Tras más de 18 años de “revolución bolivariana”, conducida primero po r Hugo Chávez y después por Nicolás Maduro, el modelo político impuesto en el año 1999, después de una victoria en las urnas, parece haber llegado a su fin por múltiples razones.
El fracaso es evidente en todos los órdenes, pero especialmente en el económico, donde el país ha pasado del desabastecimiento a la hambruna.
También se han roto las reglas de juego del sistema político, la democracia se ha vaciado de contenidos y al estallido social le ha sucedido la protesta masiva en las calles venezolanas, tal como se está viendo en estos días y que ha sido contestada con una brutal represión por parte de un régimen que se resquebraja por momentos.
Parece que no hay salida, el diálogo sigue ausente y el gobierno venezolano ha optado por la peor de las respuestas: el uso de la fuerza contra la disidencia y una retórica beligerante y agresiva contraria a las más elementales formas del sentido común.
El tiro y afloja continúa. El reciente asalto al parlamento, donde las hordas “revolucionarias” de Maduro atacaron con saña y violentamente a decenas de empleados, diputados y periodistas indefensos, mostró al mundo con claridad la brutalidad sin ambages de dudas de la narcodictadura de Caracas.
Luego, el régimen pareció ceder y liberó al preso político más conocido del continente, Leopoldo López, dándole casa por cárcel, pero tampoco eso detendrá las protestas ni el hastío de un pueblo cansado de esperar en la cola de la historia.
Los previsibles escenarios hacia donde puede avanzar Venezuela
“Si en largos años de bonanza petrolera no se logró diversificar la economía, ¿cómo se logrará ahora en la ruina absoluta del sistema?”, señalaba el economista antaño chavista Heinz Dieterich al referirse al actual momento por el que atraviesa Venezuela.
En efecto, con los precios del petróleo en caída, siendo absolutamente dependientes de las importaciones del exterior para casi todos los productos, con la producción y el campo paralizados y la gente en la calle demandando cambios, junto a otros elementos que darían para un análisis más extenso, el régimen bolivariano se encuentra en un laberinto histórico y, parafraseando a Gabriel García Márquez, ¡carajos qué laberinto!
Cuatro son los previsibles escenarios que se vislumbran ante la crisis que actualmente vive Venezuela y que a continuación trataremos de analizar en profundidad:
1. Apertura de unas negociaciones políticas entre la oposición y el régimen de Maduro
Este escenario contemplaría que se concreten unas negociaciones políticas forzadas por la comunidad internacional o algunos actores cualificados con alguna influencia sobre el régimen de Maduro.
El problema es que la mayor parte de esas tentativas han fracasado hasta ahora y que varios de los actores que podrían propiciar el diálogo, como el Vaticano, Unasur, el grupo de expresidentes o la OEA, han quedado seriamente desacreditatos en la búsqueda de la apertura de un diálogo.
O bien han sido desautorizados por la oposición, como Unasur y el grupo de expresidentes, o por el régimen, como ha sido el caso de la OEA. No se vislumbran nuevas acciones que puedan llevar a ese escenario y tras el fracaso inicial del Vaticano parece que no habrá más mediaciones por parte del Papa.
Pero en política nada está escrito y la situación es tan volátil que cualquier acción imprevisible no debe descartarse. De difícil cumplimiento, pero no imposible.
2. El régimen haría concesiones ante una previsible derrota electoral en próximos comicios
El segundo escenario -quizá el menos previsible- es que el régimen ceda ante un nuevo varapalo electoral en la próxima convocatoria prevista para elegir una Asamblea Constituyente.
La gran duda reside en saber si finalmente se celebrarán las elecciones, en el actual contexto de protestas y parálisis del país, y si la oposición tomará parte en las mismas. Existen serias dudas de si se dan las circunstancias para unas elecciones libres y competitivas, toda vez que el régimen juega con un gran ventajismo y ya cometió fraudes en algunas ocasiones.
Si la oposición no participa -algo que ya hizo en el pasado y constituyó un gran error- las elecciones y la misma Asamblea Constituyente quedarían deslegitimadas ante los ojos de la comunidad internacional y la agonía del régimen continuaría sin remisión.
También podrían ser convocadas unas elecciones regionales -dilatadas sine die desde diciembre- y que los chavistas cosecharan una derrota sonora que les hiciera sentarse en una mesa de negociaciones (¿?).
3. Una respuesta violenta por parte del régimen venezolano “a la rumana” o “a la siria” ante las protestas
En 1989, en medio de una gran protesta popular, el régimen comunista de Rumania, que conducía Nicolae Ceausescu, decidió responder con la fuerza ante las manifestaciones y protestas que se sucedían a lo largo y ancho del país en su contra.
El dictador sacó los tanques a la calle y respondió al clamor popular que pedía cambio (y alimentos) con una brutal represión que se saldó con centenares de muertos. El resultado: de la protesta se pasó a la conmoción internacional y la dictadura cayó en unos días ante la salida a las calles de millones de rumanos cansados de esperar en la cola de la historia.
La misma respuesta dio el régimen sirio de Bashar al-Asad cuando comenzaron las protestas en las calles de Damasco, causando miles de represaliados, el comienzo de una guerra civil y una agonía interminable que ya ha causado casi 400,000 muertos y que todavía dura.
¿Optará Maduro por la vía rumana o siria para salvar a su inútil régimen? La respuesta la tendremos en las próximas semanas, aunque dado el carácter de Maduro, todo es posible en estos momentos. La sangre ya corre en las calles de Venezuela.
4. Una confrontación civil -no una guerra civil- en un contexto de colapso económico y político del régimen sin precedentes en medio de una gran protesta
No debemos descartar este escenario, bastante previsible a tenor del nivel de crispación y cansancio de millones de venezolanos, y que incluso se den enfrentamientos entre los mismos miembros de las Fuerzas Armadas y los cuerpos de seguridad, dado el agotamiento que están generando las protestas y el hastío psicológico de estos funcionarios por haberlos convertido en los esbirros de un régimen impopular, incompetente hasta la médula, ineficaz y brutal a los ojos de cualquier observador imparcial.
Sería el peor de los escenarios, pero no se debe descartar.