La otra cara de la violencia: 4 de cada 10 fallecidos por balas perdidas son menores de edad
63 personas han fallecido por negligencia en el uso de armas de fuego en Honduras desde 2013. Expertos lamentan la inconsciencia de quienes disparan, porque "nadie está exento" de morir por una bala perdida. Incluso, en el escritorio del mismo cardenal cayó un proyectil que dispararon al aire
Muchas de las muertes fueron provocadas por personas que hacen disparos al aire. En Francisco Morazán se concentra la mayor cifra de casos.
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TEGUCIGALPA, HONDURAS.- En la calle o en casa, en Honduras cualquier día u hora una bala perdida puede terminar matando a una persona inocente.
Niños, jóvenes, adultos y hasta adultos mayores han sido víctimas de personas irresponsables que, sin pensarlo, sacan su arma y -en muchas ocasiones- disparan al aire. Otras muertes ocurren por balas perdidas en masacres o enfrentamientos.
Esta es la otra cara de violencia en Honduras, en la que 63 personas fallecieron por negligencia en el uso de armas de fuego entre 2013 y junio de 2023, según detalló la Secretaría de Seguridad en la solicitud de información SOL-SSSS-1931-2023.
Los reportes mencionan los casos registrados en 10 años, sin embargo, análisis realizados por la Unidad de Datos de EL HERALDO Plus indican que cuatro de cada 10 víctimas eran niños, adolescentes y jóvenes.
Rosalinda Galindo Pineda, de 14 años, fue una de ellas. Murió en febrero de 2023 cuando andaba comprando en una pulpería de la aldea Agua Blanca, en municipio de Talanga, Francisco Morazán.
Dos hombres discutían, uno sacó una pistola y comenzó a disparar. Uno de los proyectiles impactó en el cuerpo de la menor, quien perdió la vida camino al hospital.
Entre 2013 y los primeros seis meses de este año fallecieron 23 personas de entre 0-19 años por balas perdidas. Asimismo, Seguridad reportó 29 casos en ciudadanos de entre 20 y 39 años. El resto tenía más de 40 años.
Nadie está exento
En diciembre de 2009 una bala fue encontrada en el escritorio del cardenal Oscar Andrés Rodríguez. El proyectil había entrado por la ventana de la casa cural después de recorrer 700 metros, según las investigaciones.
No fue premeditado; por el recorrido y la trayectoria se trató de una bala perdida, luego de que una persona disparara en horas de la madrugada, concluyeron las autoridades.
"Fue para Navidad. En El Reparto hicieron unos disparos y el proyectil entró por la ventana y quedó en el escritorio del cardenal", contó el experto en seguridad, Gonzalos Sánchez, quien en ese entonces dirigía la división de escena del crimen.
Afortunadamente el cardenal no estaba en ese lugar, pero este caso evidencia que "nadie está exento". "Para que tenga una idea, nadie se escapa de un loco que haga disparos al aire", condenó Sánchez.
En Honduras en promedio siete personas mueren al año por balas perdidas. Si analizamos la data, los casos venían en ascenso desde 2013, cuando murieron dos personas, pero para 2018 se alcanzó el número más preocupante: 15 fallecidos.
Aunque nada relaciona estas muertes con las protestas que iniciaron en 2017 por la reelección del expresidente Juan Orlando Hernández -preso en Nueva York por vínculos con el narcotráfico-, ilustran un problema gravísimo: quien dispara ve la bala salir, pero no sabe si dejó una o varias personas heridas o fallecidas.
Carmen, por ejemplo, vive en la colonia Villa Nueva de la capital, a unos cuantos metros de la posta policial. Hace más de una década, justo para las fiestas decembrinas, salió del cuarto de su casa hacia la sala, pero cuando atravesaba la puerta escuchó algo caer. Al ver el chimón en el suelo observó los restos de un proyectil que acababa de perforar la lámina de zinc.
"Acababa de pasar por allí cuando cayó. Si no me hubiese movido me caía encima", dijo, mientras sostenía la bala en sus manos.
Nunca supo de dónde venía, pues en esa colonia el estallido que emana de las armas es tan común que sus habitantes ya saben diferenciar entre un disparo y un cuete.
Carmen estaba en su vivienda cuando casi fue impactada por un proyectil que alguien disparó al aire. Los datos dicen que las casas de habitación fueron el segundo lugar con más reportes de fallecidos por balas perdidas entre 2013 y junio de 2023.
La vía pública, por su parte, fue el epicentro de las muertes por negligencia en el uso de armas, ya que seis de cada 10 víctimas estaban en la calle cuando perdieron la vida.
Parques, canchas, negocios y hasta centros hospitalarios aparecen entre los lugares donde se registró al menos un fallecido por balas perdidas.
Hay más muertes en la ciudad
Contrario a lo que se piensa de que en los municipios aledaños hay más muertes por balas perdidas, las ciudades muestran un preocupante número de casos.
Solo la capital del país, ubicada en Francisco Morazán, registró 11 muertes en 10 años. Esto significa que el 17% de los decesos por balas perdidas están en el Distrito Central. En todo Francisco Morazán se contabilizaron 18 casos.
La ciudad industrial del país (San Pedro Sula) también reportó casi la mitad de los 11 fallecidos en todo Cortés por negligencia en el uso de armas: hubo cinco casos, es decir, cada dos años una persona moría a causa de balas perdidas.
Según los registros de Seguridad, hubo al menos un caso en 42 municipios de 16 de los 18 departamentos. Solo Islas de la Bahía y Ocotepeque quedaron fuera de la lista donde una o más personas perdieron la vida a causa de balas perdidas.
Casos quedan en impunidad
Investigar la muerte de una persona por bala perdida no siempre termina en la captura de los responsables. Incluso, muchos casos quedan en impunidad.
EL HERALDO Plus intentó consultarle al subcomisario y portavoz de la Dirección Nacional Policial (DPI), Cristian Nolasco, cuál es el procedimiento que realizan para investigar las muertes por negligencia en el uso de armas de fuego, pero no contestó las llamadas.
En diálogo con el experto en seguridad, Gonzalo Sánchez, se conoció que el encontrar o no a los culpables depende -en muchos casos- de los investigadores, porque si el arma no está registrada se tienen que tomar la tarea de analizar de dónde vino el proyectil y con esa información buscar testigos y al responsable.
"Si es un arma que está registrada en registro balísticoe entonces es más fácil porque con los patrones balísticos que hay allí en la Policía, con un sistema que se llama IBIS policial, se mete eso proyectil al sistema, y ese sistema dice a quién pertenece el arma, nombre, dirección y todo", detalló.
"Si el arma no está registrada es sumamente difícil dar con el responsable", puntualizó, al decir que por eso muchos casos no son resueltos.
El experto pidió a la población no hacer disparos al aire y ser consciente que una bala disparada puede acabar con la vida de cualquiera.
Se debe educar a la población
Para el abogado y criminalista, Jonathan Varela, la población necesita educación integral entre múltiples instituciones para "enseñarle al niño el daño que produce una bala perdida".
"Ese niño dentro de 10 años va a tener 15, si es un niño de cinco años ahorita, de seis, de siete, de ocho, de nueve, de diez, ya dentro de diez años tiene un hombre de 20 años, y le ha enseñado y educado que la bala perdida produce muerte", sugirió.
Mencionó que el país necesita que la misma Policía capacite a los niños y que los maestros también sean capacitados para transmitir el mensaje a sus alumnos y que "aprendan a no utilizar armas, drogas, no meterse a las maras... esa es prevención".
Al iunque está tipicado como delito en el Código Penal, la mayor parte de estos casos quedan en impunidad, sobre todo cuando no puede comprobarse quién fue el responsable.
"Si hace solo disparos al aire y no hay una persona herida, lógicamente está en la ley de policía y como evidencia social con una multar, pero si hay una persona lesionada y se logra determinar quién fue el que disparó es un delito que se tiene que pagar como un delito doloso", explicó, al mencionar que la pena es de 15 a 20 años de cárcel.