Siempre

“El cuento de la guerra” y la tradición literaria

Este libro de cuentos de Eduardo Bähr, lejos de envejecer, ha sabido resistir los embates del medio siglo desde su aparición
06.06.2022

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Con “El cuento de la guerra” publicado en 1973, Eduardo Bähr (1940) se consagró como el mejor intérprete de la sensibilidad literaria hondureña de buena parte de la segunda mitad del siglo XX.

Impresionantemente bien escrito, ese volumen de relatos cuya orquestación temática gira alrededor del conflicto armado honduro-salvadoreño de julio de 1969, representa, asimismo, un logro singular del trabajo creativo del autor: constituye su obra maestra.

Se trata de seis cuentos donde relumbra la escogencia apta de las palabras y el poder que estas le confieren al tejido narrativo: no en vano permanecen aún frescas y seductoras tras más de cincuenta años de haber sido escritos.

Hay que recordar que el libro ganó el Premio Nacional de Cuento “Arturo Martínez Galindo” en 1971, y contó con Sergio Ramírez y Ramón Oquelí como miembros del jurado.

Qué duda cabe que la cultura literaria hondureña se enriqueció enormemente con “El cuento de la guerra”, cuya significancia imaginativa sólo es comparable, en su generación, con la obra narrativa de Marcos Carías (1938-2018) y “El árbol de los pañuelos”, de Julio Escoto (1944).

La prosa de Eduardo Bähr se articula a través de inconfundibles toques y marcas lingüísticas propias, en las que el humor y la ironía no hacen sino ensanchar y complementar la capacidad de invención y de crear tramas y caracteres únicos.

El método de composición del autor se nutre de la sutileza de sus intuiciones psicológicas y, por supuesto, de su imaginación creativa.

Ello se veía venir desde su primer libro “Fotografía del peñasco” (1969), donde se destacaba una articulada organización verbal que subrayaba el carácter literario de la escritura o, mejor, se constituía en un acto deliberado de moldeamiento de la historia de la literatura hondureña, desembarazada por fin de la impronta del costumbrismo y de la carencia de libertad de fabulación.

En sus libros posteriores, tanto del ciclo de literatura infantil, “Mazapán” (1982), “El diablillo achís” (1991) y “Malamuerte” (1997), como en “La fiesta umbría” (2016), rica en erotismo, Eduardo Bähr supo desplegar el mismo arrojo y habilidad narrativa, y construye de nuevo obras de arte a partir de palabras forjadas con esmero artesanal que desembocan en una producción literaria del todo vigente.

En efecto, “El cuento de la guerra”, lejos de envejecer, ha sabido resistir los embates del medio siglo desde su aparición y bien merece que una nueva camada de lectores lo lean y se deleiten con él, como parte esencial de lo mejor de la tradición literaria hondureña.