Moscú, Rusia
Un importante diplomático ruso acusó el miércoles a Estados Unidos de fomentar reportes no verificados sobre ataques con armas químicas en Siria para enturbiar las iniciativas de paz de Moscú. El gobierno sirio tachó los reportes de “mentiras”.
Estados Unidos y otros 28 países han lanzado una nueva iniciativa para identificar mejor y castigar a cualquiera que utilice armas químicas, entre nuevos reportes sobre un supuesto ataque de gas esta semana contra suburbios de Damasco controlados por rebeldes.
En una entrevista con la agencia de noticias Interfax, el viceministro de Exteriores, Sergey Ryabkov, dijo que Estados Unidos fomenta “reportes amañados, no verificados” sobre el supuesto empleo de armas químicas en Siria para socavar los esfuerzos de paz rusos.
Rusia acoge la semana que viene una ronda de conversaciones de paz sobre Siria en Sochi, un destino turístico junto al Mar Negro. Algunos miembros de la oposición siria han dicho que la negociación choca con las iniciativas de paz de Naciones Unidas.
Las declaraciones de Ryabkov seguían a los comentarios el día anterior del secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, sobre que Moscú “en definitiva tiene la responsabilidad por las víctimas” del supuesto ataque químico.
El Ministerio sirio de Exteriores afirmó que las acusaciones de Francia y Estados Unidos sobre un nuevo ataque químico forman parte del “ataque sistemático a Siria” y acusó a los países occidentales de bloquear las pesquisas y presionar a los investigadores tras ataques químicos previos.
Rusia y Estados Unidos acordaron en 2013 la retirada de todas las armas químicas de Siria. Desde entonces se han reportado varios ataques químicos, incluido uno el año pasado que llevó al presidente Donald Trump a lanzar un ataque de misiles como represalia contra una base aérea siria.
Las conversaciones en Sochi podrían verse eclipsadas por los fuertes combates en el noroeste de Siria, donde tropas turcas y fuerzas sirias aliadas luchan contra una milicia kurda.
Francia y Estados Unidos instaron el martes a Turquía a ejercer la moderación en su ofensiva sobre Afrin, donde Naciones Unidas estima que unas 5.000 personas han sido desplazadas por los combates.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, dijo que la incursión progresa “con éxito” y continuará hasta eliminar al último “terrorista”.
Erdogan renovó una amenaza de ampliar la ofensiva al este hacia la ciudad de Manbij, también controlada por combatientes kurdos con apoyo estadounidense, indicando que “limpiaremos por completo nuestra región de este problema”.
El mandatario añadió que tropas turcas y las fuerzas sirias aliadas habían matado al menos a 268 combatientes sirios kurdos desde el inicio de la operación el 20 de enero. Las tropas turcas sufrieron siete u ocho bajas, añadió.
Al menos 27 civiles, incluidos ocho niños y cuatro mujeres, murieron en los combates en Afrin, principalmente en bombardeos turcos, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, un grupo con sede en Gran Bretaña que monitorea la guerra civil
Ankara ve a la principal milicia kurda siria como una amenaza por sus lazos con los insurgentes kurdos en el sureste de Turquía. Las Unidades de Defensa Popular, o YPG, son un aliado clave de Estados Unidos contra el grupo EI y jugaron un papel clave para expulsar a los extremistas de buena parte del norte y este de Siria. El Ejército de Estados Unidos gestiona bases en territorio bajo control kurdo en el norte de Siria, pero no en Afrin ni sus alrededores.
El secretario estadounidense de Defensa, James Mattis, que está de gira por Asia, dijo el martes que los combates “alteran lo que era una zona relativamente estable de Siria” y “distraen de los esfuerzos internacionales” por atacar a lo que queda de las fuerzas del grupo extremista Estado Islámico en la región.
Un importante diplomático ruso acusó el miércoles a Estados Unidos de fomentar reportes no verificados sobre ataques con armas químicas en Siria para enturbiar las iniciativas de paz de Moscú. El gobierno sirio tachó los reportes de “mentiras”.
Estados Unidos y otros 28 países han lanzado una nueva iniciativa para identificar mejor y castigar a cualquiera que utilice armas químicas, entre nuevos reportes sobre un supuesto ataque de gas esta semana contra suburbios de Damasco controlados por rebeldes.
En una entrevista con la agencia de noticias Interfax, el viceministro de Exteriores, Sergey Ryabkov, dijo que Estados Unidos fomenta “reportes amañados, no verificados” sobre el supuesto empleo de armas químicas en Siria para socavar los esfuerzos de paz rusos.
Rusia acoge la semana que viene una ronda de conversaciones de paz sobre Siria en Sochi, un destino turístico junto al Mar Negro. Algunos miembros de la oposición siria han dicho que la negociación choca con las iniciativas de paz de Naciones Unidas.
Las declaraciones de Ryabkov seguían a los comentarios el día anterior del secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, sobre que Moscú “en definitiva tiene la responsabilidad por las víctimas” del supuesto ataque químico.
El Ministerio sirio de Exteriores afirmó que las acusaciones de Francia y Estados Unidos sobre un nuevo ataque químico forman parte del “ataque sistemático a Siria” y acusó a los países occidentales de bloquear las pesquisas y presionar a los investigadores tras ataques químicos previos.
Rusia y Estados Unidos acordaron en 2013 la retirada de todas las armas químicas de Siria. Desde entonces se han reportado varios ataques químicos, incluido uno el año pasado que llevó al presidente Donald Trump a lanzar un ataque de misiles como represalia contra una base aérea siria.
Las conversaciones en Sochi podrían verse eclipsadas por los fuertes combates en el noroeste de Siria, donde tropas turcas y fuerzas sirias aliadas luchan contra una milicia kurda.
Francia y Estados Unidos instaron el martes a Turquía a ejercer la moderación en su ofensiva sobre Afrin, donde Naciones Unidas estima que unas 5.000 personas han sido desplazadas por los combates.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, dijo que la incursión progresa “con éxito” y continuará hasta eliminar al último “terrorista”.
Erdogan renovó una amenaza de ampliar la ofensiva al este hacia la ciudad de Manbij, también controlada por combatientes kurdos con apoyo estadounidense, indicando que “limpiaremos por completo nuestra región de este problema”.
El mandatario añadió que tropas turcas y las fuerzas sirias aliadas habían matado al menos a 268 combatientes sirios kurdos desde el inicio de la operación el 20 de enero. Las tropas turcas sufrieron siete u ocho bajas, añadió.
Al menos 27 civiles, incluidos ocho niños y cuatro mujeres, murieron en los combates en Afrin, principalmente en bombardeos turcos, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, un grupo con sede en Gran Bretaña que monitorea la guerra civil
Ankara ve a la principal milicia kurda siria como una amenaza por sus lazos con los insurgentes kurdos en el sureste de Turquía. Las Unidades de Defensa Popular, o YPG, son un aliado clave de Estados Unidos contra el grupo EI y jugaron un papel clave para expulsar a los extremistas de buena parte del norte y este de Siria. El Ejército de Estados Unidos gestiona bases en territorio bajo control kurdo en el norte de Siria, pero no en Afrin ni sus alrededores.
El secretario estadounidense de Defensa, James Mattis, que está de gira por Asia, dijo el martes que los combates “alteran lo que era una zona relativamente estable de Siria” y “distraen de los esfuerzos internacionales” por atacar a lo que queda de las fuerzas del grupo extremista Estado Islámico en la región.