Serie 2/2
Ramón Custodio fue durante muchos años el comisionado nacional de los Derechos Humanos (Conadeh) de Honduras, una suerte de institución parecida al defensor del pueblo, desde donde tuvo un papel determinante en la defensa de la democracia y las instituciones representativas durante la crisis política que padeció Honduras en el año 2009. En los años ochenta, durante uno de los períodos más controvertidos de su país, fue un activista muy conocido en defensa de los derechos humanos y también de los hondureños más desfavorecidos.
¿No cree que la imagen de Honduras está muy dañada por esta alarmante cifra de delitos y homicidios que se perpetran en el país?
San Pedro Sula, por ejemplo, en el 2012 fue la ciudad más violenta del mundo, pero desde ese año hasta ahora ha habido una política de seguridad pública en donde se está tratando de reducir la tasa de homicidios, que ya ha bajado algo, tal como revelan las últimas estadísticas publicadas.
Hemos pasado de 86.6 homicidios por cada 100,000 habitantes a 56, una bajada alta y considerable que revela una mejora sustancial. El problema sigue siendo que la corrupción en la Policía es muy alta e incluso algunos agentes han participado en matanzas ocurridas en Honduras.
¿Cuáles son las razones por las que se ha generado la inseguridad en Honduras?
Yo creo que hay varios factores. El primero de ellos es que es un dinero fácil para la gente que no tiene trabajo ni otras alternativas de obtener recursos. La gente se ha vuelto muy consumista y quiere tener todo tipo de objetos que la sociedad de consumo le ofrece. Luego está la corrupción policial, que no afronta estas amenazas que están en la calle. Pero ya le digo que es una conjunción de factores que deberíamos analizar en detalle y que atienden a varios elementos.
¿No cree que este auge de la inseguridad también revela el fracaso de las últimas administraciones de Honduras?
Desgraciadamente, cada vez se menciona a más familiares y gente cercana al núcleo de algunos presidentes como implicados en graves delitos, tales como el narcotráfico y el blanqueo del dinero procedente del mismo. Hay hijos de presidentes capturados infraganti, como el hijo del expresidente “Pepe” Lobo, detenido en Haití por tráfico de drogas. Y otro expresidente, Rafael Leonardo Callejas, está detenido y procesado en Estados Unidos. También hay rumores de otros hijos de presidentes implicados en actividades ilícitas. La criminalidad ha llegado hasta las más altas esferas en Honduras.
Se habló incluso del expresidente “Mel” Zelaya, ¿fue así?
El mayor número de vuelos y avionetas interceptadas que traficaban con drogas en Honduras fue durante su período, todo hay que decirlo, y quedó demostrado que cuando denuncié eso desde el Conadeh bajó el número de vuelos. Pero se abrieron nuevas rutas a través de los dos océanos que tiene el país y también por tierra hacia Estados Unidos y, de paso, hacia México.
¿Y las drogas por dónde llegan a Honduras?
Por todas las vías: terrestre, aérea y marítima. El destino final es Estados Unidos, como la emigración que siempre va de sur a norte.
Hemos hablado de la Policía antes, ¿y la justicia hondureña cómo está?
Muy mal porque en la medida que ha habido corrupción policial los mecanismos para luchar contra el delito han fracasado. Se creó un Consejo de la Carrera Judicial y no fue más que un ente para generar más corrupción. Los integrantes de dicho ente fueron elegidos por méritos políticos y no por su desempeño ético y profesional. Un desastre.
Causó un gran impacto el asesinato de la activista Bertha Cáceres, ¿qué puede decir de este asunto?
Ella era un mujer consagrada a sus creencias e ideas. Su muerte violenta es, obviamente, un asesinato que pone en entredicho la capacidad para investigar el delito por parte del Estado. Ni siquiera los investigadores han sido capaces de dar a conocer los resultados de la autopsia, que nos daría muchas pistas para conocer qué pasó y cómo la mataron. Pero, en este caso, no ha habido un buen manejo ni siquiera de la escena del crimen para desentrañar este crimen. Todo se improvisó y se hizo mal; se alteró hasta dicha escena.
En cualquier caso, ¿tuvo un fuerte impacto internacional, no cree?
Seguimos pagando el alto precio por ser responsables políticos de un supuesto golpe de Estado. Pero también este crimen revela que nadie está seguro en Honduras.
¿Se refiere a que todavía hay una presión internacional contra ustedes?
No se ha superado ese aislamiento internacional al que fuimos condenados sin escucharnos, sino que me atrevería a decir que incluso ha empeorado porque yo mismo en alguno de mis viajes he comprobado cómo nos tratan de mal en peor en el exterior y en algunos organismos internacionales.
Han impuesto un fundamentalismo supuestamente democrático contra Honduras en donde se nos condena sin ser escuchados. En contra de Honduras se impuso la doctrina de que éramos un país golpista que estaba en contra de la democracia, cuando no era cierto, y siempre se respetaron todas las normas democráticas. Pese a que la corrupción ha minado a nuestras instituciones, no es menos cierto que hemos conseguido salvar en Honduras la libertad de pensamiento y expresión en este país. Somos una nación plenamente democrática, le pese a quien le pese.
Usted siempre advierte que todavía hay peligros que acechan a Honduras en el sentido de que puede haber una involución política, ¿es así?
El peligro sigue ahí, en tanto somos un régimen político abierto y los enemigos de la democracia pueden llegar a ser mayoría algún día y ganar las elecciones. Si llegan al poder por la mayoría, algo que yo dudo, habrá que respetar esa decisión, pero también creo que no tienen propuestas prácticas y concretas para resolver los problemas que tenemos en el país.
Luego, en todo el continente, hay una crisis de esa izquierda populista, que es una mezcolanza de ideas con muy pocos principios y valores. Hay populismo de izquierdas y de derechas, que no son más que expresiones de oportunismo político sin aportar nada a las soluciones que necesitan los problemas.