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José Carlos Balaguer: 'La cultura tiene valor en un momento de recuperación'

El nuevo director del Centro Cultural de España en Tegucigalpa enfatiza el desarrollo de la sociedad a través de la cultura

14.12.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El Centro Cultural de España en Tegucigalpa (CCET) permanece cerrado desde marzo de este año. La pandemia, por supuesto, el motivo. Pero esto no quiere decir que su actividad esté en pausa o que su dirección siga estando a la espera.

“De todos los países de Centroamérica, Honduras era el único que me faltaba conocer. Yo tenía la imagen de un lugar muy diferente, pero su riqueza natural me impresionó desde que llegué”, recordó José Carlos Balaguer, quien ahora se encuentra al frente de este recinto y asume su cargo de director en un momento que plantea retos y respuestas diversas. Aquí una entrevista a detalle.

Tras varios meses sin un director al frente y atravesando por primera vez una pandemia, ¿en qué situación estaba el CCET a su llegada?
Fue todo bastante complicado. La pandemia nos ha afectado a todos y a todas de una forma muy fuerte. En el caso del Centro Cultural diría que mucho más porque ha hecho que la relación con nuestro público, que ha sido siempre tan directa y cercana, se viera obligada a “cortarse”. Cuando yo llegué aquí la pandemia llevaba tres meses. Antes me encontraba en Argentina y pues el cierre de fronteras no me permitió hacerlo en marzo, como tenía pensado.

Desde entonces nos planteamos qué podíamos hacer para seguir trabajando y reducir la distancia que se estaba generando con la gente. Comenzamos a pensar en varias actividades de corte online, sobre todo en temas de formación. En un país como este, donde hay una brecha digital tan fuerte y donde no todas las personas tienen acceso a internet (solo el 30% de los hondureños cuenta con algún tipo de conexión en sus hogares), había mucho que idear. Empezamos a implementar dos líneas de trabajo; una virtual y otra que llevamos a cabo por medio de los botiquines culturales, y ambas han resultado bien.

La pandemia ha hecho que la relación con nuestro público, que ha sido siempre tan directa y cercana, se viera obligada a “cortarse”’.



¿En qué consisten estos botiquines culturales, a quiénes van dirigidos?
Son unas bolsas, alrededor de 2,500, que entregamos en lo más duro de la pandemia. Dentro de ellas había juegos de mesa, plumones, papeles blancos, libros para dibujar… La idea era, principalmente, poder seguir relacionándonos con esas personas que a lo mejor están en un barrio, con tres hijos, pasándola muy mal y que no tienen 17 pantallas frente a ellos, como quizá nosotros sí. Estas se repartieron tanto en Tegucigalpa como en el interior del país gracias al apoyo, principalmente, de las ONG españolas que se encuentran aquí.

Ahora, con todo esto de los huracanes, lo hemos vuelto a hacer. Se están repartiendo 2,500 botiquines más dentro de la ayuda de emergencia de la Cooperación Española. Además se les ha sumado el kit de dignidad, que lleva una mantita, diferentes elementos de higiene femenina, básicos de uso personal... Hemos conseguido que la Unión Europea también apoye este proyecto, lo que significa que estamos teniendo en cuenta no solamente la importancia y el papel de las mujeres, sino el valor de la cultura en un momento de recuperación; estamos hablando de niños y niñas en albergues que llevan ya semanas allí y que necesitan un acercamiento diferente.

Foto: El Heraldo

El Centro Cultural de España en Tegucigalpa (CCET), ONU Mujeres y el proyecto Spotlight de la Unión Europea, distribuyen botiquines culturales y de la dignidad a familias afectadas por Eta e Iota en Honduras.



Respecto a la oferta virtual que mencionaba, ¿cómo evalúa la respuesta y participación del público?
Yo tenía ese miedo de pensar que con tan poca gente que tiene acceso a internet, ¿cómo van a responder?, y me he llevado una sorpresa brutal. Por ejemplo, hemos montado un proyecto formativo en gestión cultural llamado Travesías Centroamérica, ofertando 1,050 plazas, para siete países; 200 de ellas fueron ocupadas por hondureños y hondureñas. Ha habido un seguimiento impresionante. También, cada sábado tenemos un webinar con invitados e invitadas internacionales, en donde hay 200 personas conectadas. Todo esto es un indicador de la necesidad de este tipo de proyectos, de entender la cultura como un elemento más transversal. Y esa es, digamos, la intención que Joaquín tenía, que yo tengo y que los directores de los centros culturales tenemos. Estamos cortados con un perfil similar y nuestra apuesta es esa: tener un centro cultural para el siglo XXI, el siglo de las mujeres.

Nuestra apuesta es esa: tener un centro cultural para el siglo XXI, el siglo de las mujeres'.



¿Considera que el aporte cultural es y ha sido clave en el confinamiento?
Algo que me sorprendió mucho de este país fue la receptividad que tuvimos del sector cultural para participar de proyectos como el de los botiquines, para llegar a la gente, para hacer cosas y no parar pese a que no se podía salir de las casas. El sector cultural ha sido muy consciente de que tiene un papel muy importante en el confinamiento y eso me sorprendió muchísimo. Ver cómo las compañías de teatro comenzaban a hacer lecturas dramatizadas. Nosotros mismos hicimos un taller de dramaturgia, y de pronto teníamos 20 dramaturgas centroamericanas trabajando conjuntamente. Creo que ese valor de la cultura entendida como un motor de desarrollo lo vimos claramente en la pandemia.

Diciembre ya está corriendo y con ello finalizaría un año de retos y cambios, ¿cómo lo cierra el CCET?
El centro cultural, me atrevo a decir, ha pasado probablemente su año más extraño desde que se inauguró en 2007. Lleva nueve meses cerrado, permanece cerrado y no sabemos cuándo vamos a poder reabrir. Pero eso no quiere decir que nuestro compromiso con la cultura hondureña, con este país y con las personas desaparezca. Hemos tratado de conducir nuestra propuesta hacia esta virtualidad y seguimos buscando formas imaginativas que nos permitan seguir siendo lo que somos: un lugar de referencia para el sector cultural hondureño, con una perspectiva muy amplia, muy diversa y muy integral. Hay que entender la cultura como una herramienta de trasformación social, que nos permite conectarnos como ciudadanía.

Hay que entender la cultura como una herramienta de trasformación social”.



¿Hay propuestas ya pensadas para dar inicio a un 2021 de más actividad?
Uno de los proyectos grandes para este 2021 es el Bicentenario y todas las actividades en torno a él, que vendrían a apoyar la recuperación del espacio público en Honduras, y más con el covid-19, que nos obliga a utilizarlo, a trabajar en él. Yo soy de un pueblo muy chiquito y casi todo lo que sé lo aprendí en la calle. Pero el espacio público nos lo han robado el pavimento, el tráfico, la publicidad; ya no tenemos ese lugar donde encontrarnos a generar ciudadanía.

Hay que consolidar lo que hizo Joaquín con el tema del medio ambiente, que este sea un espacio muy sostenible, que sepamos cuánta energía gastamos, cuál es nuestra huella ecológica, de qué forma podemos reducir nuestro impacto; hacerlo nosotros y llevar el mensaje. También, en el tema de las discapacidades, ser un espacio accesible para públicos diversos. Es difícil, vienen seis meses duros todavía hasta que podamos tener una vacuna y volver a la normalidad, pero hay que seguir reinventándonos.

Foto: El Heraldo

La existencia de más proyectos que incentiven la participación ciudadana es una de las metas que ha planteado para su gestión.



Más adelante en su gestión en Honduras, ¿hay alguna particularidad que quisiera llevar a cabo?
En Honduras creo que la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones sobre qué tipo de ciudad quieren, qué tipo de cultura quieren, qué tipo de país quieren, es básico. La participación ciudadana genera procesos democráticos más hondos, más robustos y más fuertes. Todo lo que sea utilizar Babelia para potenciarla, a partir de proyectos que tengan como base el feminismo, las nuevas tecnologías, los derechos humanos y el medio ambiente siempre van a tener cabida aquí. Babelia quiere estar abierta para todos; para esos defensores de derechos humanos que están bordando historias de migrantes, para esas personas de los colectivos LGBTIQ que ven cómo matan a sus compañeros, para aquellos locos y locas que tienen propuestas culturales y creativas diferentes. Al fin y al cabo lo que pretendemos es plantear que no se trata solamente de tener exposiciones, sino de generar procesos que cambien cosas.

No se trata solamente de tener exposiciones, sino de generar procesos que cambien cosas'.



¿Cómo llevarán este mensaje a la gente?
Este año vamos a intentar mejorar nuestros canales de comunicación. Sabemos que EL HERALDO es un socio estratégico para el Centro Cultural; lo ha sido con el Festival de Cortos y con diferentes actividades. Nosotros creemos mucho en el trabajo en red. Mi mamá siempre decía “solo no puedes, pero con aliados sí”, y yo creo que es algo muy real. Sumando, por ejemplo, a los medios de comunicación, a las instituciones públicas locales, consiguiendo que otros centros culturales agarren un compromiso propio e involucrando a la sociedad civil, son formas de hacer cumplir este discurso integral, y yo pienso que lo vamos a conseguir. Aquí mismo tenemos situaciones muy complejas: garífunas desaparecidos, defensoras de derechos humanos que están siendo violentadas; el Centro Cultural no puede ser ajeno a estas realidades. España tiene un gran compromiso con este país y sus habitantes.

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