TEGUCIGALPA, HONDURAS-. Las proyecciones de disponibilidad de agua potable en las principales ciudades del país y el corredor seco hondureño, no son halagüeñas para los próximas décadas.
El World Resources Institute (Wri, Instituto de Recursos Mundiales) proyecta para 2050 un escenario desolador para los hondureños, pues tendrán que enfrentarse a niveles críticos del vital líquido.
Ciudades como Tegucigalpa, San Pedro Sula, Santa Rosa de Copán, Comayagua, entre otras, serán mayormente impactadas por la crisis de agua que cada vez es más marcado en el país.
Para el caso, en este momento, habitantes de muchos municipios de Honduras ya tienen problemas para extraer agua de fuentes subterráneas. En Santa Rosa de Copán se proyecta que en 2030 la situación será mucho más dramática.
“Nosotros siempre hemos tenido problemas con el agua, ese es un problema histórico en Santa Rosa, pero hoy estamos más preocupados porque la ciudad ha crecido y estamos viendo que hay deforestación y eso lógicamente nos causará problemas en el futuro”, dijo Juan Manuel Maldonado, un ciudadano residente en Santa Rosa de Copán.
Estrés hídrico
El llamado “estrés hídrico” es decir cuando la demanda de agua dulce es más alta que la cantidad disponible en las fuentes superficiales y subterráneas durante un período, comenzará a ser más marcado. Las causas van desde la expansión urbana, agrícola e industrial, hasta el propio cambio climático, gestión ineficiente del agua y la contaminación.
Aunque esta crisis no se desatará de manera súbita, data de hace algunas décadas, sí avanza aceleradamente por la deforestación de los bosques.
El pronóstico es que para el occidente, centro y sur del país, la situación será crítica, los niveles de estrés hídrico, definidos por Wri en la plataforma virtual Atlas de Riesgo Hídrico, serán mucho más altos en los municipios ubicados en la franja pacífica de El Salvador, país que será el más afectado en Centroamérica.
Unos 25 países que albergan a una cuarta parte de la población mundial (entre ellos México), ya enfrentan cada año un estrés hídrico extremadamente alto.
Según Wri, alrededor del 50% de la población mundial (unas 4 mil millones de personas) vive en condiciones de gran escasez de agua durante al menos un mes al año.
Otros modelos advierten de crisis
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), basado en diferentes modelos predictivos, advierte también que en Honduras habrá una reducción de la disponibilidad de agua (en fuentes superficiales y subterráneas) de 41% para finales de siglo, frente a una demanda creciente.
Expertos coinciden en que la única opción que tienen los hondureños para evitar escenarios dramáticos es proteger los bosques, las cuencas hidrográficas y plantar más árboles en áreas rurales y urbanas. Estos, cuando llueve, captan agua y permiten su filtración paulatina hasta los acuíferos de donde posteriormente es extraída y bombeada a los hogares.
Francisco García, quien hace década y media desempeñó el cargo de director noroccidental del Centro de Estudios y Control de Contaminantes (Cescco), considera que algunos municipios, como el Distrito Central, “ya están en una crisis que dificilmente se puede cambiar” a corto plazo.
“Yo soy de San Pedro Sula y fui a estudiar a Tegucigalpa y me quedé trabajando allá. Cuando trabajaba en el laboratorio químico de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica, unos expertos japoneses de Jica (Agencia Japonesa de Cooperación Internacional) dijeron que el gobierno tenía que tomar medidas porque Tegucigalpa tendría graves problemas con la disponibilidad de agua. Eso me obligó a regresar a San Pedro Sula. Lo que ellos dijeron se cumplió, Tegucigalpa ya tiene una crisis de agua”, dijo García.
Para 2030, con la firma en 2015 la Agenda para el Desarrollo Sostenible, Honduras tendría que haber cumplido el objetivo número 6 (de los 17 establecidos en la lista de Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS), el cual lo obliga a “garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos”.
Hasta la fecha los gobiernos de turno no definen estrategias, tampoco ejecutan planes para frenar la explotación ilegal de los bosques y áreas forestadas.