TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El repunte de asesinatos en Honduras en los primeros seis meses de 2021 es relativo, pues si se compara con el año pasado —que prácticamente se vivió en encierro— aumenta, pero si se analiza contra 2019 —cuando la libertad de movilidad en el país era similar— disminuye.
“A ojo de buen cubero” hay una gran reducción en zonas históricamente violentas, a pesar de la percepción por un repunte de asesinatos en las últimas semanas en el territorio.
Lo que no se puede cuestionar es que la violencia migró al interior. Mientras Francisco Morazán bajó las cifras, Cortés las mantiene, otros departamentos como Olancho, Comayagua y Santa Bárbara han sacado a la luz un lado oscuro y peligroso.
Hasta el 15 de junio de 2021 al menos 1,650 personas han perdido la vida, 190 más que en el mismo período de 2020, cuando existía un permanente toque de queda y miedo al covid-19, pero 90 menos que en 2019, según cifras de la Secretaría de Seguridad facilitadas vía una solicitud de información.
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Homicidios en 2021
Esta vez le tocó a un sujeto —1,507 de las 1,650 personas asesinadas en lo que va del año eran del sexo masculino— que terminó recostado sin vida entre la puerta de su vehículo y la calle en un intento de huir que no le alcanzó para seguir vivo.
El tipo aparentemente joven —63% de los hondureños asesinados en lo que va del año tenían entre 20 y 40 años— se conducía solo cuando fue interceptado por varios sicarios.
El acto violento se suscitó muy cerca del estadio de fútbol Carlos Miranda, casa de “Los burros” del Club Hispano en la excapital de Honduras, Comayagua —este es uno de los siete departamentos, en los que sorpresivamente no están Francisco Morazán ni Cortés, que ya superó las cifras de homicidios del año pasado—.
El asesinato formará parte de las cifras de junio que repunta con violencia, aunque difícilmente va a superar a mayo, que reportó 334 muertes violentas, para un penoso promedio de 11 muertes violentas al día en un país que no está en guerra desde 1969 cuando luchó por algunas horas con El Salvador.
La Unidad de Datos de EL HERALDO Plus analizó las cifras de homicidios en lo que va de 2021 y las comparó con los dos años anteriores. La pandemia bajó los índices por algún tiempo, pero el crimen no descansa.
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Impunidad
La violencia migró al interior del país este año o por lo menos eso es lo que demuestran las cifras de violencia, donde Francisco Morazán —con la sangrienta Tegucigalpa— y Cortés —con la antes ciudad más violenta del mundo, San Pedro Sula— dejaron los reflectores a otros departamentos que pese a que reportan menos muertos, ya superaron los decesos del 2020 e incluso los de 2019, cuando no había toque de queda.
El caso más notorio es el departamento de Olancho, que suma en lo que va del año 139 homicidios —el 1 de enero reportó una masacre de cuatro personas en su cabecera departamental—, estos son 49 más que en todo el mismo periodo del año pasado y 18 más que en el mismo lapso de 2019.
Otro departamento que pernocta con la muerte es Comayagua, que en 2019 registró 97 personas fallecidas de forma violenta; en 2020 con la pandemia bajó a 77, pero este año ya lleva 108 muertes.
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El “top tres” de departamentos que se han vuelto más violentos está completado por Santa Bárbara, que llegó a 95 víctimas de la inseguridad, 31 más que las registradas en 2020.
Otros departamentos como Intibucá, Cortés, Choluteca, Atlántida y Yoro también superaron la cantidad de homicidios que habían registrado en los primeros seis meses del año pasado, pero con menos casos.
En total en Honduras hasta el 15 de junio habían fallecido 1,650 personas en un contexto de violencia, 190 más que en el 2020 —la mayor parte del tiempo se respetó más el toque de queda por la pandemia— y 97 personas menos que en el 2019, cuando el covid-19 no ponía a sufrir al mundo entero.
¿Qué muestran las cifras?
Los datos obtenidos por la Unidad de Datos de EL HERALDO Plus muestran que en Cortés (359) es donde más personas han muerto de forma violenta en seis meses.
Le sigue alejado Francisco Morazán (218) que puede —sin presumir— evidenciar que tiene 86 personas asesinadas menos que el año pasado, cuando 304 fallecieron —murieron más personas en el tiempo más crítico de la pandemia—, y 63 personas menos que en 2019 (281 víctimas).
El tercer lugar es para el departamento de Yoro (148), cuarto Olancho (139) y quinto para Comyagua (108), siendo Valle (16) y Gracias a Dios (3) las zonas de Honduras con
menos homicidios.
Respecto al sexo, la indignación que ocasionan los femicidios continúa tocando el sentimiento de los hondureños, aunque en números fríos, por cada mujer que asesinan en el país, 11 hombres pierden la vida en la misma condición.
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En total, según el informe, 1,650 personas perdieron la vida hasta el 15 de junio, 1,507 hombres, 137 mujeres y seis personas de las cuales no hay datos.
Si se comparan los homicidios por sexo con respecto al a?o pasado, hay una reducción en las mujeres de 11 casos y un aumento de 196 en hombres.
En orden descendente el mes con mayor número de víctimas en lo que va del año fue mayo (334), luego marzo (329), enero (287), febrero (279), abril (271) y para terminar con junio (150), que todavía está por culminar y ha reportado un total de seis masacres, siendo un mes movido.
El informe detalló que las enemistades personales (769) son la causa común de asesinatos en Honduras, coincidiendo con el 2020 (684) y el 2019 (684).
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La segunda causa —y seguramente la que más provoca molestia a los hondureños— es “En proceso de investigación”, con 362, que también ocupó el mismo lugar los dos años anteriores.
Los pleitos entre maras (127) son la tercera causa, mientras que el robo (87) y la riña (85) le siguen un poco más alejados.
Los demás causas las comparten drogas ilícitas (78), problemas pasionales (67), riña (17), extorsión (16) y conflictos por terreno (12).
Sorpresivamente de las 1,650 muertes reportadas solo tres son motivadas por el sicariato, el resto lo conforman violencia intrafamiliar (4), acción policial (2), negligencia con armas de fuego (3), pleito herencia (3), entre otra gran cantidad de motivos que dejan luto en la
sociedad hondureña.
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