Tres jóvenes hondureñas creían haber encontrado un buen trabajo, que les generaría buenos ingresos para salir adelante.
Sin embargo, ignoraban que todo se trataba de una trama de delincuentes para explotarlas sexualmente.
Según el expediente de la denuncia, a las tres jóvenes les ofrecieron empleo, garantizándoles que ganarían muy bien, y todo parecía normal.
Pero poco después se enteraron cual sería el trabajo a desempeñar y se negaron a seguir con los imputados identificados como Roselí Bustillo y Jorge Bustillo.
Bajo amenazas las obligaron a firmar un contrato donde les manifestaban que pertenecían a una organización criminal, y por lo tanto debían obedecer todo lo que ellos les ordenaran.
En la denuncia se establece que Jorge Bustillo obligaba a las jóvenes a sostener relaciones sexuales con él, además de prostituirse con otros hombres.
Finalmente las víctimas lograron huir de sus explotadores e interponer la denuncia que permitió identificar y capturar a los presuntos tratantes de blancas.
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