo conozco esa palabra! Pensé. Me acerqué y pregunté señalando una gran pila de camotes: ¿Batata? A lo que me respondieron: “Yes, batata”. Pregunté en inglés si “batata” es una palabra en chichewa. Entonces me dijeron: “Yes, batata is chichewa”. Chichewa es la lengua más popular de la República de Malaui, Republic of Malawi, Dziko la Malawi…
El chichewa es una lengua bantú del sur de África: Malaui, Mozambique, Zambia y Zimbabue. Me encanta la musicalidad del nombre de otras lenguas que se hablan en Malaui: chitumbuka, chiyao, chilhomwe y chisena. Esa musicalidad es más especial, porque al hablar los malawís sonríen.
Según el blog del proyecto Indigenous Tweets, las lenguas bantú tienen un complejo sistema verbal: “una sola raíz verbal puede tomar miles o hasta millones de formas diferentes, dependiendo de cosas como el tiempo de conjugación, acuerdos con los pronombres de sujetos y objetos y una cantidad de otras características. Esto hace que hasta simples aplicaciones computarizadas, como los correctores ortográficos, sean extremadamente complicados”.
De regreso al hotel me senté a dialogar con un viejo malauí. Él me contó que la batata es parte fundamental de la cultura malauí. No quise contarle que el origen de la batata es americano, pues su orgullo era tan grande, que era preferible que él no supiera que su alimento favorito venía de otro continente. Probablemente algunos barcos que transportaban esclavos desde África a América regresaron con batatas... y estas fueron permeando el continente negro, pararon por África profunda y hoy hacen parte de la dieta del continente.
Batata es una palabra taína. Muchas tribus zulú viajan llevando las “ubhatata”, como fuente de energía. Hoy, esa hermosa palabra taína hace parte de distintos diccionarios de idiomas africanos.
Decía Bartolomé de las Casas que la “lengua de los indios”, el taíno, era “la más elegante y más copiosa de vocablos, y la más dulce en sonidos”.
Marcos González Díaz, en el Hay Festival de Cartagena, resaltó hablando del taíno, que “al ser la primera lengua con la que se encuentran los españoles, es la que deja mayor huella en el español general, convirtiéndose en la más antigua y abundante en nuestro idioma”, citando a María José Rincón, miembro de la Academia Dominicana de la Lengua.
Las barbacoas en Honduras son rituales. Son centro de convergencia, a donde llegan los amigos y traen más amigos, y se hacen amigos. En esta cuarentena no es posible hacer una reunión, ese ritual hondureño que congrega y alegra, qué nostalgia.
Cada vez que hagamos una barbacoa, liberemos nuestra mente hasta llegar a los indígenas taínos que ya las usaban cuando llegaron los españoles. En nuestra sangre india fluye el olor a camote. En la sangre de la musical África corre el orgullo del camote. Se baila y se ama al ritmo de este intercambio vegetal.
Se cree que la palabra “barbacoa” pasó del taíno, que es una lengua arawak, al castellano y de allí al inglés y a otros idiomas. Además del castellano y el inglés, los idiomas polaco, italiano, francés y holandés, entre otros, usan esta palabra.
Para una buena barbacoa, pensemos no sólo en la carne, sino en los vegetales. Muchos vegetales a la parrilla deben ser el eje del más saludable asado. Podemos hacer una deliciosa batata a las brasas, y honrar a la familia arawak. Pongámosle pimienta, sal y aceite de oliva.