La naturaleza parió la materia prima, pero ellos la transformaron en obras de arte. El brillo del oro atrae a miles de turistas que durante todo el año pagan los 4,000 pesos que cuesta la entrada para hacer el recorrido por los pasillos oscuros solo para encontrarse con un tesoro ancestral, orgullo de los colombianos.
Las 34,000 piezas de orfebrería y 20,000 de objetos líticos, cerámicos, textiles y piedras preciosas pertenecientes a las culturas quimbaya, calima, tairona, sinú, muisca, tolima, tumaco y malagana, entre otros, están en el Museo del Oro del Banco de la República, en la ciudad de Bogotá, Colombia.
Ahí, el visitante se encuentra con exquisitas piezas en oro como pectorales, máscaras, poporos (recipiente indígena para guardar la hoja de coca), aretes, brazaletes, collares, recipientes y cientos de figuras de incalculable valor, trabajadas con una enorme calidad y delicadeza.
Impresionante colección
El museo cobija la colección de orfebrería prehispánica más grande del mundo.
Su finalidad es la adquisición, conservación y exposición de piezas de orfebrería y alfarería de culturas indígenas del período precolombino.
Hay piezas de diferentes culturas indígenas asentadas en ese país antes de la llegada de los europeos, entre las que destacan la calima, los muiscas, la nariño, la quimbaya, la sinú, la tairona, la San Agustín, la Tierradentro y la tolima.
Las piezas más importantes del recinto son la balsa muisca y el poporo quimbaya que, por su gran valor histórico y cultural, están reservadas a la exposición permanente del museo.
Brillante recorrido
Declarada Monumento Nacional y considerada la más importante del mundo en su género, la colección del Museo del Oro del Banco de la República es una estación obligatoria que hay que hacer en la capital colombiana.
Fundado en 1939, por el Banco de la República, el museo cuenta con sala de documentación y préstamo de material didáctico para colegios y universidades, presentación de videos y visitas guiadas.
Un gran porcentaje de sus visitantes son estudiantes, que encuentran en este espacio un almacén que ofrece libros y cartillas sobre orfebrería precolombina colombiana, libros ilustrados y libros de lujo sobre diferentes aspectos de Colombia; también réplicas certificadas de joyas escogidas de la colección del museo y diferentes recuerdos de la visita como lápices y borradores, corbatas y pañoletas de seda italiana, tazas y separadores de libros con diseños precolombinos, entre otros.
Dentro del recinto está también el café-restaurante Museo del Oro, que ofrece un agradable lugar de descanso luego del recorrido por las diferentes salas
del museo.
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El contenido
Cada paso por las salas es un mundo por descubrir. Desde el cuerpo disecado de un hombre prehispánico sepultado con todos sus bienes, esculturas en piedra, hasta las siluetas humanas y las joyas que utilizaban dependiendo su estatus dentro de las tribus.
La mayoría de las piezas de orfebrería que ahí se exhiben eran bienes apreciados por las sociedades prehispánicas, no solo por su significado e historia, sino por el material y la destreza de quienes las trabajaban.
Antes de exhibirse en el museo, muchos de los objetos estaban deteriorados por el uso y tuvieron que repararse con alambres, cintas, remaches o se cosieron los tejidos con hilos metálicos.
Hay mucho que ver ahí, lo que falta es tiempo. Pero si se pudiese resumir qué es el Museo del Oro de Colombia, mi respuesta sería que es un encuentro mágico y brillante con las técnicas de minería y manufactura de la metalurgia antigua, una cátedra del uso de metales dentro de la organización política y religiosa, la ceremonia de la ofrenda y un espacio de promoción de la diversidad y el significado del patrimonio de los colombianos.