TEGUCIGALPA, HONDURAS.- No existe la menor duda de que la electa presidenta Xiomara Castro, flanqueada hábilmente por su esposo y por su hijo Héctor Manuel, no la tendrá fácil para cumplir todas sus ofertas de campaña, desde acabar con la miseria, la corrupción, el abuso, el chanchullo y la narcoactividad hasta revivir la nación harta, consumida y asolada por ladrones multicolores.
Sin escupir el gane de Xiomara Castro, las urnas rebalsaron no solo por ella, sino en contra de extremos descaros de buena pila de cachos y sus aliados que, adrede o no, se peinaron todo a su paso. ¡Descocados! Hablando de decoro, no miraron su inodoro. Por figurines ridículos en TikTok, hasta líderes de Libre fueron azotados. Sufrieron un rotundo insulto popular.
Los electores no están para más mañana o para más pasado, viendo, oyendo y aceptando regímenes despóticos, donde los mozos alaban naderías o tareas de un presidente que desoye la calle. Xiomara Castro, como así vemos, debe sopesar si es más cardinal cambiar el matiz de la bandera nacional a azul turquesa o entrarle de lleno a temas laborales, sanitarios y económicos. Una ociosa colación que Castro de Zelaya y sus cercanos deben apreciar. ¿Qué tan relevante es variar el color del pabellón si nos faltan (por robo) millones de bloques para construir escuelas, hospitales? Lo que resulta ineludible e inaplazable es sancionar a todo aquel con estandarte de corrupto o de traficante de influjos que le hurta la salud y la educación al haraposo. ¡Aterricen!
El mejor ejemplo de civismo es no abanderar ni apañar más ultrajes a la patria, atracada por pandillas de traje y corbatín que cada cuatro años se adueñan del país y tratan inútilmente de ponerse filtros de castos frente a una opinión pública batida de tanto útil al sistema podrido. ¿Qué importa el color de la bandera si el maestro -por codicia- dejó la escuela y se matriculó de inútil en una butaca?
El pueblo está harto de pícaros y de injusticias cocinadas al más alto nivel. Si los votos le confirieron poder en el Ejecutivo, en el Legislativo y en 200 municipios del país es para matar el sucio y no para que medio mundo de la burocracia ande libremente cometiendo fraudes. Devuelva con nitidez y gracia el millón y medio de votos obtenidos. Pruebe poco a poco de qué está hecha.
Recuerde que esas lisonjas son pasajeras y usted, como toda dignataria, pasará a la historia de limpidez o de travesuras. Ver y dejar pasar siempre tiene una costosa factura al capitán del barco. Ahí tiene el más claro y reciente ejemplo de sanción electoral contra chorro de cachos que ni así cambien el color de su bandera, la salpicaron de corruptela.
Que ni grandes, medianos y pequeños de Libre, ni de otros partidos incluso, médicos y docentes que juraron ser látigos contra la impudicia, se infecten en las mieles del poder volviéndose libertinos. Saque su azote femenino a ladrones y narcos. Anule, como así gritó, el nepotismo, el abuso y el enredo. ¡Ah!, y, además, que nunca más, nadie, absolutamente nadie, varón ni mujer, enlode a todo un país por meterse polvo en la nariz.
Sin escupir el gane de Xiomara Castro, las urnas rebalsaron no solo por ella, sino en contra de extremos descaros de buena pila de cachos y sus aliados que, adrede o no, se peinaron todo a su paso. ¡Descocados! Hablando de decoro, no miraron su inodoro. Por figurines ridículos en TikTok, hasta líderes de Libre fueron azotados. Sufrieron un rotundo insulto popular.
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PEINE
Errar es de humanos y reparar, de sabios, pero aquí, en estas tierras, medio mundo se sueña puro siendo impuro. “Nadie es culpable mientras no sea vencido en juicio”, reza una norma de fondillo. ¡Claro! Si nadie es señalado ante la ley, a qué grandote o grandota le impiden aspirar a un cargo público o popular si gozan del aplauso de una justicia injusta, putrefacta, o ¿yo me robé el dinero?Los electores no están para más mañana o para más pasado, viendo, oyendo y aceptando regímenes despóticos, donde los mozos alaban naderías o tareas de un presidente que desoye la calle. Xiomara Castro, como así vemos, debe sopesar si es más cardinal cambiar el matiz de la bandera nacional a azul turquesa o entrarle de lleno a temas laborales, sanitarios y económicos. Una ociosa colación que Castro de Zelaya y sus cercanos deben apreciar. ¿Qué tan relevante es variar el color del pabellón si nos faltan (por robo) millones de bloques para construir escuelas, hospitales? Lo que resulta ineludible e inaplazable es sancionar a todo aquel con estandarte de corrupto o de traficante de influjos que le hurta la salud y la educación al haraposo. ¡Aterricen!
El mejor ejemplo de civismo es no abanderar ni apañar más ultrajes a la patria, atracada por pandillas de traje y corbatín que cada cuatro años se adueñan del país y tratan inútilmente de ponerse filtros de castos frente a una opinión pública batida de tanto útil al sistema podrido. ¿Qué importa el color de la bandera si el maestro -por codicia- dejó la escuela y se matriculó de inútil en una butaca?
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SESO
Por haber sido primera dama, Xiomara Castro está -intuimos- empapada de pensar en simples papadas. A la gente poco le puede interesar el tono de la bandera si su gobierno desentona con la moral y se tiñe de suciedad en una sociedad urgida de cambios sustanciales, creíbles. En estas eras, el colorete es encargo de inútiles con onerosas gargantas. No pierdan el tiempo en minucias. Lo que urge es castigar la bandera de corruptos y tampoco dejarlos entrar a su gestión. ¡Prohibido olvidar!El pueblo está harto de pícaros y de injusticias cocinadas al más alto nivel. Si los votos le confirieron poder en el Ejecutivo, en el Legislativo y en 200 municipios del país es para matar el sucio y no para que medio mundo de la burocracia ande libremente cometiendo fraudes. Devuelva con nitidez y gracia el millón y medio de votos obtenidos. Pruebe poco a poco de qué está hecha.
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PASTEL
Apenas está calentando motores, preparando o ideando cómo armar su gabinete. Rechace a todo aquél arrimado (a) que le hable y le pinte bonito lo que está feo. “La mona, aunque se vista de seda, mona se queda”. En palabras claras, doña Xiomara, a esos (as) adulones que la vayan a rodear, mándelos al carajo, seguro querrán meter su familión con jugosas tajadas en las embajadas.Recuerde que esas lisonjas son pasajeras y usted, como toda dignataria, pasará a la historia de limpidez o de travesuras. Ver y dejar pasar siempre tiene una costosa factura al capitán del barco. Ahí tiene el más claro y reciente ejemplo de sanción electoral contra chorro de cachos que ni así cambien el color de su bandera, la salpicaron de corruptela.
Que ni grandes, medianos y pequeños de Libre, ni de otros partidos incluso, médicos y docentes que juraron ser látigos contra la impudicia, se infecten en las mieles del poder volviéndose libertinos. Saque su azote femenino a ladrones y narcos. Anule, como así gritó, el nepotismo, el abuso y el enredo. ¡Ah!, y, además, que nunca más, nadie, absolutamente nadie, varón ni mujer, enlode a todo un país por meterse polvo en la nariz.
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