TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “Me han lanzado tantas flores que creo que me desconozco”, introdujo Candelario Reyes de frente al auditorio que se reunió para reconocer sus contribuciones a las letras, el arte y la educación.
“Soy el curador de este homenaje, pero no me pertenece. Como seres humanos somos resultado de constructos sociales y nos merecemos a otros”, explicó el poeta, educador, dramaturgo, gestor cultural y diplomático, justo antes de comenzar a agradecer a quienes, en sus propias palabras, “lo han traído hasta aquí”.
El salón Eliseo Pérez Cadalso de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM), en el marco del Día del Idioma Español (23 de abril), fue sede de la ceremonia de reconocimiento a la figura de Reyes, en una cita de tono académico que acabó por convertirse en un fraternal encuentro.
Haciendo referencia primeramente a sus progenitores, el agasajado recordó que desde muy niño disfrutaba de escuchar “Las mil y una noches” en voz de su padre, mientras que a su madre aún la atesora como “la mejor defensora de los derechos humanos del mundo”. Además, “la poeta era ella”, dijo.
En su emotivo discurso, que hizo constancia de la autenticidad y humildad de sus palabras, el homenajeado regresó a sus orígenes con ternura y orgullo. “Yo fui el tonto de la familia, pero me quisieron tanto que pude terminar mis estudios. Fui chuña (descalzo) a la escuela. Era vendedor de calle. Mi primer par de zapatos lo tuve en primer curso”, contó.
Pero fue la frase: “La verdadera dueña de este homenaje es mi amor”, dedicada a su esposa “Lupita” (Elena Guadalupe Pérez), quien ha estado a su lado desde los 17 años de ella y 21 de él, y a quien reconoció como “una gran lectora” desde el primer momento, la que selló el momento.
Asimismo, Reyes extendió su gratitud a la familia del Centro Cultural Hibueras, a la Red de Desarrollo Sostenible y los amigos de las tablas que lo han acompañado en su camino. “Los mejores seres humanos del mundo son los teatristas”, dijo, mientras retribuía a Saúl Toro haberle enseñado que “para hacer teatro solo se necesitaba el cuerpo”. “La literatura los teatristas la llevan en el cuerpo”, expresó.
En respuesta a los elogios por su obra, Reyes compartió con gracia “los peores poemas que se han escrito en Honduras, creo que los he escrito yo”, enfatizando: “yo no soy poeta, novelista o dramaturgo; soy profesor”, faceta en la que, según dijo, los recursos más valiosos son “el amor, el juego y el poder de conectar a los estudiantes”.
Por la UPNFM
En memoria a sus épocas de estudiante, Reyes confesó: “A mí me salvó la vida la Escuela Superior de Honduras, donde conocí el primer diamante de mi carrera: la biblioteca, que me permitió llenarme de libros. En definitiva, haber egresado de la UPNFM me sirvió de mucho en la vida”.
Y para despedir su participación, el homenajeado envió un mensaje muy especial. “Yo no los invito a ser famosos, sino a ser felices. Recojo las flores que me han lanzado y las distribuyo entre toda la gente que me ha traído hasta aquí. Por primera vez una academia en Honduras me hace un reconocimiento, y estoy profundamente agradecido”, concluyó.