Miguel de Cervantes concibió a El Quijote citando “un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme”. Ese sitio no era Toledo. No. Toledo es tan inolvidable como para ser mezquinos en no querer recordarlo.
Antiguo corazón del imperio español y ubicado en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, la ciudad presume de monumentos históricos, vestigios arqueológicos y calles estrechas y empedradas que detienen el tiempo para los visitantes.
Una colina encumbra los encantos del centro histórico de Toledo, mientras el río Tajo lo abraza con sus aguas mansas. En suelo, una muralla resguarda el legado de la ciudad imperial.
El casco urbano antiguo se recuesta sobre el imponente río, formando un pronunciado conocido como torno del Tajo. Este torno no cierra y es la única entrada natural con que cuenta la ciudad y que la conecta con la ciudad de Madrid y Ávila.
El río Tajo no duerme en su ardua tarea de proteger el casco histórico de Toledo. Una enorme muralla se suma a tremenda misión.
Esta mágica ciudad que se remonta a la edad del bronce tiene la particularidad de compartir retazos de tres religiones: cristiana por la conquista romana, la musulmana -heredada de la invasión árabe- y la judía, sobreviviente desde los primeros asentamientos.
Sus iglesias, mezquitas y sinagogas en una perfecta y pacífica convivencia también le otorgaron el título de la “Ciudad de las tres culturas”.
De ahí que la grandilocuencia de Roma se fusionara con la sobriedad árabe. Por un lado tenemos grandes templos, como la Catedral de Santa María de Toledo, en contraste con las accidentadas y espontáneas calles.
La ubicación estratégica también situó a la ciudad en el centro de los enfrentamientos, por eso tiene una marcada huella bélica evocada en el Museo del Ejército, situado en el Alcázar, una fortificación en la punta de la colina. Hay que subir al lugar más alto para descender en un viaje a las guerras libradas por el reino español.
El famoso museo rinde memoria a los caballeros de la antigua España y el recinto reúne vestigios de cuatro épocas: romana, árabe, cristiana e imperial.
Un viaje al pasado...
Todas las edificaciones revestidas de color metal evocan la industria metalúrgica que ha sido su base económica.
Entre esos edificios destacan el monasterio de San Juan de los Reyes, gótico isabelino del siglo XV, y la catedral de Santa María, de estilo gótico del siglo XIII.
La ciudad mantiene estrictas normas urbanísticas en el casco histórico para preservar su historia, aunque conviven diferentes estilos de arquitectura. Un ejemplo de ello son los elevados y hermosos edificios de piedra bien conservados que detienen el tiempo en Toledo.
Las termas romanas son otro de los vestigios de los sistemas de suministro de agua de la época cuando el territorio estuvo bajo dominio de Roma.
Las calles estrechas y empedradas son un viaje al pasado de una ciudad pujante. Es tan común que en los negocios haya una figura del Quijote de La Mancha como un custodio de las inversiones.
En realidad, sobran las razones para que la Unesco declarada el lugar Patrimonio de la Humanidad en 1986.
Y aunque el lugar de Cervantes todavía es incierto, los escaparates de las tiendas de Toledo son el lugar perfecto para exhibir figuras del Quijote, Sancho y caballeros armados. Para que la quieran recordar siempre.