Cada día los indigentes van en aumento, pero a la par crece el sentimiento de esperanza de que se abran nuevas oportunidades.
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“Queremos que abran aunque sea las tiendas para uno ir a meter papeles y pedir trabajo para no andar aquí, asoleándose, porque es un sacrificio el que uno hace”, exclamó la joven Eva Luz, quien trabajaba en un supermercado dos meses atrás.
Estas expresiones no son de personas que están acostumbradas a vivir de la mendicidad, sino de hondureños que siempre han luchado para no ser una carga del Estado y que de forma honrada han logrado sobrevivir.
10 y 20%Podría aumentar la pobrezaen Honduras, si continúa de esta forma la pandemia y no se aplican medidas. |
La pandemia de Covid-19 y las decisiones del gobierno con los toques de queda han paralizado la economía y al mismo está evidenciando cómo las autoridades se han olvidado de darle oportunidad a la gente más necesitada y garantizarles el derecho a una buena salud, a tener asegurada su alimentación y de optar a una vivienda propia.
Hombres, mujeres, adultos mayores y lo más doloroso, niños, están durmiendo en las aceras, en las medianas o se han refugiado donde familiares porque los han corrido de los apartamentos o cuartitos que alquilaban.
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“No hay otra opción”, dijo a EL HERALDO una muchacha de buen vestir en uno de los semáforos de la capital, ella era dependienta de una tienda, pero la cerraron, ahora cubre por completo su rostro, al estilo musulmán y pide en las calles.
Mientras se esconde detrás de un árbol solicita que “por favor no me tome fotografías, no quiero que me miren en esto, mucha gente me conoce, pero ya no sé qué hacer, la luz sale cara y no hay comida”.
Los días pasan y mientras los expertos y el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (Sinager) recomiendan no salir a la calle, quedarse confinado en casa para miles de familias, no solo de la capital, sino que en la mayoría de ciudades del país, no es opción, tienen que pedir, mendigar aunque resulte penoso.
La calamidad se siente en los barrios y colonias de clase más pobre, pero también está llegando a la clase media que se ha quedado sin trabajo y desprotegida en su seguridad social.
Problemática
Las pancartas se elevan como barriletes a la orilla de las calles con expresiones escritas que conmueven a muchos, “una ayudita por favor, no tengo comida, me corrieron del trabajo...”.Si la pobreza en Honduras ya golpeaba al 65% de la población, con el Covid-19 podría aumentar en un 10 o 20%, según estimaciones de expertos del Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo Social de Honduras (Fosdeh).
Ismael Zepeda, economista del Fosdeh, indicó que hay empresas pequeñas y grandes que no han tenido ingresos por dos y casi tres meses y no pueden sostener a estos empleados.
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“La realidad es que se ha despedido y separado temporalmente a empleados, a algunos de forma parcial, otras empresas están trabajando a medio vapor, ha habido arreglo de contratos y a muchos les han reducido el salario”, explicó.
“El asunto es que si estas personas pierden el empleo, caen automáticamente en condiciones de pobreza y posiblemente en la indigencia como lo estamos viendo actualmente en las calles”, reflexionó Zepeda.
La Unidad Investigativa de EL HERALDO ha evidenciado cómo cientos de trabajadores que antes se sacaban un lempira del bolsillo para dar a las personas que mendigaban, ahora ellos apelan al buen corazón de otras personas.
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La necesidad que tienen sobrepasan el orgullo de estar en la casa y el hambre los manda a la mendicidad como primera opción, expuso Zepeda. Otros están pensando en emigrar y se va a retomar el fenómeno de las caravanas masivas hacia otros países y la tercera alternativa será la informalidad.
La informalidad tienen otras complicaciones como el no acceso a la seguridad social, a créditos, es decir, se vuelven vulnerables y desprotegidos por el mismo Estado, porque lo que hacen es vender cosas o poner negocios para sobrevivir.
Lo primero que debió pasar fue proteger los empleos formales, crear políticas para proteger al trabajador para mantener ciertos empleos, porque en estos momentos unas 150 mil personas están separadas de su trabajo, aparte de los que están despedidos.
Cosas peores
Este dato visualiza que vienen cosas peores, porque eso ha sucedido solo en el sector formal, pero en el informal como restaurantes, cafeterías, mercaditos y los que viven de su oficio como albañiles, mecánicos, carpinteros o los que tienen un puesto en el mercado suman como mínimo 500 mil personas, estimó el analista del Fosdeh.Indicó que estas condiciones de pobreza hay que verlas también como un elemento aprovechado por los políticos, ya sea de oposición o continuismo. Los que están en el gobierno puede salir con grandes banderas, porque son los únicos que pueden revertir esto en este momento.
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El efecto psicológico en las familias hasta el momento es fuerte y todos extrañan cómo vivían, dónde vivían, los trabajos, las costumbres, el abrazo, los saludos y muchas cosas que han cambiado.
Así lo expresó a EL HERALDO el psiquiatra Javier Uclés, al tiempo de asegurar que cuando la persona ha perdido su empleo o la situación económica está muy mala, entran en desesperación, se ponen tristes, angustiados y desesperados.
Como primera alternativa puede ser que busquen ayuda con familiares, amigos, vecinos y si no la hallan, no les queda más que ir a las calles a pedir.
“Lo adecuado en este momento es que nos despertáramos y como el papa Francisco lo ha dicho siempre, la solidaridad es muy importante, y eso hace falta, más solidaridad de los vecinos, los familiares, amigos y que todos cedamos un poco”, recomendó.
Para los expertos del Fosdeh, las autoridades deben comenzar a trabajar en un plan de apoyo para los hondureños que se han quedado sin empleo, para las madres solas y para los niños que no tienen alimento ni educación. Una alternativa es fomentar el crédito para que las personas puedan emprender y que los negocios que ya estaban establecidos puedan reabrir operaciones y recontratar a su personal.
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Además, debe haber medidas de apoyo directo como ampliar la moratoria de impuestos y alargar el pago de los servicios públicos para las personas que perdieron sus ingresos y para las empresas que deben comenzar de nuevos, debido a los efectos que está presentando la pandemia.
Se debe mejorar la entrega de alimentos identificando a los hondureños más vulnerables, con raciones que permitan que las familias no tengan que salir a exponerse por obtener el pan de cada día y contraer el virus.