San José, Costa Rica
El general Francisco Morazán “es una figura histórica de primer orden” que de haber continuado en el poder hubiese hecho un buen gobierno.
“A Morazán los costarricenses le deberíamos hoy en día muchas cosas buenas, desgraciadamente el tiempo no le alcanzó”, dijo el historiador Raúl Francisco Arias Sánchez.
Arias Sánchez, residente en San José, es un investigador de historia, con doctorado y post doctorado, autor de varios libros y con más de 25 años de experiencia en esta materia.
Llegó con su esposa a la casa de Mauricio Ortiz, invitado por este tataranieto del sacrificado prócer.
El propósito era conversar en familia sobre el tema Morazán .
El equipo periodístico de EL HERALDO se trasladó hasta esta residencia del descendiente del expresidente centroamericano.
El académico hizo un análisis del papel de Morazán en Costa Rica, su labor en el gobierno, sus intenciones y los errores cometidos.
Cinco meses en un gobierno es muy poco tiempo como para hacer una evaluación de lo hecho por un jefe de Estado.
Sin embargo, haber creado un centro de enseñanza, el San Luis Gonzaga, que ahora es de mucho prestigio en Cartago, es una muestra del concepto que, sobre la importancia de la educación, tenía Morazán.
Los Montealegre y Escalante
El historiador considera que las familias Montealegre y Escalante fueron determinantes para la llegada de Morazán a Costa Rica.
Los Montelegre “eran los principales intermediarios para la venida de Morazán. Don Mariano Montealegre, de origen guatemalteco, era el Factor de Tabacos, que era como el ministro de Hacienda del gobierno español.
“Se ligó muy pronto con la élite nuestra, se casa con una viuda de la élite, que tenía mucho dinero, Jerónima Fernández”, cuenta Arias Sánchez.
“De ahí”, agrega el historiador, “surgen los Montealegre Fernández, que estudian todos en Inglaterra”.
Justamente uno de ellos fue quien trajo de Londres el estuche de cuero en cuyo interior se haya celosamente guardada la cigarrera de Morazán encontrada por EL HERALDO y cuya historia aparece en la edición de ayer.
Una vez que Morazán llega a Costa Rica, don Mariano Montealegre se convierte en su principal amigo, en su asesor.
Haber acelerado la reorganización de la Federación Centroamericana, con el peligro de confrontar a Costa Rica con el resto de países del área “esto a los costarricenses nunca los convenció”, refirió Arias Sánchez.
Hizo hincapié en que Costa Rica históricamente ha sido un país pacífico, no fue escenario de las luchas entre liberales y conservadores y eso seguramente influyó para que los pobladores no aceptaran el proyecto de reunificación.
En esas condiciones llegó el prócer a Costa Rica traído “por la élite cafetalera” acostumbrada a exportar café a Inglaterra.
“Esta élite, la misma que derrocó a Carrillo, le dio todo el apoyo a Morazán” y fue la misma, con excepción de algunos, que posteriormente se declararon sus enemigos.
A juicio del historiador Arias Sánchez, “Morazán hizo una serie de decretos, de leyes, que ciertamente fortalecieron toda la vida civil y política costarricense”.
“No se puede medir en términos históricos el aporte de Francisco Morazán a Costa Rica porque en tan solo cinco meses es imposible medir un gobierno”, destacó el entrevistado.
“A él no le dio tiempo de evaluar todo el estado de la situación política, económica, que tenía Costa Rica”.
En este corto período de gobierno tomó algunas medidas importantes.
El historiador costarricense está consciente que el sistema de educación de su país no le da mucha relevancia a la figura de Morazán. Solo reconoce que llegó “como un invasor” pero la verdad de las cosas es que en poco tiempo hizo algunas cosas importantes.
Aprobó una serie de decretos y leyes que le restituyeron los derechos a los costarricenses.
Los errores del prócer
Morazán cometió, como ser humano, algunos errores que al final contribuyeron con su derrocamiento.
Se trató de errores estratégicos que tuvieron su origen en una excesiva confianza.
Por ejemplo, no le dio importancia a la indisciplina de algunos soldados que abandonaban sus armas para irse a las calles, a las cantinas.
“Con el paso del tiempo, lo soldados de Morazán se fueron olvidando del rigor militar y se fueron acostumbrando al licor, a las cantinas, a las prostitutas por las noches”.
“Se olvidaron de sus códigos militares y de su misión que era de mantenerse alerta para proteger la estadía de Morazán” en el gobierno.
Estos soldados, “asumen una actitud pasiva. Se sabe por documentos que las mismas armas que portaban las dejaban en sus cuarteles y se iban a hacer vida social y por las noches totalmente desarmados”, resaltó el historiador.
De esta debilidad se aprovecharon los enemigos de Morazán, los que conspiraron contra él, que en los días previos al derrocamiento se dedicaron a capturar y encarcelar a muchos soldados de Morazán aprovechando que andaban en las calles en estado de ebriedad.
No le dio importancia a “Tata” Pinto y a la Iglesia
Otro error táctico del paladín centroamericano fue no haberle hecho caso a su principal asesor, Mariano Montealegre, quien le advirtió de reuniones secretas que venía haciendo el coronel portugués retirado, Antonio “Tata” Pinto quien, como principal enemigo de Morazán, ya venía preparando el ambiente de la conspiración.
“Tata” Pinto “organiza un golpe de Estado secreto y lo primero que hace es tomar prisioneros poco a poco a los salvadoreños (soldados de Morazán) que están desarmados. Los van metiendo presos, amarrados y el último en enterarse era el general Morazán”, según el historiador.
Otro error estratégico del jefe de Estado Provisorio fue haber debilitado su ejército al mandar al general Isidoro Saget a Puntarenas, a la cabeza de 350 hombres con la finalidad de defender El Guanacaste como se lo había solicitado la Asamblea Constituyente.
La Asamblea Constituyente le había ordenado a Morazán defender el territorio de El Guanacaste, amenazado por Nicaragua. Además, lo había autorizado para reorganizar la República Federal.