TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La violencia e inseguridad que se vive en el país y que va en aumento se están reflejando en los centros de enseñanza; muchos de los establecimientos escolares en el país han dejado de ser espacios seguros para aprender y se han convertido en lugares donde las agresiones y el acoso imperan entre los mismos estudiantes.
La inseguridad, la violencia y las actividades del crimen organizado se dan en gran parte en los alrededores de las escuelas y colegios de las zonas urbanas del territorio, de acuerdo con estudios realizados por el Instituto de Investigación y Evaluación Educativa y Social (INIEES) de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM).
Esos entornos generan un ambiente nada sano, que al final se refleja en altas tasas de agresiones al interior de los centros educativos, no solo entre estudiantes, sino de estudiantes y padres de familia a maestros.
Un estudio de la UPNFM al que tuvo acceso EL HERALDO revela que, en 2023, en el 8% de los centros educativos se reportó que al menos un docente fue amenazado por estudiantes o padres de familia.
El estudio se realizó en 3,197 centros de los 298 municipios, por lo que si se compara la muestra a nivel nacional, se puede establecer que en uno de cada 12 centros se reportaron amenazas a docentes.
Las amenazas van desde muertes, golpizas y extorsión; y la situación se da más en el tercer ciclo y en las áreas urbanas.
Esas amenazas se convierten en agresiones en el 3.4% de los casos, según el informe, lo que representa que en uno de cada 30 centros, un docente ha sido agredido por un alumno o familiares; las agresiones van desde golpes hasta daños a sus pertenencias, entre otras.
“Los demás maestros no tienen que padecer la agresión para sentirse atemorizados. Muchos maestros trabajan en un ambiente de temor y, en muchos casos, los profesores, debido a ese temor, prefieren evitar las confrontaciones con los estudiantes”, indicó Mario Alas, investigador y coordinador del Observatorio Educativo de la UPNFM.
Esas situaciones de violencia ponen en evidencia la falta de acciones por parte de las autoridades educativas y de seguridad para reducir la violencia escolar, aseguró el experto en educación.
Alas considera que las autoridades de Educación necesitan crear protocolos sobre qué hacer, porque ni directores ni docentes saben cómo actuar ante una situación de violencia. Al contrario, se ven impotentes y atemorizados, porque también sufren agresiones y amenazas por parte de alumnos y padres de familia.
Violencia creciente
El informe denominado “Factores Contextuales: El marco socioeducativo hondureño post pandemia” de la UPNFM señala que año tras año se registra un número creciente de casos de violencia en los centros educativos y sus alrededores.
Revela que el 40% de los directores de los centros educativos de las áreas urbanas manifestaron que hay delincuentes y presencia de maras y pandillas en los alrededores de sus centros.
Mientras el 20% respondió que en el entorno de los establecimientos de enseñanza se da la venta de drogas.
Es decir, que en uno de cada cinco centros en el área urbana, los directores dicen que sí hay venta de drogas en la cercanía de los centros. Eso genera ambientes hostiles alrededor de los centros, según los expertos.
La encuesta que se aplicó a más de 72,000 estudiantes da resultados que requieren atención, pues señalan que la presencia de pandillas en los alrededores de los centros escolares se da en el 11% de los inmuebles, mientras que en el 3.3% se da la venta de drogas a nivel nacional.
“Ese entorno de violencia familiar, de violencia en la calle, en el barrio, y la venta de drogas, al final termina reflejándose en tasas de acoso escolar bastante altas, es decir, los estudiantes se quejan de acoso escolar”, dijo Alas.
El acoso escolar al interior de los centros es crítico. El informe indica que uno de cada nueve alumnos es “obligado a hacer cosas que no quiere”, lo que implica extorsión, llevar comida para otros, robar, e incluso cometer ilícitos, como vender droga en los centros.
Alas explicó que la violencia que se daba en los centros escolares se redujo con la pandemia y el cierre de los centros, pero gradualmente en 2023 y 2024 la violencia volvió a repuntar y cada vez está en aumento.
El 8% de los alumnos reveló haber sido agredido o golpeado gravemente por otros estudiantes.
Trabajo en conjunto
Las consecuencias de las altas tasas de violencia se reflejan en situaciones como la ocurrida hace unos días, donde un menor de edad, estudiante del Instituto España Jesús Milla Selva de la colonia Kennedy, murió a disparos en la cercanía del mismo centro.
Las situaciones de violencia que en años anteriores se han repetido en otras zonas del país, ponen en evidencia la falta de acciones de parte de las autoridades educativas, de salud y de seguridad para reducir la violencia, aseguró el experto en educación.
La situación requiere un abordaje en conjunto con el Ministerio de Educación y Seguridad para la creación de medidas y protocolos para abordar la violencia escolar, y de la Secretaría de Salud que aborde la atención psicológica para los alumnos y docentes que sufren violencia.
Entre las recomendaciones de los expertos para reducir la violencia escolar está el desarrollo de campañas en las que se inculque a los alumnos sobre lo malo de la violencia, así como sus consecuencias.
No obstante, Alas opinó que el abordaje de la violencia no debe ser solo en los centros escolares, pues la misma no se origina en esos espacios.
“La violencia escolar no nace ni se origina en los centros educativos; la violencia escolar en el fondo es parte del elevado índice de violencia social que padece Honduras”, dijo.