TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Los pronósticos ancestrales de los campesinos, de esa gente de tierra adentro que solo miraba la posición del sol para pronosticar la lluvia, ya se perdieron.
Ni las proyecciones de los centros meteorológicos son certeras, el clima cambia de un momento a otro, generando caos y destrucción, sea lluvia o sequía.
Honduras, por estar ubicado en el corazón de Centroamérica, es considerado como uno de los países más vulnerables del mundo a sufrir los embates de la naturaleza.
Expertos consultados por el equipo de EL HERALDO Plus explicaron que el país está viviendo en carne propia los efectos del cambio climático y de la variabilidad climática. Este último concepto se refiere a las variaciones en el clima, como las desviaciones típicas a la ocurrencia de fenómenos extremos, en todas las escalas temporales y espaciales, más allá de fenómenos meteorológicos ya determinados.
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El primer Informe Bienal de Actualización de Honduras (IBA) 2019 de la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente (MiAmbiente) establece que la variabilidad climática de Honduras está determinada por cambios en los valores climáticos promedios. Estos son ocasionados principalmente por sequías, huracanes, tormentas tropicales y el fenómeno de El Niño Oscilación Sur (ENOS).
En ese contexto, los eventos climáticos extremos más frecuentes que afectan al país son sequías, olas de calor, huracanes y tormentas tropicales, los cuales ocasionan pérdidas de cultivos, inundaciones extremas como las actuales, deslaves y vientos racheados.
El mismo informe establece que la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD) midió que en los últimos 60 años se han observado cerca de 10 eventos “El Niño” con una duración que varía entre 12 y 36 meses.
Aunque sus períodos de recurrencia son impredecibles, la evidencia parece demostrar que el cambio climático y la variabilidad climática han provocado el aumento en su frecuencia.
“El Niño” puede afectar de diferentes formas el país, de acuerdo con la fase e intensidad, así como la época del año y la región del territorio hondureño.
La fase fría -conocida como “La Niña”- provoca lluvias intensas; mientras que la fase cálida, “El Niño”, provoca ausencia de lluvias y sequías.
En tanto, durante los últimos dos años, Honduras ha sido golpeada fuertemente por el impacto de las lluvias, que combinadas con la vulnerabilidad, la mala planificación y el deterioro ambiental han provocado desastres extremos.
Francisco Argeñal, jefe del Centro de Estudios Atmosféricos, Oceanográficos y Sísmicos (Cenaos) de la Secretaría de Gestión de Riesgos y Contingencias Nacionales (Copeco), explicó que este tipo de escenarios son los que se van a presentar en el futuro y lo más recomendable es adaptarse.
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Tendencia
En los últimos años, las sequías se han vuelto más frecuentes y las inundaciones también, por lo cual hay que prepararse para evitar desastres como los que se han presentado hasta ahora.
En el caso de “El Niño”, este fenómeno se presenta cada vez con más frecuencia, con la particularidad de que son más fuertes y duran más. Por ejemplo, a finales de los años 90 se consideraba que “El Niño” más severo había sido el de 1982, pero en 1997 hubo uno más fuerte que terminó en 1998, y luego en 2015 hubo otro evento más fuerte que esos dos. La tendencia ahora es que “El Niño” es más frecuente, porque se registró en 2015 y luego en 2019.
Luego viene el cambio extremo al evento de “La Niña”, que ha afectado durante los años 2020, 2021 y 2022, provocando inundaciones debido a los excesos de lluvias registradas.
El experto en meteorología explicó que estos eventos son predecibles, pero algunas veces se falla, por ejemplo, en 2016 se habló que iba ser “El Niño”, pero cambió a “La Niña” de forma repentina.
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Es como este año, que al principio se decía que “La Niña” iba a terminar en el mes de mayo, pero todavía continúa y el pronóstico que hay es que va a continuar hasta febrero del próximo año.
Todo esto es respuesta del comportamiento de las circulaciones del mar y la atmósfera, porque los efectos del cambio climático están afectando estas circulaciones, dijo en términos técnicos. Lo que quiere decir Argeñal es que el calentamiento global cada vez es más severo en el mundo.
Las proyección es que el comportamiento del clima cada vez será más extremo, debido a que, a medida pasa el tiempo, lloverá menos días en el año y, cuando llueva, será de forma desproporcionada.
El pronóstico es que va a aumentar la frecuencia de “El Niño”, habrá años en que la canícula va a ser más larga, porque así lo muestra el modelo.
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Por el cambio climático van a bajar menos frentes fríos y la lluvia que antes caía en dos minutos, ahora lo hará en 20 o 15 minutos, generando más problemas.
Si antes llovían 15 o 14 días en el mes, ahora solo están lloviendo cerca de 12 y en el futuro será cerca de 10 días al mes.
Esta variación en el clima altera toda la actividad económica del país, porque si las lluvias caen de un solo, destruyen la infraestructura y hay que invertir en rediseñar los drenajes de las ciudades, los puentes y las carreteras, por ejemplo.
Con el aumento de las temperaturas, habrá más calor y las personas tendrán que usar más aire acondicionado o ventiladores, por lo que aumentará el consumo de energía eléctrica.
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En la producción agrícola también provoca pérdidas de los cultivos y obliga a que se usen otro tipo de semillas que sean más resistentes a los eventos extremos, tanto al calor como al exceso de precipitaciones en algún momento.
Para mitigar el impacto de las inundaciones, lo más recomendable es construir minirrepresas o embalses grandes para retener el agua. Se tiene proyectado que los océanos van a incrementar sus temperaturas en dos grados centígrados para 2050 y eso va a causar más daños de los que se están experimentando en estos momentos.
Las lluvias van a ser más fuertes y en poco tiempo, por lo que seguirán desbordando ríos e inundando ciudades si no se toman medidas a tiempo.
También, debido al calentamiento global, “El Niño” va a aparecer más frecuentemente y las canículas se volverán más largas. Las recomendaciones van orientadas a prepararse, reforestar las cuentas, hacer uso racional de los recursos naturales y disminuir el crecimiento demográfico, es decir que las familias solo tengan uno o dos hijos.
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El aporte de Honduras con sus bosques para reducir las concentraciones de los gases de efecto invernadero es bastante bajo, pero debe hacer algo, como medidas de adaptación.
La represas también son importantes para retener el agua cuando llueve y utilizarla cuando se registren las sequías, porque no se puede hacer nada más que adaptarse a los efectos del cambio climático y al variabilidad climática.
El modelo a seguir es como la represa José Cecilio del Valle (conocida como Nacaome) en el sur de Honduras, que almacena agua y debería utilizarse en tiempo de sequía y producir energía.
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