Siempre

Rafael Cáceres: La terracota que reinventó a un maestro

“Los excéntricos” es una mirada fresca desde la terracota, pero a su vez, un signo que reinventa la estética del propio artista

FOTOGALERÍA
07.12.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Cuando se anunció la muestra “ Los excéntricos”, tuve dudas. La última exposición de terracotas “Los Xicaques o Turrupanes”, realizada por Rafael Cáceres el 26 de agosto de 1986 en el IHCI, no lo respaldaba, aquella lejana muestra no había aportado nada significativo a la escultura hondureña; su propuesta formaba parte de esa iconografía casi naturalista que caracterizó la época ochentera.

Este nuevo proyecto me impactó por la calidad técnica del trabajo y por el desarrollo formal de las piezas. Allí me di cuenta que estaba ante la reinvención de un artista.

Las relaciones temporales de ambos proyectos

Hay algo que emparenta a los “Los Xicaques o Turrupanes” de 1986 con “Los excéntricos”, muestra inaugurada el 19 de septiembre de 2019 en el Museo para la Identidad Nacional (MIN), ambas están concebidas en terracota; la diferencia es que en “Los excéntricos” estamos ante un ejercicio escultórico más avanzado a partir de la aplicación de esmaltes o envidriados y otros elementos externos que enriquecen estas piezas.

En el plano cultural, “Los Xicaques” y “Los excéntricos” comparten un enfoque “esencialista”.
Jorge Larraín (citado por Rolando Sierra en “De la historia cultural en Honduras”. Revista Memorias 2017.

Vol. 1) sostiene críticamente que este enfoque rechaza el carácter híbrido de las culturas, postulando que las raíces culturales ancestrales son la única fuente de toda identidad.

En el caso hondureño, equivale a decir que la reconstrucción de nuestro tejido social y cultural pasa por ver hacia el pasado sin considerar que la hibridación contemporánea ha constituido nuevas formas de expresión cultural que son constitutivas del ser hondureño.

Este señalamiento que hago respecto a este enfoque “esencialista” no es casual, quizá esta visión en alguna medida haya limitado la posibilidad de un tratamiento más contemporáneo en la expresión formal de estas obras; pero no hay dudas que en ciertas piezas el tratamiento formal busca romper con los parámetros tradicionales con que se ha tratado el “tema” maya.

La estética de los excéntricos

“Los excéntricos” no es un título casual, está ligado al lenguaje antropológico, así se define a los objetos mayas más finos y elaborados, son pedernales con formas extrañas e irregulares y aunque hay referencias a animales, figuras humanas, objetos sagrados o lanceolados (en forma de hoja), las formas poco comunes que adoptó este trabajo usando variedades de xílex, calcedonia y obsidiana, exhiben una habilidad y pericia poco comunes en la estética maya, de allí el nombre de “Los Excéntricos”.

Sin embargo, el título adoptado por Cáceres no obedece a la necesidad de reproducir miméticamente pedernales, de hecho, muchas de sus piezas solo recogen el “estillado” o las ranuras sugeridas por esos cuchillos mayas; el título recoge algo más genérico, se refiere a la extraña y maravillosa sensación que produce toda la expresión escultórica maya.

Se refiere más a una excentricidad cultural que objetual o dicho de otra manera: el objeto maya como descentramiento de una cultura contemporánea sustentada en el objeto industrial vacío y utilitario, en ese contrapunto cultural reside su “excentricidad”.

El proceso de elaboración del proyecto escultórico de Cáceres descansa en los avances de una formidable cocina, en un proceso que linda con lo científico.

Vea: La casa es una historia de amor

Hubo investigación sobre la capacidad de cocción y plasticidad de la arcilla; el trabajo presenta un estudio cuidadoso de engobes y esmaltes; el modelado de las piezas no fue arbitrario, trabajó con placas o planchas en aquellas piezas que presentaban formas planas y con muy poco relieve; la técnica de la trencilla fue utilizada con mucho criterio debido a que la mayoría de las piezas presentaban características aerodinámicas y de grosor muy delgado, por lo que fue necesario levantar las piezas con tiras desde la base hasta la cúspide; hubo un cuidadoso estudio del secado, el desafío fue grande por la complejidad de algunas piezas, de no haber tenido cuidado estas se hubieran agrietado irremediablemente; en fin, sin esa astuta mirada de alquimista, “Los excéntricos” no hubiesen existido.

Incluso, podríamos estar en desacuerdo con el ropaje conceptual del proyecto pero nadie, absolutamente nadie puede rebatir el sustento técnico del mismo; “Los excéntricos” ya se erige como un laboratorio de investigación para indagar en la materialidad de la escultura en terracota hondureña.

Obras como “Big Bang (Origen del universo)”, “Comunicación excéntrica”, “Yacer (aquí están)”, “Ternura del guerrero” e “Ixquic (Joven doncella)” son piezas que representan la majestuosa factura técnica y formal de este proyecto. Todo el conjunto de “Los excéntricos” es sólido, pero hay piezas que apuntan hacia un tratamiento más contemporáneo, la muestra en sí no llega a ser transgresora pero deja indicios serios de que la estética de Cáceres va hacia allí.

Algunas observaciones puntuales

“Los excéntricos” presenta una estética, pero a su vez, una ética, me refiero a la capacidad de Cáceres para renovar su discurso estético; esto es sencillamente ejemplar en un medio donde muchos artistas parecen ancianos manipulando una palanca de lo “contemporáneo” que los lleva en reversa, no por creerse los epígonos de lo nuevo, sino por la falta de investigación sobre estos lenguajes. Cáceres no ha sido pretencioso, con mucha paciencia ha concebido un proyecto que por ahora solo ha buscado competir con él mismo; en ese sentido, Cáceres venció al Rafael de 1986.

Ahora bien, el arte es de retos y Cáceres pronto deberá enfrentarse a sus propios “Excéntricos”, ya no puede esperar 33 años para otra muestra individual. Lo primero que tendrá que hacer es investigar más sobre las nuevas modalidades que ha adquirido la conformación cultural hondureña, esto es básico no solo para él sino para todo artista.

La búsqueda acrítica y romántica en el pasado puede llevarnos a una especie de fundamentalismo sui géneris; es necesario que una mirada desde lo maya dialogue con estos procesos de hibridación que hoy definen una nueva historicidad, es probable que esta nueva visión le permita a Cáceres generar hibridaciones técnicas, matéricas y formales que apuntalen su estética dentro de los lenguajes contemporáneos, es decir, dentro de una transgresión alternativa que nos hable de la grandeza maya dentro de nuevos escenarios histórico-culturales.