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Sobreviviente al ataque nuclear de Hiroshima: 'No debemos permitir otra bomba atómica”

Hiroko Kishida a sus 80 años recuerda los duros momentos que vivieron en Hiroshima cuando lanzaron la bomba atómica

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06.04.2019

HIROSHIMA, JAPÓN.- En su rostro aún se refleja el amargo recuerdo de los momentos que vivió el 6 de agosto de 1945 a las 8:15 de la mañana. Ella apenas tenía seis años y se hallaba a 1.5 kilómetros de donde explotó la primera bomba atómica lanzada en el mundo.

“Nunca debemos permitir otra guerra, nunca debemos permitir el uso de otra bomba atómica”, clamó Hiroko Kishida, sobreviviente de la bomba atómica lanzada en Hiroshima, Japón.

EL HERALDO, en una visita a Hiroshima, como parte del programa Juntos 2019, conoció el testimonio de Kishida, quien ahora cuenta cómo pasaron aquellos duros momentos y ruega porque no se vuelvan a repetir.

Al dar su testimonio, en ningún momento mostró rencor hacia Estados Unidos, solo agradecimiento a algunos ciudadanos de otros países que llegaron a tenderles la mano después de la gran tragedia.

Es de los pocos testigos vivientes que aún quedan, pues la mayoría de personas que estaban en aquel momento ya superan los 80 años de edad.

Foto: El Heraldo

Hiroko Kishida es de las pocas sobrevivientes de la bomba atómica lanzada en Hiroshima, Japón, el 6 de agosto de 1945.
Ese día, casi al final de la sangrienta Segunda Guerra Mundial todo parecía normal, a pesar de que la amenaza de bombardeo era inminente a cada hora.

La señora comenzó contando que a las 8:15 de la mañana del 6 de agosto de 1945 se escuchó una gran explosión en Hiroshima y una nube en forma de hongo cubrió el cielo.

Esta ciudad era una de las zonas más industriales de Japón y el blanco perfecto para los enemigos. Nadie se esperaba un ataque nuclear y mucho menos que causaría la muerte de 140 mil civiles solo en esta ciudad.

Ya pasaron 74 años, desde ese acontecimiento que aún es repudiado por el mundo y Kishida recuerda cómo en tres segundos la bomba destruyó parte de la desarrollada ciudad.

Reseñó que la bomba cayó en la zona central de Hiroshima, donde había mucho comercio y el epicentro fue el Centro de Promoción Industrial, que era el orgullo para los habitantes de la ciudad. Este lugar ahora se llama la cúpula de la bomba atómica o también cúpula Genbaku.

La bomba cayó 600 metros arriba de esta cúpula y fue de los pocos edificios que quedaron en pie y es el único que aún se preserva. En la mente de la sobreviviente del ataque nuclear los recuerdos están vivos y por eso se motivó a contarlos desde hace diez años.

En un aniversario de este hecho cuando compartía su experiencia a niños de escuelas, las autoridades de Hiroshima la convocaron para dar testimonio de lo que sucedió aquel día para que las nuevas generaciones y visitantes lo sepan de su propia voz.

Hiroshima antes del ataque nuclear era una de las principales ciudades del imperio japonés.

Hiroshima antes del ataque nuclear era una de las principales ciudades del imperio japonés.
Así, reseñó que el cielo estaba despejado, pero cuando cayó la bomba todo se convirtió en un infierno. A pesar de que estaba a 1.5 kilómetros del epicentro, ella sentía que irradiaban los rayos de calor intensos y había radiación en todas direcciones.

La temperatura de la superficie en su zona llegó a unos 3,000 grados centígrados, causando la muerte de miles de personas al instante. No se sabe exactamente el número de personas que habitaban Hiroshima al momento de la explosión, pero se presumen que había 350 mil.

La razón que escogieron a Hiroshima para el ataque fue por su geografía, ya que está rodeada de montañas y se podía comprobar mejor el efecto de la bomba, por eso junto a Nagasaki las escogieron entre siete ciudades.

Con voz suave y mostrando un gesto de tristeza, la señora Kishida reseñó que al momento del ataque ella estaba en su casa con su abuelo que sufría de parálisis, su madre y sus dos hermanos, uno de ocho años y otro de cuatro, mientras que su padre estaba en China como soldado.

A las 7:00 de la mañana sonó la alarma que anunciaba posibles bombardeos y se fueron a un refugio, pero a las 7:30 se suspendió la alarma y su hermano de ocho años, que estaba en segundo grado, se fue a la escuela.

Las palabras de su madre todavía pasan por su mente, al exclamar que le resultaba extraño que habían apagado las sirenas de alarma, pero que el avión enemigo seguía sobrevolando la zona.

En el Parque Memorial de la Paz en Hiroshima miles de personas llegan a rendirle tributo a las víctimas.

En el Parque Memorial de la Paz en Hiroshima miles de personas llegan a rendirle tributo a las víctimas.
Kishida, curiosa como toda niña de seis años, se fue a una parte de la casa y corroboró que el avión seguía sobrevolando la zona, pero a los minutos escuchó un estruendo y se desmayó.

Cuando recobró la conciencia se dio cuenta que estaba debajo de la tierra y gritó “mamá, socorro, ayúdame” y milagrosamente su progenitora la salvó, pero alrededor todas la viviendas fueron destruidas.

Todos en su casa habían sobrevivido gracias a que una viga de la casa sostuvo una pared, pero su abuelo no podía caminar y les dijo huyan, no se preocupen por mí y su mamá le prometió que iban a regresar por él, pero cuando lo hizo fue demasiado tarde.

Todos los habitantes de Hiroshima huyeron hacia el norte, nadie llevaba zapatos y en el camino pisaban escombros, piedras y vidrios.

Apenas habían pasado diez minutos de haber comenzado a caminar cuando empezó a llover, pero eran gotas negras y mucha gente murió, porque la lluvia estaba llena de sustancias radioactivas y ellos se cubrieron en un cultivo de tomate.

Después de un rato dejó de llover y siguieron su camino, en la tarde llegaron a la casa de un agricultor que preparaba muchas bolitas de arroz para ofrecer a los afectados por la bomba. “Era un sabor tan rico, creo que es la bolita de arroz más rica del mundo que he probado”, contó.

Su madre se instaló en la casa de una amiga a unos 20 kilómetros de Hiroshima, pero regresó a la casa y todo estaba en cenizas, su objetivo era encontrar a su hijo de ocho años, que se había ido para la escuela y lo halló a los 13 días.

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