TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La migración es el fenómeno social más antiguo, ya que mucho antes de la era cristiana, personas y pueblos enteros se movían a lo largo de diferentes territorios por diversas razones.
Entre las particularidades modernas atribuidas a la migración se puede mencionar su carácter global, multicausal y multidimensional.
Estos rasgos son reconocidos por la mayoría de los actores que intervienen en el ecosistema político y de gestión de la cooperación en el tema migratorio, siendo esos actores los países productores y receptores de migrantes (incluida la subdivisión “países de paso”), además de los organismos internacionales que participan en los procesos concernientes a la movilización internacional de personas.
Asimismo, los organismos internacionales han contribuido en gran parte a definir y separar las categorías de las personas que se movilizan: migrante, emigrante, inmigrante, diáspora, comunidad migrante, expatriado, refugiado, desplazado, asilado, con protección subsidiaria, entre otras.
Hasta ahora, esta terminología tiene la función principal de regular las condiciones al momento de otorgar o no un estatus por parte de un Estado o territorio determinado y así ejercer control sobre esa forma de migración, y además está vinculado a la administración y acceso a fondos otorgados por organismo internacionales.
En los últimos años el número de refugiados a causa de la inseguridad y falta de democracias estables en los países de las Américas y de África, especialmente, se ha incrementado.
No son pocas las caravanas de migrantes que se desplazan con la intención de tener acceso a un estatus de refugiado o de protección subsidiaria en países desarrollados.
Esta situación provoca movilizaciones masivas de seres humanos y un tránsito cada vez más peligroso debido al paso por territorios selváticos o por rutas de narcotráfico, donde corren el riesgo de ser víctimas de los delitos conexos a ese flagelo.
Con todo este contexto se hace necesario resaltar que los esfuerzos diplomáticos y políticos sobre la situación migratoria continúan igual, se avanza poco y se discute mucho, sobre todo en las áreas más grises y oscuras, como la construcción de una política pública migratoria común regional para los habitantes de las Américas y otras regiones del mundo con desafíos similares.
En diferentes foros, mesas de diálogo y otros mecanismos se ha demostrado lo difícil que es alcanzar un consenso en ese punto, a menos que dicha política beneficie a los grandes (receptores de migrantes) y el resto; o sea, que los productores y quienes los reciben en tránsito acepten compromisos en orden a una imposición.
Las reuniones convocadas a lo largo de décadas por organismos internacionales, entidades regionales o los diferentes mecanismos de integración, poco han contribuido en liberar a la migración, al migrante y a los grupos de migrantes del estigma que los identifica como problema, como crisis y como un fenómeno negativo, en lugar de darle desde la gestión política, humana y social, una justa dimensión acorde a la realidad, a la historia y a estos tiempos.
Las causas
Lo que ocasiona los grandes flujos de migración no es un misterio, todo ello es evidente; la pobreza, la inseguridad, la falta de oportunidades, las profundas desigualdades y ahora el cambio climático, como para darle otro empujón a la idea que el fenómeno migratorio está rodeado de un aura de tragedia y negatividad.
De esta forma se identifican las principales circunstancias para la producción de migrantes que son poco comprendidos y no deseados.
No obstante, aunque la migración es ocasionada por circunstancias negativas, eso no significa que el o la migrante sea un ser negativo, todo lo contrario, en la mayoría de los casos se trata de personas con una gran fortaleza, esperanza y deseo de superación que se niegan a ser arrastradas por las circunstancias complejas en las que les tocó nacer, crecer y vivir.
Migrantes de lujo
La migración, como todo en la vida, tiene dos caras: si una persona es originaria de un país privilegiado, entonces es un “expat”.
Para los que están de ese lado de la historia, no hay crítica, es precisamente en esa parte del cuento donde los ciudadanos de países desarrollados ejercen el derecho a movilizarse por el mundo sin ser avergonzados, ninguneados y vistos como amenaza.
Quizá en muchos casos migren porque buscan encontrar su lugar en el mundo, como ejemplo, sobran los creadores de contenido del norte y de Europa que hacen negocio y se dan el lujo de viajar por nuestros países haciendo experimento social por donde pasan y viven comodante de los réditos de las redes sociales y sus diferentes productos, todo por “pasear” por el mundo.
Es triste pensar que nuestra gente, a la que sí se la llama “migrante”, perfectamente podría realizar esa misma actividad de “influencer” porque cuentan con las mismas capacidades en creatividad y talento, pero claro, con el pasaporte incorrecto.
Sin embargo, ambos tienen características comunes, por ejemplo, poseen la fortaleza y esperanza suficiente para transformar su destino y la convicción necesaria para tomar el control de sus vidas.
Lamentablemente, con desafíos distintos, mientras a unos se les abren las puertas gratuitamente por ser de un país suficientemente desarrollado; los otros, a los del grupo de los migrantes, ellos deben forzar la entrada valiéndose de toda la oferta de visados y “peros” que se les imponen.
De vuelta a las mesas de diálogo político
Dicha la parte romántica de la historia, es importante tener claridad en algunos de los planteamientos que rodean la migración y que reiteradamente aparecen en las mesas de diálogo político y de cooperación que, hasta ahora, no pasan de ser un proceso eterno de reflexión sobre la necesidad de entender el fenómeno y de ordenarlo de manera que no se incomode a los dueños de todo, con el aval de una declaración conjunta que además de resultar sobrecargada, resulta salida del contexto real.
Hasta la fecha estas reuniones, reflexiones y declaraciones no ofrecen ningún avance sustancial que los migrantes puedan vivir y palpar, en especial los migrantes de los países que presentan desafíos socioeconómicos, políticos y financieros importantes.
Aspiraciones
Los y las migrantes, sin importar la causa que les motiva (siempre y cuando no sea la persecución penal por la comisión de actos reñidos con la ley) deberían tener el derecho legítimo a decidir en donde permanecer y poder integrarse al mercado laboral de cualquier sociedad que deseen.
Una de las prioridades de la política migratoria común regional podría ser que los migrantes no sean vistos como intrusos, como enemigos, como invasores, tomando en consideración que a los migrantes solo se les permite hacer el trabajo que a los flamantes y preparados ciudadanos de los países desarrollados ya les ha parecido poco para sus aspiraciones, sueños y deseos.
No obstante, un porcentaje importante de migrantes cuentan con la formación profesional suficiente para desempeñarse en áreas de trabajo acordes.
No es posible que a estas alturas el concepto de Integración entre países ya sea por regiones, o por relación de afinidad política e intereses comerciales, se concentre en diseñar todos los mecanismos necesarios para facilitar el intercambio comercial de bienes y servicios (unión aduanera, alianzas, como la del Pacífico, entre otras) y que de todo esto las personas tengan ninguna o muy pocas oportunidades de sentirse parte de esos procesos de integración.
No es coherente con los valores alcanzados y que tanto pregona la humanidad en esta etapa moderna.
No es posible que la diplomacia solamente se utilice con el fin de crear mecanismos para proteger los intereses de ciertos grupos, a partir de los conceptos de Integración y Unión.
Esto rebaja, empobrece y subutiliza el valor de la diplomacia. Siempre alguien paga la factura.
Actualmente, los países con más privilegios y desarrollo avanzan hacia la mejora de las condiciones laborales de sus ciudadanos y ciudadanas, y entre los lujos que se piensan dar (algunos ya se los están dando) está el hecho de acortar la jornada laboral de ocho a seis horas, siempre con el clásico cierre diario de las tardes, (típico de Europa).
En el viejo mundo se trabaja poco, lo cual no se condena, con ello persiguen mejorar la calidad de vida de las personas, permitiendo precisamente que sus nacionales tengan “vida y tiempo de ocio”, espacio para sí mismos y sus familias.
Estas conquistas nos deberían llevar a reflexionar sobre cómo es posible que en las Américas y en África, mientras algunos son casi esclavos, con condiciones laborales muy duras e injustas, o se ven obligados a migrar bajo circunstancias supremamente complejas, en países de “primer mundo” donde hay cientos de ciudadanos que no aportan demasiado a la sociedad, se permitan estos privilegios.
Definitivamente las masas de personas explotadas laboralmente en una triste y olvidada esquina del mundo son las que pagan o financian estos “avances” a través del comercio con una mano de obra súper barata, explotada y bajo condiciones financieras severas, con cero consideraciones humanas.
En atención a lo descrito, la migración representa una gran parte de la solución a la crisis de valores y de desarrollo que enfrentarán en un futuro cercano los países más desarrollados, pues el migrante trae consigo el deseo de superación y de trabajo que parece haber abandonado a muchos, claro, no a todos, en los países de los que todo lo tienen al solo estirar la mano.
Es necesario que los políticos de primer mundo, en especial los de derecha, superen la idea de querer migrantes, pero sin derechos, sin posibilidades y sin muchas opciones, con imposiciones y regulaciones que no han querido borrar y que más parecen de la era de la esclavitud.
¿Quién coloniza a quién en estos tiempos?
Hace siglos, cuando se colonizaron y saquearon los territorios de las Américas y los de África sin control alguno (el saqueo ahora es más controlado), y, además se dispuso de sus creencias y de su humanidad, ahora resulta que quieren hacer como que eso no ocurrió, son hechos y una realidad que sucedió, no la deberían negar, tratar de suavizar o esconder.
A estas alturas, son solo hechos y parte de la historia de la humanidad. Tal vez, las migraciones hacia estos países conquistadores y poderosos solo sea una de las consecuencias sociales de lo ocurrido en aquella época, son solo circunstancias y efectos. No hay nada que reclamar.
En una versión moderna, en pleno 2024, dadas las facilidades de comunicación y transporte, el migrante les toca la puerta y les visita sin avisar... Esta forma acelerada de llegar continuará, a menos que rápidamente se construya una política migratoria regional que garantice la creación de mecanismos para lograr un balance en la distribución y acceso a los medios necesarios a fin de vivir con dignidad. Y no hay nada que reclamar.