Con bailes y canciones absurdas idean remediar, como siempre, miles de problemas. Unos, sin pudor, “juran” ser el “cambio” frente a un electorado que, harto de mentiras, se mofa de sus ridiculeces. ¿Cambio? Tal vez de uñas nada más.
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Difícil descifrar si los aspirantes nacieron o perdieron el cerebro en pleno adelanto, ante duros retos económicos (recesión, desempleo), sanitarios y climáticos que obligan ineludible y de forma urgente a reducirlos con agallas, decencia, relegando su ego, fantasías y falacias. El intenso caos no se arregla con palabrerío estúpido o con estúpidos ebrios por el poder.
Nadie se traga o se ciega con discursos de los años 80, de esos de “Te prometo…” y nos mete hasta su amante en el podio. La de nunca acabar con políticos que, si no se van, hay que mandarlos a volar. Solo en campaña saltan “pintando” muros de casas cayéndose o colocando pinches láminas. “El mal se cura con metal… tu techo es un hecho” y el robo está hecho.
Costos
Pinches y falsos cariños salen onerosos. Cada cuatro años, más corrupción, desempleo, narcotráfico. Escándalos de atracos al fisco con una sociedad y “clase empresarial” que urge cambios o cambiar el color del gobierno y, al final de cuentos, cada grupo es una célula de pus. Pandilla roja, azul, rojinegra, verde… todas tienen sus cómplices sumamente peligrosos.Cada nación es “gobernada” por mafias, unas más poderosas que otras. No obstante, casi nunca están totalmente fuera del control leonino en la pila de negocios pactados entre políticos, gobierno, financieros. Aquí, gozan del apoyo de ciertos periodistas útiles, frescos, lujosos y “galanes” encargados de enredar al vulgo necio y embelesado. ¡El país al revés por quienes “juran” tenerlo al derecho!
Empero, ningún achaque general ni mucho menos la trágica pandemia detiene la codicia desmedida de quienes a cada momento saltan ofertándose como “salvadores” del futuro incierto del que también se sueñan adivinos, sabelotodo. Si no se alteran ante Dios ¿qué crítica sana puede quitarles el sueño? No hay tales de que uno y otro es el “cambio” si son del mismo albañal.
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No es posible ni mucho menos tolerable que el electorado erre una y otra vez y luego busque excusas o culpe a otros de su propia desgracia. En estos caminos todos nos conocemos. Sabemos quiénes son o no delincuentes en el ámbito político, económico, con brazos de prensa encargados de montar y encender desbarajustes, cargando sacos de pisto maldito, pero “el delincuente soy yo”. Entre bandidos nos entendemos, así nos embolsamos tu dinero.
Nomás un repaso a los últimos veinticuatro años, seis regencias al hilo y la respuesta es terminante. Nuevos ricos, más pobres, más impunidad y descaro, un país cuarteado y ningún grande (empresario, político ni voceros) preso por nada, ni siquiera por joder. Claro, la cría de veinte años podría ignorar este sumidero y elegirlo en lugar de botarlo.
Vivos
Lo sustancial es que la mayoría está ahí, buscando el poder o retenerlo a costa de lo que sea, principalmente a lomos de sus adictos. No hay ninguna duda de que todos le llevan hambre al Estado. Lo fácil que resulta robarle millones los pone altivos, retan hasta el coronavirus. Les importa un comino la vida propia y la del prójimo. Su codicia no tiene límites ni escrúpulos.Reculamos un poco más, a la cinta de campaña del extinto Carlos Roberto Reina con su eslogan “El pueblo al poder” que propuso 50,000 casas a los pobres y la única construida fue su mansión comprada gracias a unas bolsitas de café. Ahí “murió” el hombre de la casona del barrio Abajo.
Otro, se ufanó que urgía y con su gente hurgó libremente el Banco Central de Honduras (BCH). ¡Barrió y trapeó!
Nos cayó otro que juró un “Cambio ya” y ahora anda como un maniático ofreciendo “Todos por el cambio”. ¡Desfachatado! Habla y exige moral y se peinó medio país con todo y su familia. El más reciente dijo que “Va” y aún no se va. Sus caras hablan pudor, pero tienen hedor. Ahí están todos los días, alabados por cierta prensa sanguinaria, “el delincuente soy yo”. Sus uñas los delatan, son las mismas, no tienen ningún cambio. ¡Prohibido olvidar!
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Soles
Por estas tierras donde todo acto de corrupción queda enterrado, los únicos sobrevivientes son los corruptos en campaña, jurando decoro.Hora
Nada mal sería que un día, tal vez no muy lejos, miremos, por fin, un grupo de políticos, empresarios y sus lenguas viperinas en prisión. Algún día.Olé
Olé ¡Honduras sigue marcando la diferencia! El 75% de rostros a cargos de elección popular son los mismos de hace dieciséis años. ¡Qué primor!Soplos
Unas damas tiradas de muy pulcras no quieren dejar las butacas de la burocracia. De contar dinero robado ahora contarán votos. ¡Suertudas!DE INTERÉS: El artículo de Octavio Carvajal: Duchos pero tontos