En los momentos de estrés o de frustración que provoca la pandemia por covid-19 cómo caería de bueno una sonrisa marcada por un chiste, una asombrosa acrobacia o un sorprendente acto de magia.
Todo esto encierran las circunferencias con gradería en sus alrededores denominados circos. Sin embargo, en estos alegres lugares donde se preparan para cada acto de 60 minutos o el doble, si se trata de una función fuerte, se han congelado las emociones y las risas. A pesar de sus horas y años de ensayos, no estaban prevenidos para dejar de alegrar al público por más de 110 días ya.
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El nuevo coronavirus paralizó la función de tres circos en la capital: uno se ubica en el barrio La Granja, en la colonia Nueva Jerusalén y en la Arcieri. A nivel nacional, son más de 60 centros de diversión apagados.
Fuera de función
A la orilla del campo de la colonia Nueva Jerusalén, cerca de la Arturo Quezada, se encuentra una carpa azul y oro que pertenece al circo Ponce Raudales.Dentro del colorido toldo se encuentra don César Ulises Ponce y su familia que la conforman su esposa Suyapa Raudales, sus dos hijas y dos nietos. Tocar el tema del circo con esta familia es hablar de sus vidas, pues aseguran haber nacido dentro de los malabares y de las acrobacias.
Don César es salvadoreño y tiene 55 años, pero él utiliza mascarilla desde hace mucho más tiempo que nosotros, solo que la de él es peculiar, no es sostenida de la orejas y tampoco cubre la boca. Su mascarilla le cubre toda su cara, es de un tono blanco, tiene puntos rojos en sus mejillas y también tiene líneas negras que cruzan sus ojos, por lo que también lo convierte en el payaso “Turín” o más conocido por “Muñuña”.
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Él como otros artistas de la risa están pasando por un mal momento, pues sus únicos ingresos son las funciones y para su mala suerte, solo instalaron la carpa y no pudieron dar ningún acto de alegría.
“Nosotros solo de esto vivimos, de las entradas del circo, ahora no podemos trabajar”, lamentó el carismático Turín.
Lamentablemente por la falta de funciones el equipo de artistas que es conformado por 16 personas, nueve de ellas ya no están de manera temporal, porque no hay ingresos y ahora solo está la familia circense.Ha sido una dura situación para los carismáticos artistas porque están subsistiendo de las pequeñas donaciones del patronato, de vecinos o ayudas de programas del gobierno.
“Nosotros tenemos la esperanza de volver a reabrir y volver a divertir al público, porque nuestra misión es esa”, dijo con optimismo el llamado Muñuña.
Para paliar la situación los circenses intentaron hacer acrobacias en la colonia para obtener dinero de manera voluntaria, pero no recibieron el apoyo necesario. También prepararon palomitas, manzanas dulces y otros bocadillos, ofreciéndolo a precios accesibles para tener ese pequeño ingreso económico, pero el resultado fue negativo.
“Lo hemos estado pasando a empujones, con la ayuda que nos dan las demás personas, pero Gracias a Dios el arroz, frijoles y espaguetis no faltan”, expresó con agradecimiento su esposa Suyapa.
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Pero asegura que el circo es su vida porque ahí es su casa, familia y trabajo.
Los responsables de las risas aseguran que esta problemática nunca la habían pasado por todo este tiempo y que tanto circos grandes como pequeños están pasando lo mismo.
Malabares al aire libre.
Otro de los circos varados en el país es el de los Hermanos Segovia, es un circo guatemalteco, pero el elenco artístico lo conforman salvadoreños, mexicanos y chapines.
La carpa de los Hermanos Segovia está ubicada en el barrio La Granja y sus artistas salen en dos turnos a realizar malabares y solicitan en la calle una contribución a los capitalinos.
De 8:00 AM a 1:00 PM está una parte del elenco en las afueras del circo y de 1:00 a 4:00 de la tarde está el resto, pidiendo esa importante colaboración para comprar alimento o gasolina para sus casas rodantes.
La mexicana Maritza Maqueda, de 42 años, está agradecida con el pueblo hondureño porque asegura sentir el respaldo.
“El pueblo hondureño no nos ha dejado y de a poquito ahí la llevamos. Nos han traído víveres y hasta comida hecha”, expresó con mucho ánimo.
Esperanza de actuar
En la colonia Arcieri un enorme arco refleja las letras doradas del circo Rivera, la carpa está cerrada, pero adentro continúan los ensayos de los malabaristas, la contorsionistas y aerealista.El encargado del circo, Jansel Rivera, nos revela la dura situación que viven y asegura que el negocio del circo no es tan malo, pero que corren estos riegos de no dar función.
“Uno guarda lo máximo de dinero que pueda guardar, para estas tragedias, pero llega un momento que se acaba el dinero y se acaba todo”, lamentó .
Hoy estos artistas de la risa necesitan de su ayuda, puede contactarlos para colaboraciones. Circo Ponce Raudales: 8868-3313. Circo Rivera: 9996-8568. Circo Segovia: acudir a sus instalaciones en el barrio La Granja .