Literatura
TEGUCIGALPA, HONDURAS. - “La capacidad y gusto por la lectura da acceso a lo que ya ha sido descubierto por otros”. Abraham Lincoln
“La lectura es para la mente lo que el ejercicio es para el cuerpo”. Joseph Addison
“El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”. Miguel de Cervantes
“No hay amigo tan leal como un libro”. Ernest Hemingway
Y así podría seguir citando lo que escritores han dicho sobre la lectura y el libro a lo largo de la historia.
Lo cierto es que un buen libro es una buena compañía, siempre.
Y si nos centramos en los beneficios de la lectura a nivel de la mente, pues agudiza la astucia, estimula el conocimiento, la percepción, la concentración y la empatía.
La lectura activa regiones cerebrales que propician la imaginación y retardan la demencia. La lectura también favorece la expresión y el lenguaje...
Bueno, el propósito es motivarle a leer, si 2021 fue un año improductivo como lector, 2022 se despliega con sus doce meses como el año ideal para cultivar, retomar o fortalecer ese hábito.
Y como dice Mark Twain: “La persona que no lee buenos libros no tiene ventaja sobre el que no puede leer”... Así que si va a invertir su tiempo, que sea en buenas lecturas, y por ello consultamos a críticos y escritores para que le den una guía de recomendaciones. Poesía, cuento, novela y ensayo son parte del compendio.
Hernán Antonio Bermúdez, crítico literario: “Doce cuentos negros y violentos” (Mimalapalabra Editores). Reúne relatos de una docena de narradores hondureños, entre los que se destacan Dennis Arita, Samuel Trigueros, Giovanni Rodríguez y Mario Gallardo. En la mayoría de ellos resplandece la ciudad de San Pedro Sula, cuya violencia se convierte en conducto para abordar las peculiaridades de la vida cotidiana en la costa norte mediante el empleo de un lenguaje diestro y afilado.
Giovanni Rodríguez, escritor: “Subida al cielo y otros cuentos”, de Roberto Castillo (Mimalapalabra Editores). Un excelente volumen de cuentos publicado por Roberto Castillo en 1980, a sus 30 años de edad, ideal para iniciar con la lectura de la obra de este grandísimo autor hondureño al que las nuevas generaciones de narradores de este país deberían conocer, para que disfruten y aprendan cómo se hace la buena literatura.
Néstor Ulloa, poeta: “El infinito en un junco”, de Irene Vallejo. Un hermoso ensayo sobre la historia del libro en el mundo antiguo, contada como si el lector asistiera a una velada en torno a una fogata, bajo un cielo estrellado. Es un hermoso viaje a través del tiempo, para encontrarnos con ese maravilloso objeto llamado libro y conocer sus procesos y que, con los recursos de la oralidad milenaria, nos transporta y nos hace vivir cada una de las etapas de la antigüedad, en donde la constante para las culturas en desarrollo fue la necesidad, casi obsesiva, de fijar en un soporte su historia y su pensamiento, como una forma de prueba de existencia, de cara a la eternidad.
Marco Antonio Madrid, poeta: “Un mundo para todos dividido”, de Roberto Sosa. Es un poemario que rompe con el esquema modernista (Rubén Darío, Juan Ramón Molina). La obra de Roberto Sosa es fundamental. También hay un equilibrio entre fondo (denuncia de la inequidad e injusticia de una sociedad capitalista que colapsa) y forma (verso libre y de pie quebrado con un alto nivel de precisión semántica y estética). Además es un estilo único en la poesía contestataria de Vanguardia, no hay violencia en su palabra, hay denuncia, ternura y tristeza por no poder cambiar lo inexorable.
Carlos Lanza, crítico: “Resquicios”, Hernán Bermúdez (Mimalapalabra Editores). Texto fresco sobre producciones clásicas y contemporáneas de literatura hondureña. Igualmente recomiendo: “Salir del cuerpo”, de Néstor Ulloa (Editorial Efímera). Un poemario humano, fuego de pasiones prohibidas. “Inyama”, antología poética de Livio Ramírez (Casasola Editores). Un texto que reúne lo mejor de la poesía de uno de los grandes maestros de la poesía hondureña.
Luis F. Lezama, escritor: “La contadora de películas”, Hernán Rivera Letelier. La historia de María Margarita, la niña de un pueblo remoto de Chile que iba al cine para volver a casa a contarle a toda su familia la película, es un tesoro escondido de la literatura latinoamericana. Es un libro corto. No exagero cuando digo que se puede leer en día y medio, por mucho dos. Sin embargo, su efecto, como el de las grandes historias, es eterno. Consejo: tenga un pañuelo a mano antes de sentarse a leerlo.
Livio Ramírez, poeta: “El manifiesto de David”, Francisco Morazán. Escrito por Francisco Morazán en 1841. Está dirigido al pueblo de Centroamérica y contiene su argumentario político esencial. Caracteriza a sus enemigos ideológicos y funda nuestra literatura liberacionista.
“La lectura es para la mente lo que el ejercicio es para el cuerpo”. Joseph Addison
“El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”. Miguel de Cervantes
“No hay amigo tan leal como un libro”. Ernest Hemingway
Y así podría seguir citando lo que escritores han dicho sobre la lectura y el libro a lo largo de la historia.
Lo cierto es que un buen libro es una buena compañía, siempre.
Y si nos centramos en los beneficios de la lectura a nivel de la mente, pues agudiza la astucia, estimula el conocimiento, la percepción, la concentración y la empatía.
La lectura activa regiones cerebrales que propician la imaginación y retardan la demencia. La lectura también favorece la expresión y el lenguaje...
Bueno, el propósito es motivarle a leer, si 2021 fue un año improductivo como lector, 2022 se despliega con sus doce meses como el año ideal para cultivar, retomar o fortalecer ese hábito.
Y como dice Mark Twain: “La persona que no lee buenos libros no tiene ventaja sobre el que no puede leer”... Así que si va a invertir su tiempo, que sea en buenas lecturas, y por ello consultamos a críticos y escritores para que le den una guía de recomendaciones. Poesía, cuento, novela y ensayo son parte del compendio.
Escritores y críticos recomiendan libros para 2022
Isolda arita, directora de Guaymuras: “Del asombro y la gracia: Notas de paso”, Ismael Moreno (Editorial Guaymuras). Reúne las andanzas, luchas, anécdotas y discretos recuerdos de una vida. Sin otro concierto que el dictado por la respiración un poco anárquica de la memoria, responde a un propósito ajeno, a toda pretensión de trascendencia, para darle cabida a la esperanza, al humor y a la riqueza de los hechos cotidianos.Hernán Antonio Bermúdez, crítico literario: “Doce cuentos negros y violentos” (Mimalapalabra Editores). Reúne relatos de una docena de narradores hondureños, entre los que se destacan Dennis Arita, Samuel Trigueros, Giovanni Rodríguez y Mario Gallardo. En la mayoría de ellos resplandece la ciudad de San Pedro Sula, cuya violencia se convierte en conducto para abordar las peculiaridades de la vida cotidiana en la costa norte mediante el empleo de un lenguaje diestro y afilado.
Giovanni Rodríguez, escritor: “Subida al cielo y otros cuentos”, de Roberto Castillo (Mimalapalabra Editores). Un excelente volumen de cuentos publicado por Roberto Castillo en 1980, a sus 30 años de edad, ideal para iniciar con la lectura de la obra de este grandísimo autor hondureño al que las nuevas generaciones de narradores de este país deberían conocer, para que disfruten y aprendan cómo se hace la buena literatura.
Néstor Ulloa, poeta: “El infinito en un junco”, de Irene Vallejo. Un hermoso ensayo sobre la historia del libro en el mundo antiguo, contada como si el lector asistiera a una velada en torno a una fogata, bajo un cielo estrellado. Es un hermoso viaje a través del tiempo, para encontrarnos con ese maravilloso objeto llamado libro y conocer sus procesos y que, con los recursos de la oralidad milenaria, nos transporta y nos hace vivir cada una de las etapas de la antigüedad, en donde la constante para las culturas en desarrollo fue la necesidad, casi obsesiva, de fijar en un soporte su historia y su pensamiento, como una forma de prueba de existencia, de cara a la eternidad.
Marco Antonio Madrid, poeta: “Un mundo para todos dividido”, de Roberto Sosa. Es un poemario que rompe con el esquema modernista (Rubén Darío, Juan Ramón Molina). La obra de Roberto Sosa es fundamental. También hay un equilibrio entre fondo (denuncia de la inequidad e injusticia de una sociedad capitalista que colapsa) y forma (verso libre y de pie quebrado con un alto nivel de precisión semántica y estética). Además es un estilo único en la poesía contestataria de Vanguardia, no hay violencia en su palabra, hay denuncia, ternura y tristeza por no poder cambiar lo inexorable.
Carlos Lanza, crítico: “Resquicios”, Hernán Bermúdez (Mimalapalabra Editores). Texto fresco sobre producciones clásicas y contemporáneas de literatura hondureña. Igualmente recomiendo: “Salir del cuerpo”, de Néstor Ulloa (Editorial Efímera). Un poemario humano, fuego de pasiones prohibidas. “Inyama”, antología poética de Livio Ramírez (Casasola Editores). Un texto que reúne lo mejor de la poesía de uno de los grandes maestros de la poesía hondureña.
Luis F. Lezama, escritor: “La contadora de películas”, Hernán Rivera Letelier. La historia de María Margarita, la niña de un pueblo remoto de Chile que iba al cine para volver a casa a contarle a toda su familia la película, es un tesoro escondido de la literatura latinoamericana. Es un libro corto. No exagero cuando digo que se puede leer en día y medio, por mucho dos. Sin embargo, su efecto, como el de las grandes historias, es eterno. Consejo: tenga un pañuelo a mano antes de sentarse a leerlo.
Livio Ramírez, poeta: “El manifiesto de David”, Francisco Morazán. Escrito por Francisco Morazán en 1841. Está dirigido al pueblo de Centroamérica y contiene su argumentario político esencial. Caracteriza a sus enemigos ideológicos y funda nuestra literatura liberacionista.