TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Habían cinco bolsas negras con cinco personas muertas en cada una, me invadió el miedo, era mi primera noche en la sala de emergencia del Hospital Escuela. Es mentira que iba a dormir. Solo pensaba en mis dos hijos, pensé que me iba a morir y comencé a llorar, a pedirle a Dios que me sacara con vida.
Y llegué al hospital porque me faltaba oxígeno, pero aún así, por todo lo que había escuchado no me quería quedar, el doctor fue claro, cuando le dije a mi esposo que no me dejara interna, nos dijo, si se van al rato van a volver, pueda que haya más gente, que no la podamos ingresar.
Esas palabras y sentir que faltaba la respiración fue la peor sensación del mundo, una agonía indescriptible, angustia, cansancio, dificultad para hablar, me comenzaron los mareos y la vista se fue poniendo borrosa al punto de perder la noción de lo que está pasando.
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Con más miedo que otra cosa, me dejaron interna en emergencia, y como es el Padre, no sé si fue un sueño o una revelación, pero cuando más me faltó el aliento y comenzaba a desvanecerme, pude ver a cuatro hombres vestidos de blanco con cinturones dorados, mi líder en la iglesia me dijo que fueron los ángeles que envió Dios para cuidarme y no tengo dudas, porque estaba grave y voy logrando salir de este virus.
Por cierto soy Mirna Lastenia Recarthe, esposa y madre de dos pequeños, no sé cómo me contagié de covid-19, si mis cuidados eran tales que prefería no comer en mi trabajo para no quitarme la mascarilla, tampoco me despegaba el gel.
Pero pasó, empece con malestar en el cuerpo, diarrea, tos, perdí el olfato y dejé de sentirle sabor a la comida. Asistí primero a una clínica privada, me vio un internista, yo padezco de espondilitis anquilosante en la cadera y articulaciones sacroilíacas, por lo que no pude optar a los tratamientos para covid-19 y me trataron con analgésicos.
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Según yo, todo iba bien, tomaba té, me nebulizaba, las primeras placas pulmonares salieron bien, pero lo que no sabía es que durante todo esos días me estaba avanzando una neumonía que me dañó completamente un pulmón y dejó secuelas en el otro.
El covid-19 es traicionero, ya habían pasado 16 días, supuestamente iba saliendo de la enfermedad, estaba dormida, apenas iba a ser la una de la mañana cuando me desperté sin aire.
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Así de la nada, cansada, en un ratito ya tenía diarrea, me puse el oxímetro y mi nivel de oxígeno estaba en 77% e iba para abajo, las pulsaciones a 34%, yo no entendía lo que estaba pasando, pero me puse grave estando apenas unas horas antes estable.
El miedo era terrible, era una sensación de muerte y uno de madre solo piensa en sus hijos, y como salí de madrugada, solo pensé que ni siquiera me había podido despedir de ellos y me puse a llorar.
Luego pasé esa terrible noche en emergencia con esas cinco bolsas negras, dolida porque podía ser la persona amada de alguien y estaba ahí simplemente en el suelo.
Fueron muchos días en el hospital, no me faltó la oración, sentía el amor de mis amigos y familia y sobre todo de Dios. Ahorita estoy en terapias, todavía me canso, voy de a poco y puedo decir que vencí al covid-19 de la mano del Padre