¿Qué necesidad había de volver a utilizar la tribuna de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para lo mismo? Recomendarle ya es extemporáneo, igual, para nada. Como el esposo asesor en sus mejores tiempos. Pero a la ciudadanía nos asiste el derecho de reclamar, molestos o resignados, la pobre presentación, tan desaprovechada, de nuestra presidenta, la presidenta de Honduras, la primera mujer presidenta, la mejor madre de 4 hijos, la mejor esposa, la mejor hija, la que cumple, pero incumple, etcétera.
¡Es que no puede ser! Esperamos mucho más de ella. Y es que ella puede dar mucho más. Si así es. Es como en otros asuntos solo uno de buena voluntad. Determinarse a estar a la altura de las circunstancias. Pareciera que es el mismo guion o la puesta en práctica de un mismo patrón, el que siguen los muchachos impetuosos del gobierno: en camino aún lejano a la madurez, sus acciones buscan captar el aplauso del reducido entorno que los celebra.
Pero no pueden ser así, ni la presidenta ni los jóvenes imberbes políticos. Si, han de ser buenos, unos eficientes y honrados en el desempeño de sus cargos pero con una miopía tal que casi borran sus logros. Es a Honduras a la que sirven, ella y ellos. No hay que ser oposición para reprobar el discurso en la ONU de la presidenta de Honduras. ¿Qué ganamos con su obsecuencia con tiranías corruptas y unas, narcotraficantes? Los muchos millones que le enviaran a su esposo ya no pueden enviárselos. ¿O es para que no se los cobren? Nada de ofrecer restablecer la extradición, que como mínimo esperamos y la hubiera presentado en distinta forma, ni una sola propuesta concreta. Desconectada de Honduras y del mundo, si, porque tampoco es que logra algo con las dictaduras que defiende.
Nos identificamos con la lucha por los derechos humanos, de verdad, no su retórica ni una sola solución. La atención que atrajo a Honduras, no nos beneficia para nada. Ya no les crea a sus aduladores incompetentes, oportunidad perdida.