Más de dos millones de estudiantes regresaron a las aulas de clases este jueves 1 de febrero en el sistema educativo público de Honduras.
Llenos de entusiasmo y con nuevos retos y desafíos, niños, adolescentes y jóvenes se levantaron muy temprano para comenzar una nueva jornada de aprendizaje.
Desde las 6am las escuelas y colegios en los diferentes departamentos del país abrieron sus puertas a los estudiantes y maestros.
En la capital de Honduras, el histórico Instituto Centrral Vicente Cáceres inició su jornada con un acto de bienvenida en el gimnasio donde se da una corta inducción a la nueva generación que está a punto de comenzar una nueva aventura académica.
De igual manera lo hicieron otras instituciones educativas que se tomaron este día para abrazar el nuevo comienzo de clases.
El reto es cumplir los 200 días de clases superando las falencias que afectan año con año el sistema educativo nacional.
Mientras que el inicio de clases coincide también con el nombramiento de Marcial Solís como nuevo ministro de Educación quien asumió el compromiso y desafío de mejorar la educación pública de Honduras.
Solís, fue juramentado como el nuevo titular de Educación por el presidente Juan Orlando Hernández el miércoles por la tarde en sustitución de Rutilia Calderón.
Retos en tema de evaluación
En abril de 2017 la noticia de que la forma de evaluar a los estudiantes cambiaría, inició el debate en varios sectores educativos. La gran mayoría estuvo de acuerdo en que el actual modelo no responde a las exigencias de la educación superior del país, especialmente en las áreas de Español y Matemáticas.
No obstante, no se concretó nada. Fue hasta el mes de agosto en que se informó que se revisarían los planes de estudios de los tres primeros niveles educativos.
Según ha informó Rutilia Calderón, exministra de Educación, “en febrero de 2018 ya deben haber reformas”.
Actualmente para aprobar una clase el estudiantes debe alcanzar los siguientes puntajes: 70% en tareas y 30% en pruebas exámenes.
Jaime Rodríguez, presidente del Colegio de Profesores de Educación Media de Honduras (COPEMH), considera que mientras no haya una verdadera reforma, los estudiantes solo se preocuparán por aprobar y no por aprender.
“Las tareas simplemente las bajan de internet o se las pasan entre ellos, y saben que tienen 70 puntos para pasar y que haciéndolos no se deben preocupar por el examen, eso no aporta en nada a la calidad educativa”, explicó.
Los padres de familia afirman que es, precisamente el aprendizaje de sus hijos, lo que les preocupa más.
“Para lograr la motivación se debe promover el aprendizaje de los alumnos. Por lo que se requiere conocer y orientar los deseos, necesidades y expectativas; hacia conductas positivas, dirigidas hacia acciones a beneficio del alumno y su contexto social”,dijo Martínez.
La cifra de reprobados de 2017 sobrepasó los 32,000 estudiantes. De los cuales 12,000 pasaron la Navidad en las aulas de “La Escuelita” tratando de salvar lo que en todo un año no pudieron.
Infraestructura
El problema de nunca acabar en el sistema. Centros educativos en mal estado.
Hay en Honduras 22,000 escuelas y colegios hasta la fecha y según la Secretaría, cada año se construyen más.
Para inicios de 2017, un informe oficial de la Secretaría de Educación, menciona que al menos el 33% por ciento de los centros educativos no cuentan con una instalación eléctrica. Sin eso, definitivamente no hay, ni herramientas multimedia (muy solicitadas por los maestros) y ni pensar en el uso de internet para apoyo de los maestros en la enseñanza.
Estudiantes
Se estima que para 2018 se tendrán que ejecutar no menos de 20 programas de prevención de drogas y violencia en los centros educativos.
También mejorar el acceso a los útiles escolares para aminorar el impacto en las finanzas familiares. Ampliar el programa de merienda escolar, para hacer del aula un lugar más atractivo para los niños, en especial los que residen en el área rural.
Mejorar factores como esos, dicen los académicos, podría ser un avance para hacer que los indicadores de abandono escolar disminuyan.
En 2017, al menos 51,918 niños arrojaron su mochila y abandonaron su educación.