Apenas percibía los rayos del sol. La falta de movilidad y la debilidad de sus músculos le impedía hacerse cargo de sí mismo. Sus días pasaban sin compañía y la soledad era su única amiga.
Don Aníbal Aguilar, un anciano de 88 años, estaba solo y abandonado en su humilde hogar ubicado en la colonia Torocagua. Los achaques propios de la edad lo mantenían atado a su cama y a las cuatro paredes de su hogar.
Él acostumbraba salir a la acera frente a su casa a tomar el sol y compartir largas tertulias con sus vecinos, pero un día su presencia se desvaneció.
Preocupados por la suerte del “abuelito del barrio”, los pobladores de los alrededores solicitaron el apoyo de la Fiscalía y el Centro de Día y Reposo (Ceder) para entrar a la casa y poder auxiliar a Don Aníbal.
Con la autorización legal, los residentes entraron a la vivienda del longevo señor y lo encontraron enfermo, desnutrido y casi inmóvil.
Afectados con la escena que observaron, decidieron unirse para mejorar la calidad de vida de su entrañable amigo.
Cuatro familias se organizaron para regalarle los tres tiempos de comida, bañarlo y limpiar su hogar de ahora en adelante.
“‘Hoy por ti, mañana por mí’, ese debe ser el lema de todo ser humano para dar ayuda a quien lo necesita porque el día de mañana podemos ser nosotros los que necesitemos el apoyo de otro”, manifestó Gracila Escoto, una de las colaboradoras de esta causa.
El pasado fin de semana los voluntarios de Ceder decidieron donar sus horas de trabajo a Don Aníbal. 14 jóvenes de los institutos Liceo Centroamericano y Metropolitano de Educación Integral transformaron la imagen del abuelito.
Un corte de cabello, rasurado de barba, pulir la casa y alegrar el corazón del anciano fueron sus metas y las lograron alcanzar.
El médico Francisco Amador, fundador y director de Ceder, llevó además una silla de ruedas que le fue donada por la Dirección del Adulto Mayor del Ministerio del Interior.
“Ya con su silla él podrá salir a ver a sus vecinos, recibir el sol y movilizarse como le guste”, manifestó el galeno.
Además, logró que las autoridades del IHSS brindaran asistencia médica a don Aníbal.
El gesto de la comunidad es una muestra de que todavía existen personas sensibles a las necesidades de los ancianos y que velan por sus derechos.
El anciano padece desnutrición, por lo que su dieta debe ser balanceada.