Cruzaron Atlántida para ir a rendirse ante los pies de la Patrona y suplicarle en su idioma “nuguchu endabava” (madre cuídanos).
La Morena más guapa de Honduras, la Virgen de Suyapa, recibió ayer la visita de sus bien amados y fieles devotos: los garífunas.
Una fusión de música y danza al ritmo de los tambores y
el caracol invadió junto con el aroma del incienso el santuario y convirtió la celebración en una fiesta de regocijo espiritual.
Con esta participación el pueblo garífuna dejó demostrada su fe, gratitud
y el amor que le profesan a la madre santísima en la advocación de
Nuestra Señora de Suyapa, quien cumple 267 de presencia catracha.
Es bajo este amparo maternal donde no se sienten relegados ni marginados mucho menos abandonados, como suele pasarles con las autoridades gubernamentales.
Tributo étnico
Cada año esta pastoral étnica también conocida como garinagu trae ante el altar de la patrona nacional su esencia y raíces culturales.
Esta se ve plasmada en la colorida vestimenta, la tradición culinaria y la alegría manifiesta cuando en procesión ingresan al templo para participar de la solemne Eucaristía.
En en el octavo día de la novena, el tema central fue “La Virgen María Madre de la Iglesia, la ceremonia fue presidida por monseñor Michael Lenihan obispo de La Ceiba.
El evangelio fue tomado de San Juan en el texto que revela que Jesús antes de expirar dejó a María como madre de la humanidad en la presencia del apóstol San Juan.
Previo a su lectura, una feligrés garífuna presentó la Biblia en el altar al compas de cadenciosa danza.
“No hay nada más hermoso que el abrazo de una madre, y cuando nos sentimos bien en los brazos de la madre santísima podemos sentir ese amor eterno y maternal como lo sentimos aquí en el Santuario de Suyapa”, apuntó el obispo Linihan.
A su vez declaró que
la importancia a María no se la da la humanidad sino los Evangelios donde las grandes maravillas que hace en ella el Altísimo la proclaman bienaventurada, a través de todas las generaciones.
“Esta generación de hondureños debe llamar dichosa a la Virgen María pues ella nos ayudará a ser hondureños dignos”, señaló.
Tabletas, pan de coco, cazabe
y cocos se presentaron, como parte de la herencia culinaria de los garífunas,
al igual que el pan y el vino se llevaron a la mesa del Señor, con devoción y júbilo.
Desde el sitial de honor que ocupa la Vigencita de Suyapa, ella contemplaba agradecida el homenaje que le rendían sus amados garífunas.