Tegucigalpa, Honduras.- Cuidar a un ser querido que enfrenta un diagnóstico de cáncer es un acto de amor y empatía, pero que —como todo en la vida— no debe ser en exceso.
Y es que los problemas emocionales que evocan las enfermedades como el cáncer pueden derivar en el síndrome del cuidador quemado.
Este término es, en pocas palabras, un estado de agotamiento físico, mental y emocional que impacta en aquellas personas que se vuelcan completamente en el cuidado de su ser querido, olvidándose, incluso, de ellos mismos, asumiendo, muchas veces, una disponibilidad 24/7, sin descanso ni espacio para ninguna otra actividad.
Este sobreesfuerzo no solo es insostenible, sino que es contraproducente. “Si el cuidador está agotado, su capacidad para apoyar y acompañar a la persona enferma no será completa, ni correcta”, señaló la psicoterapeuta Helen Maradiaga.
Cansancio constante, irritabilidad, problemas de sueño o sensación de estar atrapado en una rutina interminable son los signos más comunes del síndrome.
Y aunque parecen “normales”, debe reconocer que el cuerpo pronto llegará al límite y ese cansancio extremo puede traer serios problemas tanto físicos como emocionales.
“No somos superhéroes; aceptar que necesitamos apoyo no es fallar, es tener responsabilidad con nosotros mismos y con los demás”, dijo la entrevistada, quien sugiere tomarse un respiro sin culpas.
Otras medidas
La experta también recomienda aprender a delegar porque “no podemos ser omnipresentes ni tener el control de cada situación y eso está bien”.
A su vez, enfatizó en la importancia del autocuidado incluyendo pequeñas pausas diarias —salir a caminar, leer un libro, meditar o simplemente tomarse una taza de té en silencio— para reconectar con esa identidad que muchas veces queda relegada en medio de las responsabilidades que implica tener a una persona enferma a cargo.
Aunque si siente que no puede solo, no tema en buscar un acompañamiento profesional adecuado “para que en lugar de deprimirse, pueda crecer aún en los momentos difíciles”, puntualizó la experta.
El peso de las culpas
La culpa es uno de los sentimientos más recurrentes en este contexto, puesto que el cuidador cree no hacer lo suficiente, o se siente mal por pensar en separarse por un momento del paciente, sin embargo, “estos pensamientos intrusivos no son más que un peso que no le permitirá avanzar en su proceso. Aceptar que está haciendo lo mejor que puede es esencial para su bienestar personal y familiar”, subrayó Maradiaga.