TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La Ermita es una aldea del municipio de Talanga en el departamento de Francisco Morazán, cuyo nombre evoca a una capilla o iglesia pequeña, que poco a poco está quedando en soledad.
El destino que los laboriosos habitantes de este sector del país -separada de Tegucigalpa, capital de Honduras, apenas por 52 kilómetros-, es territorio europeo: España, especialmente la provincia de Girona.
Este poblado que está ubicado cerca de los sectores de El Aguacate y Río Dulce del mismo municipio, tiene alrededor de 2,500 habitantes, pero en las últimas dos décadas, el éxodo se ha incrementado, al extremo que ha dejado abandonadas sus pequeñas viviendas que construyeron con mucho sacrificio.
En cada cuadra de la aldea, se pueden observar descoloridas viviendas y que se encuentran en el abandono, con puertas y ventanas cerradas con cadenas y candados.
Mientras que en los alrededores la maleza se apodera de los solares y los candados de los portones de acceso se corroen debido al óxido provocado por la lluvia de cada invierno.
Mely Villanueva, es una mujer nativa y residente en la aldea La Ermita y a pesar de que la mayoría de su familia hace mucho tiempo migró a Girona, ella se niega a abandonar su tierra natal.
“Mi hermana tiene alrededor de 21 años de haberse ido para España y se llevó a sus cinco hijas y cada una de ellas tienen dos hijos”, comentó con tono nostálgico a EL HERALDO.
Con el paso de los años, la familia de Mely se han radicado en España donde han logrado emprender y abrir negocios, por lo que regresan a La Ermita cada dos o tres años.
“Ellos ahora tienen negocios en España: un restaurante, la otra se dedica a repartir paquetes de encomienda y la otra tiene una agencia de limpieza. Se han dedicado a hacer su vida allá y dejaron todo abandonado aquí en La Ermita. Al llevarse a todos sus hijos es porque ya no van a regresar a vivir acá y solo vienen a pasear”, contó.
Al consultarle cuantas personas han migrado hacia España, Mely no vaciló ni un momento y como si llevara la estadística en su mente, dijo con firmeza:
“De aquí de La Ermita en España hay al menos cinco personas de cada casa, ahora se pueden ver casas que están cerradas porque ya no están habitadas por las familias. Se fueron todos y dejaron con candados para irse a trabajar y poder superarse de esa manera”.
Mi familia era muy extensa y solo hemos quedado una tía, una prima y yo, con nuestros hijos cada una. Se fueron casi todos, allaaaaá están en Girona, dice con énfasis en el “allá” como si pudiera medir la distancia que separa a ambos lugares.
La Ermita vacía
Aunque el 60% de población de Talanga, municipio que alberga la aldea en mención, profesa la religión católica, La Ermita se ha quedado sin sus fieles hijos.
Al hacer un recorrido por las principales calles y avenidas se nota que la mayor parte de los pobladores son de la tercera edad, pues los jóvenes ahora residen en España.
Al ver a personas extrañas, salen a las puertas de sus casas y preguntan a los visitantes qué es lo que andan buscando y se muestran muy esquivos, por lo que la mayoría no brinda mucha información relacionada a la soledad de la aldea por parte de sus habitantes.
En lo que sí coinciden las personas que han quedado es que de cada casa de la aldea, un miembro de cada familia ha decidido cruzar el océano Atlántico para ir en buscar mejores condiciones de vida al país europeo.
La muestra de ello, es que, en contraste, también se pueden observar viviendas remodeladas, con excelentes fachadas que han sido construidas con las remesas que han enviado algún talangueño desde España.