TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Durante mis vacaciones de verano papá me visitó en mi práctica de fútbol, él normalmente no me acompaña porque tiene que trabajar. ¡En cuanto lo vi corrí a saludarlo y a mostrarle todo lo que hago en mi lugar favorito, la cancha de fútbol, donde disfruto tanto correr y anotar goles!
La práctica ya casi terminaba cuando el entrenador Lin nos llamó para anunciarnos que él no sería más nuestro entrenador y que llegaría uno nuevo. Yo no entendía nada, no comprendía por qué el entrenador Lin se iba, ¿sería que ya no nos quería o que le parecíamos insoportables?
Ese día no supe qué decirle al entrenador Lin, así que regresé a casa muy triste sin decir ninguna palabra durante el camino. Papá trato de animarme al explicarme que algunos cambios aunque sean dolorosos son buenos para mejorar algunas áreas de nuestras vidas. Amo tanto el fútbol que no puedo imaginarme las razones por las cuales el entrenador se retiró.
Transcurrió la semana y llegó el día esperado, la hora de conocer al nuevo entrenador, solo quería que fuera amable y bueno como el entrenador Lin.
Papá no pudo acompañarme ese día, así que tan pronto llegué al campo corrí donde mis compañeros Ana y Luis a preguntarles si sabían quién era el nuevo entrenador. Ellos secretamente respondieron que no sabían nada, por tanto me senté en la banca más lejana a esperar el momento de conocerlo.
De repente Ana me gritó: ¡Aby, Aby! Ahí viene el nuevo entrenador. Volteé y vi que era mi papá, sonreí. ¡No podía creer que el nuevo entrenador era mi papá!
Papá no solo me ha enseñado a ser más rápida, a anotar más goles y a dominar mejor la pelota. Él me ha enseñado que a su lado puedo ser mucho mejor. ¡Si antes me gustaba el fútbol, ahora me encanta más con mi nuevo papá entrenador!