Por Robert Draper y Michael Gold/ The New York Times
El ex Presidente Donald J. Trump tiene espantosos elementos retóricos que le gusta desplegar en sus mítines políticos, incluyendo tiburones homicidas y turbinas eólicas que matan pájaros. En medio de la diatriba, tiende a pasar desapercibido un paréntesis menos morboso.
“Esas hermosas damas de Carolina del Norte están aquí otra vez”, observó Trump en un mitin en Mosinee, Wisconsin, el 9 de septiembre, desviándose de una perorata sobre las elecciones del 2020. Señaló hacia la parte superior de las tribunas y a una fila de una docena de mujeres impecablemente peinadas y con trajes de pantalón en colores brillantes. Saludaron y lanzaron besos a Trump, quien especuló que las mujeres habían asistido a “249 o algo así” mítines. “Eso significa que tienen dinero”, dijo con aprobación.
Trump ha señalado a las autodenominadas “Chicas de Carolina del Norte” en mítines este año desde Georgia hasta Arizona. Pero ellas son inusuales más allá de su ubicuidad.
Todas son miembros de una iglesia cristiana evangélica carismática en la diminuta Spindale, Carolina del Norte. La iglesia, Word of Faith Fellowship, ha generado controversia durante décadas por su insularidad tipo secta y el trato dado a niños y adultos que han sido juzgados por los líderes de la iglesia como pecadores.
Como han reconocido los líderes de la iglesia en procesos legales, Word of Faith se basa en una práctica conocida como oración “fuerte” o “explosiva”. Ex miembros de la iglesia han descrito a toda la congregación rodeando y gritándole a un miembro durante hasta una hora en un esfuerzo por expulsar el mal de la persona. Los funcionarios de la iglesia dicen que esta caracterización es exagerada.
Comenzando con un reporte en “Inside Edition”, una revista noticiosa de televisión, en 1995 y culminando con una serie de reportajes de investigación de The Associated Press que se convertiría en un libro en el 2020, ex miembros de la iglesia han descrito haber sido agredidos físicamente durante oraciones así.
En una entrevista, Matthew Fenner, un ex congregante que dijo a The Associated Press que tenía 19 años cuando cinco miembros de la iglesia le dieron una golpiza en 2013 por ser gay, dijo que Word of Faith racionalizó su trato brutal. “En su opinión, no estaban abusando de mí”, dijo. “Me estaban salvando”.
Word of Faith ha disputado estas afirmaciones. Como dijo Hannah Davies, una de las miembros que acuden de voluntarias a los mítines de Trump, en un testimonio en su sitio web: “Esta oración no es abusiva, a nadie se le pega, a nadie se le golpea, a nadie se le grita. Esta oración está llena de amor y libertad”.
En los mítines de Trump, éste nunca ha mencionado la iglesia a la que pertenecen las mujeres.
Las mujeres sirven como brazo voluntario del equipo de avanzada de la campaña. Llegan antes de un evento de Trump, instalan sillas en la sección VIP, atienden la mesa de registro de medios y desmontan la sección VIP después del mitin.
El abogado de la iglesia, Joshua Farmer, envió por correo electrónico una declaración de los miembros explicando qué motivaba su labor voluntaria.
“Dios ha hablado a nuestros corazones de que el Presidente Trump es la persona que conducirá a este País en la dirección correcta”, decía el comunicado. Los miembros de la iglesia no especificaron más razones religiosas por su apoyo al ex Presidente, sino que citaron sus “políticas sobre temas importantes”, incluyendo “economía, inmigración, política exterior y seguridad nacional”. En el comunicado, Farmer dijo que su esposa, Andrea Farmer, era una de las voluntarias. Otros representan la jerarquía superior de la iglesia, comenzando con Jane y Sam Whaley, los cofundadores de la iglesia.
La campaña de Trump no respondió a preguntas sobre los miembros de la iglesia, excepto para decir que el ex Presidente y su equipo “a menudo reconocen a estas seguidoras porque su apoyo entusiasta es una motivación para nosotros”.
En cambio, Trump ha mantenido las cosas simples al describir a las mujeres, como lo hizo en un mitin en Columbia, Carolina del Sur, a principios de este año: “Se ven tan ricas y hermosas”.
Simon J. Levien contribuyó con reportes a este artículo
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