TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La inseguridad, el desorden, falta de educación vial son los males endémicos que, según habitantes del Centro Histórico y ciclistas, impiden que las iniciativas de ciclovías prosperen en la capital aunque se ejecute una inversión superior a los 100 millones de lempiras para rehabilitar la mítica avenida Cervantes.
En diversos recorridos por el lugar que una vez se conoció como “la calle del cabildo”, EL HERALDO constató que ni capitalinos ni la ciudad como tal, están preparados para el proyecto que fue pensado con la idea de generar armonía entre peatones, conductores y ciclistas.
La iniciativa en los 1.3 kilómetros, que servirán como referencia de presentación para el Centro Histórico de la capital de Honduras donde se incluye un espacio para los ciclistas, ya encontró varios obstáculos como el desorden, daños y robos.
Incomprensión del concepto
Andrés Vivas es un capitalino que en más de 20 años de su existencia y como residente en el centro de la capital, apenas recuerda dos grupos de ciclistas recorriendo la vía diseñada para la movilidad en dos ruedas.
“Aquí no pasa ningún ciclista, los que la utilizan son los motociclistas hasta en contravía y eso es peligroso para los que patinamos o los peatones. Casi somos atropellados, es lamentable y es un gran riesgo”, detalló el capitalino.
El también estudiante de comunicaciones recordó el primer proyecto de ciclovía que se planteó en esa misma avenida, tampoco funcionó y quedó en el olvido porque la zona a su criterio “no es factible”.
“Aquí es el Centro y tiene mala fama, el nuevo espacio que construyen está bien hecho, se recorre bien pero no podemos olvidar la irresponsabilidad de los conductores, vivo aquí cerca y al menos dos choques en esos postes (bolardos) ocurren a diario”, resaltó el entrevistado.
Idea fallida
Durante el 2020, mientras la circulación era limitada por los embates de la pandemia del covid-19, la Gerencia de Movilidad Urbana (GMU) habilitó una ciclovía piloto que recorría desde el distrito hotelero en la colonia Palmira hasta la avenida Cervantes.
Desde ese tiempo, cuando habían restricciones de movilización, la idea de impulsar el uso de bicicletas, incluso en la segunda avenida de Comayagüela conocida como “Calle Real”, no fue vista con buenos ojos por algunos conductores.
Específicamente en el Centro Histórico, las principales quejas eran la reducción del espacio para los vehículos y la eterna invasión de los motociclistas en el área para los que intentaban movilizarse pedaleando.
Según los informes brindados por la GMU de ese entonces, cada día se reportaba un flujo de unos 80 ciclistas, cifra casi insignificante si se considera que para esas fechas según el Instituto de la Propiedad (IP) la capital tenía un parque de 501,560 vehículos.
La idea de movilización alternativa llegó a plantear otras cinco zonas pero al final la poca pintura que se aplicó en la avenida Cervantes no se replicó y se borró con el tiempo hasta que en el 2023, con el inicio de rehabilitación, comenzó a materializarse en infraestructura y con desorden de motociclistas.
Falta de espacios no solo en la capital
Iván Nuñez habitante de San Pedro Sula, ciclista desde hace 14 años, contrastó la realidad de Tegucigalpa con la ciudad industrial y opinó que en Honduras el crecimiento desordenado y la ausencia de un plan de desarrollo urbano que considere las ciclovías.
“La idea en San Pedro Sula quedó en el olvido, por eso nos dicen tercermundistas. La última vez que viajé a Estados Unidos recorrí 60 kilómetros en una ciclovía sin temor a que me atropellaran, en otros países son conscientes y sí funcionan”, contrastó.
Nuñez recordó que durante la administración de Armando Calidonio se habilitó en una calle, que ahora es bulevar, dos kilómetros de ciclovía para conectar Río Blanco con Jaraguá pero la idea no prosperó y ahora donde estuvo la ciclovía hay aceras, ampliaciones de carriles vehiculares o lavaderos de automóviles.
“No tenemos educación vial, por eso mejor practicamos el ciclismo de montaña y no el de ruta, preferimos ir al Merendon, pero tramos en la ciudad no están diseñados para eso. Antes incluso las tiendas organizaban más ‘roles nocturnos’, imagino que ahora por la gran cantidad de vehículos es más difícil”, expresó.
Martín Solorzano, residente de Danlí El Paraíso, también es un apasionado del ciclismo y coincidió en la necesidad de ciclovías y que se respete el objetivo para lo que fueron diseñadas.
“En Danlí no hay ciclovías, pero tenemos la ventaja de hacer bastante bici de montaña porque tenemos espacios como Santa Emilia, es un lugar que aunque hubo asaltos ahora con la presencia de policías los ciclistas tienen más ánimos”, relató.
El entrevistado reveló que otra alternativa utilizada por los que pedalean en Danlí, es recorrer las orillas de la carretera pero el espacio es limitado y en consecuencia la mayoría prefiere las montañas.
“Se necesitan ciclovías pero con educación de las personas, que todos conozcan para que es ese espacio que al final también se puede utilizar para los que hacen ‘runnign’. Miremos Brasil Colombia o Costa Rica que tienen ciclovías y se respetan los espacios”, consideró.
Campañas de conciencia
El director de la Dirección Nacional de Vialidad y Transporte (DNVT), José Adonay Hernández, explicó a EL HERALDO que para que se respeten los espacios pensados para bicicletas, generarán campañas de conciencia ciudadana.
“Vamos a generar una estrategia vinculada con la Alcaldía Municipal para hacer días y horas de bicicletas en esos sectores con el acompañamiento indicado y con todas las medidas de seguridad para alejar el riesgo por otros conductores de vehículos”, adelantó.
Hernández también explicó que dentro de la ley sí se menciona la ciclovía dentro de las clasificaciones de las vías públicas pero con las reformas que se realizarán en la Ley de Tránsito se incorporarán nuevas figuras.
“Estamos trabajando en ella (reforma) recuerde que se requiere la participación de diversos actores. El tema es que hay diferentes lugares que no se consideraban para el desplazamiento de bicicletas, tenemos que recurrir a una reingeniería de la estructura vial para considerar estos espacios”, finalizó.
Benjamín Bustamante, director de Ordenamiento Territorial del Distrito Central, explicó a EL HERALDO que desde un inicio el proyecto se planteo como concepto de “calle compartida”.
“Se pueden llevar a cabo campañas de concientización para crear el respeto hacia los ciclistas y su derecho a usarlas, implementar medidas para hacer cumplir las normas y en caso de que las personas no respeten las ciclovías, se pueden usar medidas como multas, cámaras de seguridad, o vigilancia policial”, indicó.
En cuanto a los daños y robos, Bustamante informó que reinstalarán los bolardos y utilizarán agentes municipales para garantizar que perduren.
“En conclusión, hacer respetar las ciclovías es una tarea de educación, concientización y aplicación de medidas adecuadas para garantizar la seguridad de los ciclistas al transitar las calles de nuestro país”.