TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “Yo me caí varias veces, por eso ando estos raspones. Vi muchos muertos, cuando pasábamos le tapaba los ojos a mi hijo para que no viera eso porque es feo, mucha gente queda así por todos esos animales que uno tiene que esquivar, y que nunca antes habíamos visto”, expresó Alejandra Villalta, una migrante venezolana que atravesó la selva del Darién en busca del “sueño americano” porque en su país nativo solo sufre de carencias.
La misma situación le ocurre a centenares de familias de Venezuela, Colombia, Ecuador y otros países que cruzan el temible “Tapón del Darién”, también conocido como “infierno verde”, que es una región selvática y pantanosa ubicada en la frontera entre Colombia y Panamá.
Esta selva es capaz de convertir el sueño de un migrante en un verdadero “desafío de sobrevivientes.”
De acuerdo con informes de organismos internacionales, son varios riesgos los que deben enfrentar los ciudadanos al cruzar el Darién, entre ellos sobresale la mafia.
Hay bandas dedicadas al narcotráfico, otras al contrabando y existen guerrilleros y paramilitares: estos grupos suelen robar las pertenencias y la comida de los migrantes y atacan a quienes cruzan el Darién por territorios de su dominio.
También están las enfermedades y lesiones. Por ser una selva, hay muchos animales, deben sufrir de picaduras de insectos y contraer malaria o dengue, se exponen a lesiones cutáneas por picaduras y a fracturas por las extensas caminatas en suelos húmedos y resbaladizos.
Incluso, centenares de especies de animales e insectos habitan la selva. Ambientalistas y testigos reportan la existencia de serpientes, alacranes, jaguares, pumas, cerdos salvajes y zorros.
También deben de cruzar por al menos 4 ríos. Hay un cruce que es tan peligroso y donde han fallecido tantas personas que los migrantes y guías lo bautizaron “El Río Muerte”. Según autoridades es el río Turquesa, donde suelen aparecer los cadáveres de quienes se han ahogado en el Darién.
Asimismo, las lluvias dificultan las largas caminatas, embravecen los ríos, humedecen los suelos y dificultan la visibilidad, así como interrumpen los descansos.
Igual la poca visibilidad que habita en la selva, pues la tupidez de la selva impide ver dónde nace o se esconde el sol, por lo que ocurren extravíos.
Según cifras oficiales de la autoridades panameñas, uno 331,213 migrantes han cruzado el Darién en lo que va el 2023, una cifra que evidencia el imparable y desbordado flujo migratorio a pesar de las advertencias sobre los peligros de este tránsito.
