Siempre

El artículo de Octavio Carvajal: ¡Delincuentes!

Seguimos igual que hace 100 años, sometidos a fuertes robos de políticos y empresarios tapados por limpios cronistas, mientras le rezan a su “dios”

19.07.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Aquí es común ver y oír a galanes, entre políticos, empresarios, periodistas y aquellos estirados de la sociedad civil, cacarear y exigir decoro siendo, sin duda, otra recua de delincuentes, tratando de tapar sus abusos, desde ocupar puestos con jugosos salarios estatales, hasta dotarlos de policías y militares “por verlos en peligro” y no como peligrosos bandidos.

Golpea cuando de un lado y de otro se honran. Inmundos soñándose tersos en micrófonos tratando de engañar, hablando de “dios” al gentío si muchos (as) tienen corona de ser un virus mortal. Con total descaro roban jurando decencia. Hablar de narcos, corruptos, asaltantes del erario es el plato fuerte de todos los días, pero no todos los que critican son dignos.

Pajas

Del oficialismo- como en todos los gobiernos- total atentado y descoco. Del régimen de los insignes Manuel Zelaya Rosales, Porfirio Lobo Sosa y el actual Juan Orlando Hernández Alvarado (dos al hilo) nuestros oídos han explotado por serios escándalos de corrupción, caprichos, desórdenes y, como siempre, el cansado palabrerío de castigar a sus actores.

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Y nada cambia porque cada cuatro años los mismos de siempre, de un color y de otro, nos salen con la misma canción de que son el “Cambio”, mientras el cambio está a casi 25 lempiras por dólar. Así cargamos y pagamos la cruz de sus fechorías. Por una cuarta de codicias de un patrón malandrín asaltaron cínicamente el Banco Central de Honduras. ¡Prohibido terminantemente olvidar!

Luego, pactaron, bajo sombras de un “golpe de Estado”, la llegada de otro que, a su modo cerril y sonriente, toleró un rosal de atracos hasta despedazar el Seguro Social en complot con empresarios feroces y unos cuantos periodistas (los mismos de siempre). Fue otra vena de orgías sin precedentes, pero para ciertos financieros “el tarifado soy yo”.

Sorber

Se chuparon Hondutel, Conatel, las tierras del Ina y… la Secretaría de Relaciones Exteriores la mudaron en un nido de pancistas, embrujados con lo fácil, jugosos sueldos, endosando a la mujer, a la amante, a los hijos y a una torre de familias de linaje echadas para toda la vida a lomos del Estado. De chongo, placas consulares para sus radares. Todo en el nombre del padre… y del pisto.

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Así va todo en la actualidad. Nada cambia para bien ni para progreso. Solo cambian los tiempos, las caras y las uñas. Los robos son iguales o más colosales. Son corrales que apestan a cuarta, a quinta y hasta sexta generación de pervertidos. No hablemos más de corruptos ni de capos. Todo es más hojas que tamal, como si fueran juicios donde se protegen con medidas prostituidas o cautelares, sean políticos, empresarios y periodistas, entre ristra de bandidos vistos como plausibles.

Si nadie está preso es porque, al fin y al cabo, todos niegan ser de la misma cloaca o, porque las ratas, con brillosos micrófonos, son primos, hermanos, queridos o muy íntimos de intocables funcionarios. Lastimosamente, vivimos en tierras de justicia infértiles donde el bandido habla de moral y, de paso, el Ejército y la Policía sirven para proteger a temibles delincuentes de seda.

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