TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Los actos de violencia en el país no se cometen exclusivamente contra el ciudadano de a pie, el común y corriente.
Los hechos demuestran que uno de los sectores golpeados por la criminalidad es la clase política y quienes rodean a las figuras que tienen cuotas de poder, sin distingo de la afiliación que estas tengan.
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Prueba de esta tesis son los ataques que han sufrido, directa e indirectamente, tres ediles hondureños en menos de 20 días en el mes de octubre del presente año.
Entre el 10 y ayer 29 de octubre, dos guardaespaldas fueron asesinados y un alcalde fue objeto de un atentado armado en la zona oriental del país.
Los tres ataques
El jueves 10 de octubre, el edil de Güinope, Edilberto Espinal, fue víctima de un ataque ejecutado por sicarios cuando viajaba a bordo de un vehículo estatal procedente de ese municipio con dirección a la capital.
Espinal resultó con varias heridas de arma de fuego y fue llevado de emergencia a una clínica privada en esta ciudad.
Once días después, el pasado 21 de octubre, en una carretera solitaria hacia la comunidad de San Pedro de Catacamas, en las afueras de esa ciudad, fue encontrado calcinado dentro de un carro el guardaespaldas de Lincoln Figueroa, alcalde de Catacamas, Olancho. El hombre fue identificado como Elvis Salazar, uno de los empleados de confianza de Figueroa, quien fue raptado la noche del sábado 19 y hallado muerto el domingo.
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Este martes frente al edificio de la comuna del municipio de Victoria, en el departamento de Yoro, el escolta del alcalde fue ultimado a disparos alrededor de las 8:00 de la mañana frente a muchos pobladores de ese pueblo.
El fallecido respondía en vida al nombre de Natanael Juventino Martínez (38), uno de los colaboradores de confianza del alcalde Sandro Martínez.
Las autoridades policiales no han esclarecido si las dos últimas embestidas a los guardaespaldas son una amenaza contra los ediles de Catacamas y Victoria o hechos aislados
