Tan pendiente con sus dolientes que decidió cambiar su vehículo por una motocicleta pese a que cargaba una pesada mochila que contenía sus utensilios médicos solamente para llegar a tiempo al Hospital San Felipe y, de esa manera, ser puntual con sus citas.
Tan esmerado en su especialidad que aplicó la risoterapia como técnica para que sus enfermos tuvieran una experiencia amena con él, aunque algunos estaban una situación grave por padecimientos.
La muerte del singular Gustavo Adolfo Bustillo a causa del coronavirus ha representado por un golpe para el gremio a pesar de que son casi 80 los galenos a los que la pandemia les ha quitado la vida por causa de sus servicios en Honduras, de acuerdo con números extraoficiales.
Se contagió hace varias semanas atrás. Su salud, con el paso de los días, fue empeorando hasta que su organismo cedió, hasta que este miércoles falleció como consecuencia del patógeno invisible.
A pesar de que la expectativa de quienes lo conocías y de los que alguna vez compartieron él era de que venciera al coronavirus como lo han hecho otros de sus colegas, Bustillo no resistió, pereciendo en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), lugar en el que fue ingresado la semana anterior.
'Todos tienen que ser más conscientes con nosotros. Se están muriendo los doctores y al parecer a nadie le importa. Todos ocupan de nosotros, pero nadie tiene un poco de cuidado de nosotros si tenemos equipo de bioseguridad o cómo estamos haciendo', reclamó la doctora Evelyn Sosa, una exalumna de la víctima.
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Distinto, pero terminó como muchos
Vivirá en la memoria de varios porque atendió a sus pacientes con disfraces de animales para hacer que la experiencia fuese más amena, pero su nombre figura (como alguien más) en listado de los clínicos que perdieron la batalla ante el covid.Popular por su simpatía con los niños, fue sobrenombrado como Patch Adams, por el personaje que utilizaba la risoterapia (que busca generar beneficios mentales y emocionales a través la risa) para hacer sentir mejor a sus pacientes.
'Desde las salas de pediatría generaba mucha alegría y entusiasmo. Él amaba a los niños, era capaz de hacerlos reír, aunque estuviesen en incertidumbre de saber que podían morir por las patologías que tenían', dijo Julissa Villanueva, doctora y amiga de la víctima del nuevo coronavirus.
'Él les sacaba sonrisas a los niños mientras los atendían, e inclusive alegraba a los adultos porque el trato especial que también les daba', agregó.
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Alguien con distintivo
Como padre fue alguien excepcional. Como docente se comportó como amigo. Como amigo parecía hermano. Como colega fue el loco por su simpatía. Como médico hacía que sus pacientes se sintieran con plena comodidad. Como persona fue alguien sencillo, jovial y humilde.Dentro y fuera del gremio. A lo largo y ancho de los estratos sociales, el común denominador de los conceptos sobre Gustavo Bustillo son elogios para el hombre 'que no tuvo que terminar así porque era alguien de calidad'.
Mientras fue estudiante de Medicina mostró dotes de solidaridad y, también, era parte importante en su círculo social: fue el encargado de alegrar a todo aquel que estaba triste, de acuerdo con la opinión de compañeros de universidad.
Fue instructor de laboratorio durante cursaba sus clases morfológicas, es decir, cuando inicia su segundo año de carrera, una muestra que fue bueno académicamente.
'Lo conozco desde que éramos estudiantes. El concepto que he tenido de él por sus hechos es que fue alguien noble, humilde, risueño. Siempre fue un hombre colaborado y especial por su manera de hacernos reír', recordó Villanueva.
La muerte de Gustavo Villanueva se suma al listado de los 76 que han perdido por la pandemia, de los cuales 22 de esos han sido en lo que va del año.
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