TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El cáncer social, representado por los grupos criminales, sigue creciendo e impide que los jóvenes con futuros prometedores accedan a una mejor calidad de vida.
Los delincuentes no solo se encuentran en las calles; también están infiltrados en los centros educativos, arrebatando, muchas veces, los sueños de los estudiantes y, en casos más extremos, sus vidas.
El Instituto España Jesús Milla Selva, donde hace dos meses uno de sus estudiantes murió a unas cuadras del colegio, sigue sin recibir la seguridad necesaria por parte de la Policía Nacional, a pesar del incidente y de tener una estación frente al centro de formación de futuros profesionales.
Hoy, las autoridades del centro educativo exponen la inseguridad que viven.
Anael Hernández, director del Milla Selva, comentó: “Últimamente hemos observado algunos peligros, tanto dentro de la institución como en los alrededores de la colonia Kennedy, debido a la presencia de pequeñas asociaciones ilícitas formadas por algunos estudiantes o por aquellos que son reclutados por grupos de maras y pandillas”.
Hernández señaló que el problema no solo radica en la inseguridad; los jóvenes están desistiendo de asistir a clases y, de hecho, este año cientos desertaron.
EL HERALDO acudió nuevamente al colegio para averiguar si las autoridades policiales habían brindado seguridad a los estudiantes, docentes y padres. Sin embargo, la situación sigue siendo la misma: no hay ni un agente en las calles ni en los portones de entrada y salida.
El personal administrativo, que había denunciado que los policías eran “solo fotos”, esta vez comentó que ni siquiera eso se ha visto.
En los alrededores, el miedo impuesto por los grupos criminales continúa imperando, y parece que los jóvenes no tienen quien cuide de ellos, ni siquiera la Secretaría de Educación, como rectora de ellos.
Los padres de familia también denunciaron estar amedrentados por algunos malhechores que llegan a las afueras del colegio