Tegucigalpa

No hay quien frene el caos vial en los barrios y colonias de la capital

La Policía Nacional y la Alcaldía no actúan ante los atropellos al derecho de conductores en calles. Los capitalinos denuncian largas filas y robos a los carros
08.07.2024

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Manos sudadas, ganas de vomitar y una sensación de desvanecimiento recorren su cuerpo. Aún no descubre lo que le pasa, pero sabe que está enferma.

Su condición la obliga a dirigirse al área de Emergencias del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS). Para llegar lo más rápido posible al hospital, Marta Zúniga, la afectada, decidió tomar un taxi.

Sin embargo, lo que ella no sabe es que tendrá que esperar más de media hora para llegar al centro médico debido a las largas filas y los carros estacionados cerca de la rotonda del barrio La Granja.

Este lugar de la capital de Honduras parece que no va a mejorar y que todo irá de mal a peor. Los rótulos de “No estacionar” fueron arrancados y los agentes, vestidos con sus uniformes azules, desde la estación policial solo observan y dejan que todo pase como si nada.

Además, un equipo de Orden Vial de la Alcaldía, apodados “minions”, se expone a recibir una golpiza cuando intentan multar a los conductores abusivos que invaden las calles y obstruyen las aceras.

En esas mismas vías, que son dobles, pero solo una funciona y a medias, va Marta, quien sufre un ataque cardíaco y no puede avanzar más que unos metros. Un “¡Ay, Dios mío!” resonó dentro del taxi, pero no fue de Marta, sino de su hija, que veía cómo su madre cada vez perdía fuerzas y se recostaba en sus brazos.

Llena de impotencia, Luz Zúniga, hija de Marta, decidió cargar a su madre, sintiendo que la estaba perdiendo mientras los policías, indiferentes, no hacían nada para ayudar.

“Nos pasó eso como a las cinco de la tarde, y usted sabe las colas que se arman ahí. No podía hacer otra cosa que correr con mi mamá. ¡Pucha! Pero los policías, estando ahí, no hicieron nada para ordenar ni abrir el paso, y eso que pedí ayuda porque tuve miedo”, relató la joven de 20 años.

EL HERALDO, al escuchar el testimonio, decidió ir de manera presencial para constatar lo narrado. Y sí, todo es real; los policías poco o nada hacen y dejan que otros ciudadanos acomoden los vehículos a su antojo, sin importar que obstruyan el acceso al IHSS.

También hubo un acercamiento a los agentes, pero dieron la espalda para evitar dar una respuesta por el caos vial. Pero aquí no acaba todo. Bajando del hospital, para llegar al barrio Villa Adela, hay otro asunto que también merece mención.

A pesar de que hay un centro de salud, las personas con carro no tienen consideración por los enfermos. Carla Cruz, una vecina, comentó: “Aquí es un pleito continuo, viera, si no son los buseros, son los taxistas, y si no son ellos, son los vecinos, pero que aquí debe haber pleito, lo debe”, mientras señala la calle.

“Nunca he visto un agente de la Policía ni de la Alcaldía; todo aquí es un relajo”, manifestó

.Y si alguna vez le toca viajar desde la colonia Arturo Quezada hasta el IHSS, unos 5.6 kilómetros, mejor busque una clínica cercana, porque la travesía se vuelve peor.

EL HERALDO, respondiendo a la petición de los lectores, acudió al lugar, con exactitud a la calle conocida por el mercadito Junior, donde las personas se quejan de no tener ni dónde darle vuelta al vehículo y, lo peor, de los robos nocturnos.

El tráfico fantasma genera serios congestionamientos en la capital

“Hemos llamado a la Alcaldía reportando robos de baterías, la falta de espacio y también para que metan las grúas; no podemos seguir así”, expuso un residente de la Quezada que pidió no ser nombrado.

Lo que más sorprende es que hay estacionamientos privados que cobran 600 lempiras por mes, pero no se hacen responsables si dañan, hurtan o si le pasa cualquier cosa a su carro. Al descender de la Arturo Quezada y tomar camino hacia El Carrizal, surge otro problema.

A pesar de estar señalizado y tener ojos de gato y boyas, el tráfico en horas pico es tan lento que la gente puede bajarse de los vehículos y platicar, porque las colas no avanzan.

“El Carrizal, en vez de ser una solución para el tráfico, se convierte en un cuello de botella, un caos vehicular tanto en horas pico como fuera de ellas. Esto se debe a que dejaron habilitadas dos bocacalles para girar a la izquierda justo debajo del puente a desnivel”, describió Yamileth García, una suscriptora de EL HERALDO.

Ni la Policía Nacional ni la Alcaldía del Distrito Central quisieron hablar del tema, pese que se les esperó por más de un día para que atendieran.

Aplicaciones que le ayudan a saber cómo está el tráfico