Tegucigalpa, Honduras
Su pelo luce despeinado y su rostro sin afeitar denota cansancio. Una camiseta negra y un pantalón desgastado visten su cuerpo.
En su semblante se notan los golpes de la vida, sobre todo lo cruel que ha sido el amor que le ofreció una hondureña.
En un viejo maletín guarda un libro, es el diario de su existencia de los últimos diez años, donde narra una triste historia que surgió después de cruzar todo el océano.
Para que él logre escuchar hay que hablarle fuerte porque sufre sordera, pero en su mente todavía suena la exclamación de un juez cuando peleaba la custodia de su hija, a quien por ser menor de edad se le omite su nombre.
Jaime Costa tiene 54 años, es originario de Badalona, una provincia cerca de Barcelona, en Cataluña, España, donde era un exitoso empresario produciendo muebles.
Una noche del año 2005, cuando visitaba una discoteca en Gerona, conoció a una mujer hondureña, su hermosa figura y juventud lo “embrujó”.
A las dos semanas comenzaron a vivir juntos, un año después se casaron y viajaron por hermosos parajes de Europa. Después de tres años de matrimonio, su esposa, la catracha, logró quedar embarazada gracias a un tratamiento médico.
Juntos comenzaron a planear una nueva vida en Honduras, donde querían ver crecer a su linda niña.
Luego, Jaime comenzó a enviar euros a los familiares de su esposa, hermanos, cuñados y padres, para que cuando ellos vinieran, tuvieran asegurada una vivienda, propiedades y negocios para sobrevivir en Honduras.
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Desplante
Después de cinco años de estar juntos en España, se vinieron a Honduras, pero la magia del amor cambió por completo. La actitud de su amada esposa y su familia fue completamente diferente.
Al mes de estar en Honduras la esposa le pidió el divorcio, por lo cual Jaime le exigió su dinero y sus propiedades, pero nada estaba a su nombre y se las negaron. Lo tiraron a la calle con la criatura.
La mujer viajó de nuevo a España, donde obtuvo la nacionalidad y luego se fue a Estados Unidos, donde se casó nuevamente, con su amor de juventud, usando un divorcio falso.
Jaime se ha quedado “preso” en Honduras porque no puede sacar a su hija debido a que no tiene la autorización de la madre, quien entabló un proceso legal para quitársela.
Para la niña su padre es todo en la vida, de su madre no se acuerda. En más de 500 dibujos hechos por la pequeña solo aparecen ella y Jaime, encerrados en corazones que demuestran el inmenso amor que se tienen.
En la pelea por la custodia de la niña, un juez le dijo al abnegado padre que le explicara las razones por las que se debía quedar con la niña y se las escribió en papel.
“Esto no lo puedo leer, parece un libro”, le dijo el juez, y desde ahí Jaime comenzó a escribir “Las dos caras de la moneda”, un libro de 247 páginas, contando su historia.
Hasta la fecha ha logrado imprimir más de 1,500 libros, que ha vendido en España, Alemania, Bélgica, Colombia, Perú y Estados Unidos.
La historia del español ha recorrido el mundo, no por el sufrimiento que le causó la hondureña, sino por el inmenso amor que le ha manifestado a su hija. Cadenas internacionales han mostrado su historia y ahora en Honduras filman una película donde él es el actor principal.
Jaime vive en un cuarto de alquiler en Tegucigalpa junto a su pequeña, donde logran sobrevivir con la venta del libro y la ayuda de amigos de buen corazón.
Él sueña con volver un día a España y que su nena pueda conocer a sus dos hermanos mayores, a quienes tuvo en su primer matrimonio.