Cafetaleros olvidados, sin personal y con bajos precios en Honduras
Para lograr producir un quintal de café se debe trabajar todo el año, pero cuando está listo no hay apoyo para llevar corteros, perciben el precio más bajo del mundo, no les ofrecen seguridad ni capacitación
Cientos de familias, entre adultos y niños, llegan hasta las fincas de café de todo el país para aprovechar la temporada de corte del grano y así ganarse unos lempiras por al menos tres meses.
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TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El carro con doble tracción rebotaba a medida avanzaba por una polvorienta y empedrada calle de tierra, cubierta por una espesa vegetación que era atravesada por brillantes rayos de sol en El Paraíso, El Paraíso.
Al costado de la vía estaban las plantas de café, con las hojas cubiertas de polvo y cargadas de frutos rojos, listos para ser cortados; también había plantas deprimidas, afectadas por la roya.
Ese es apenas el comienzo de un extenso proceso que termina en una taza con un exquisito aroma a tinto caliente.
Compra de Café Vallecillo, decía un letrero, a un costado de la vía en la comunidad de Granadillo, donde a simple vista no había ninguna actividad de corte.
Al entrar a la casa, desde el patio se pudo observar hacia abajo una enorme ladera cubierta por una sábana de hojas verde oscuro que parecía una selva de plantas de café.
Un trabajador dijo que el dueño no estaba, pero luego de una llamada consiguió el permiso para que el equipo de EL HERALDO Plus se sumergiera en la plantación.
A poco metros y paciente esperaba la realidad para mostrar por sí sola el sacrificio que hacen los productores para poder mantener a Honduras en los primeros lugares en exportación de café de excelencia.
“Dijo el patrón que sí, vamos abajo, hasta allá entra carro”, aseguró el hombre calzado con botas de hule, vistiendo una camiseta y una gorra para cubrirse del sol.
El vehículo comenzó a descender despacio por un estrecho sendero, con tramos accidentados hasta llegar a un atolladero de lodo.
“Póngale los candados y la doble al carro, compita, para que salga”, recomendó el obrero al conductor antes de anunciar con una sonrisa: “Ahí están los corteros”.
Eran las 12:30 del mediodía y varias personas estaban sentadas y arrodilladas sobre un plástico negro, sobre ellos las ramas de frondosos árboles y un aire frío que soplaba los refrescaba.
Su melodía de entretenimiento era el silbido de las aves, que observan desde los ramales la faena de los obreros. Por sus manos se deslizaban granos rojos y verdes de café, después de pasar seis horas cortando.
“Estamos en la recorta, o sea, la segunda corta, aquí nos pagan 65 lempiras la lata, porque nos toca separar el café maduro del verde”, expresó Kelin García, con la mirada puesta en el bulto de granos y los dedos pegajosos por la miel que emana de la fruta fresca.
El grupo era toda una familia, ella estaba acompañada de su hijo de unos 14 años, su esposo y una hermana. “Nos hicimos 15 latas hoy, desde las 6:00 de la mañana”, dijo. Esto les permitió ganarse 975 lempiras ese día.
A la par estaba Daniel Espinal, también acompañado con sus hijos: “Uno en un día bueno de corta se hace de 15 a 20 latas, de 900 a unos 1,300 lempiras, pero hay que volarle entre todos”, aseguró.
Sacrificio
Al regresar por el mismo camino, a la finca iba ingresando don Francis Vallecillo: “¿Cómo están? Disculpe que no estaba, andaba dejando un café en el beneficio”, expresó con educación el señor.
Para don Francis tener los cortadores es una bendición, porque aparte de luchar con problemas como pestes de la roya, los altos costos de los fertilizantes y los bajos precios al momento de vender la cosecha, tiene que andar por todos lados buscando mano de obra.
Aseguró que este año se está vendiendo menos y pagando más al mozo, porque el año pasado la primera corta se pagó a 55 lempiras la lata y la repela a 60.
Este año está a 60 la primera corta y la repela a 65. Para lograr tener corteros, todos los días los va a traer a sus comunidades en la madrugada y en la tarde los lleva de regreso.
Además, busca trabajadores de otros departamentos y les da casa, en algunos casos la comida, que la pagan con una lata de café al día.
La situación es igual en Las Limas, Alauca, El Paraíso, cerca de la frontera con Nicaragua, donde el café se arranca a granel y las manos no ajustan, los productores tienen miedo de que se pierda el grano.
Rosa María Cortés, mientras supervisaba el peso del café que hacía su hija, quien apuntaba en una libreta lo que llevaba cada cortero, aseguró que el problema es la falta de mano de obra.
Al no haber mano de obra hay mucho café que se pierde, porque están solos, las autoridades se dedican a contar las cifras que genera este rubro, pero no llevan asistencia técnica, seguridad, capacitaciones ni campañas de empleo para la gente que quiera ir a cortar.
Otro productor condenó que las autoridades nunca se han interesado en visitarlos, para coordinar por medio de la Secretaría de Trabajo ferias de empleo y ofrecer a la par seguridad, ya que hay mucha gente que tiene miedo de ir a las montañas.
En el recorrido el equipo de EL HERALDO Plus no encontró militares ni policías resguardando las zonas productoras, por eso mucha gente no va, tampoco existen cursos o jornadas de capacitación para personas interesadas en aprovechar este trabajo de temporada.
Mantener un café de excelencia no se hace desde la oficina, requiere sacrificio permanente, en el cuidado de las plantas, cortado, despulpado y secado del café que debe quedar en un 12% (seco) para ser exportado.
Fredy Pastrana, presidente de la Comisión Regional del Café en Olancho y El Paraíso, condenó que cada año es la misma queja, porque se necesitan aproximadamente 500,000 cortadores a nivel nacional y solo consiguen un 60% aproximadamente.
Condenó la parsimonia del Estado y de organismos como el Instituto Hondureño del Café (Ihcafé), del Fondo Cafetero Nacional y de otros que solo esperan cuantificar las cifras al final de la temporada y las divisas que este rubro deja al país.
Ahora los cortadores de Nicaragua, El Salvador y Guatemala casi no llegan tampoco, porque muchos han creado sus fincas y también están cortando, compitiendo con Honduras.La proyección del Ihcafé es que en la cosecha 2022-2023 se producirán alrededor de 7.1 millones de quintales a nivel nacional.
Lo lamentable, expresó Pastrana, es que no es valorado el trabajo de los productores, que apenas sacan los costos, porque el café de Honduras es el peor pagado a nivel internacional.
Países como Costa Rica tienen 83 dólares arriba de la bolsa (de Nueva York) y el café de Honduras apenas llega a 25 o 27 dólares, cuando es el mismo café o de mejor calidad, pero se desconocen cuales son las razones de que les den ese precio.
Para entender cómo funciona la comercialización: la semana pasada la bolsa de Nueva York estaba a 160 dólares, a esos 160 dólares se les suma el diferencial positivo, que son los 25 dólares, llegaría a 185 dólares, a eso le restan 35 dólares de las rebajas de Ihcafé y de los comercializadores, quedando a 150 dólares, es decir, un precio de 3,750 lempiras el quintal oro.
Pero si el diferencial fuera de 50 dólares, recibirían 500 lempiras más por quintal, permitiéndoles recuperar su esfuerzo, ya que el costo de producción es de unos 130 dólares por quintal, apenas recuperan la inversión.
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No están recibiendo lo que se merecen
Los productores de café de Honduras desconocen las razones del porqué reciben el precio más bajo en comparación con los demás países de la región, evidenciando la falta de acción por parte de las autoridades.
Considerando el alto costo de los insumos, más el proceso de producción y preparación, los caficultores reciben un precio muy cerca del punto de equilibrio, que anda cerca de los 3,000 lempiras por quintal.