Mientras policías, militares, fiscales, jueces y agentes anticorrupción se desvelan por derribar a los podridos (as) de la alcurnia burocrática, mentes aviesas sueñan alterar y violar leyes para que no se despoje de sus patrimonios a los corruptos, nomás a los narcotraficantes. No hay duda de que buscan ayudarles de forma microscópica.
Imperdonable que cuando se han dado golpes certeros a la corrupción y a los brazos del bajo mundo, nos vengan unos cuantos con pujos claros para asistir a delincuentes de cuello blanco que, en nombre de los pobres y de la niñez, se han robado el país. “Santificarse” en púlpitos no es sinónimo de que están perdonados por el Altísimo.
Locos
Se idea que al Congreso se llega a legislar para socorrer a las mayorías de todo tipo de males y no para abrigarse en más impunidad. Algunos han perdido la materia gris. Que un profesionista esté turbado por bendecir corruptos y no por construir escuelas, colegios y hospitales, es como hablar de educar sin maestros y de curar con médicos enfermos.
Una cosa es que cualquier persona -fruto de su labor tesonera- acumule fortunas moderadas o profusas por generaciones y, otra, que bandidos públicos se hagan ricos de la noche a la mañana exhibiendo emporios crecidos como la espuma, dándose lujos a costillas de grandes robos con caudales absurdos. Periodistas dan fe de estos abusos.
¿Por qué botar o manchar en un abrir y cerrar de ojos la tenaz lucha contra políticos forajidos y sus esposas pidiendo cambiar estatutos para su amparo? Totalmente inaudito que grupos oscuros –blindados por cierta prensa- tiren al cesto de la basura el valor de hondureños castos y de un gobierno por engrillar a los fétidos de corbata y encaje.
Vivos
Juristas dicen que la Ley de Privación de Dominio es “inconstitucional” porque avala que se quite peculios a “gente inocente” mientras líderes de la oposición refutan la intentona. Pero, ¿qué harían ustedes si estuvieran en el poder? ¿También se pasarían la justicia por el arco del triunfo? ¿Dirían que es ilegal escondiendo lo robado en hoteles?
No hay duda que estamos rodeados de un mar de perversos que se le tiran de tiesos en campaña política y nomás llegan a la butaca muestran su real identidad. Son un tajo de embusteros que aún cree tonto al pueblo, metiéndole gato por liebre. Los mismos que fabrican leyes y reciben encargos para transgredirlas. Es general de pillos.
Nadie es culpable mientras no se vencido en juicio, pero tampoco nos chupamos el dedo con ustedes. Todos sabemos que muchos políticos bandidos se han enriquecido robando con total descaro. En medio de sus “riquezas” aventureras compran castillos, condominios y construyen -con caros arquitectos- edificios por doquier. Dense un paseo por todo el país y verán lo robado.
Chueca
Una reconocida hondureña contrató un bufete en Miami (sacado de circulación por el Departamento de Estado) para adquirir varios inmuebles por la “pequeña” suma de doce millones de dólares. ¿Podrá justificar su fortuna la chafarota? Los gringos saben todo su historial, pero aquí están alegando que nació rica, que la doña no es chueca.
Cada quien anda con su cuento para no dar cuentas de sus colosales robos y, de remate, un catedrático habla de respeto a la ley y la viola. ¿Podrá cambiarse un informe forense acerca de un crimen? ¿Alguien avalaría que una persona murió de cinco disparos cuando en realidad la asesinaron a golpes? Entre cielo, mar y tierra no hay nada oculto.
Pues así son los atracos de un funcionario o de un político. Roba, exhibe sus lujos y luego alega que su tesoro la logró con “el sudor de su frente”. Ahora, los vivarachos (as) buscan –entre amigos y periodistas- colorear leyes para borrar el cuerpo de sus delitos. Avistamos que grupos oscuros sueñan derribar la lucha contra la corrupción y la impunidad.
Las mafias tienden cercos, disfrazan políticos para hacerlos ver como buenos y pagan lenguas para cubrir con filigrana sus infames picardías. Cacarean decoro, pero si los tanteamos seriamente seguro veremos su lado patológico. No caigamos en sus trampas que tuertos no somos.