'Caliente y sensual”, “un filme que herirá su sensibilidad”, “estrictamente prohibido para menores”: así se anunciaban las cintas eróticas en los cines de Honduras. Eran los años no higienizados por Hollywood y las multisalas, era la época del erotismo: filmes que excitaron y perturbaron a un público hambriento de experiencias sensuales.
Ni hoy ni antes estas películas han necesitado exhibir en acción las partes “nobles y sentimentales” para lograr su propósito, a veces basta una mirada para incendiar un cuerpo. Lo que importa es sugerir, darle al cinéfilo un entremés enseñándole suficiente carne para emocionarlo, pero sin darle, nunca, el plato completo.
Los diez filmes de nuestro top de hoy pertenecen a la noble estirpe del cine erótico. Tal vez muy pocos estén entre los favoritos de los críticos, pero todos figuran en lugares destacados en el perverso corazón de los adictos al cine.
1. Vixen
Sexo y manipulación: los pasatiempos predilectos de la gente de campo. Vixen Palmer, aburrida de vivir en el frondoso bosque canadiense, decide entregarse a frondosos hombres y mujeres. Nadie, ni sus familiares cercanos, escapan de su rapacidad.
El director estadounidense Russ Meyer, famoso por su fijación con los pechos femeninos, convirtió en objetos de deseo a Lorna Maitland y Tura Satana antes de rodar “Vixen” (1968), su primera película redonda (sin ánimo de hacer juegos de palabras). La protagonista Erica Gavinse se come la pantalla y se lleva por delante a medio reparto. Como casi todo el cine de Meyer, “Vixen” es barata, maniática, divertida y veloz.
2. La loba de las SS
“¡Tienes el honor de acostarte con una oficial alemana!”, le dice Ilsa a un prisionero del campo de concentración que ella dirige. Los métodos de Ilsa escandalizarían al propio Hitler: castiga con la castración y la muerte a quienes no satisfacen su descomunal apetito carnal. Para relajarse, somete a las prisioneras a las torturas más bárbaras.
Nueve días tardó Don Edmonds en dirigir “La loba de las SS”. Dirán que nadie hace un buen filme en tan poco tiempo y el propio Edmonds lo aceptaría, pero esta cinta de 1975 no nos interesa por su calidad, sino por la frecuencia con que la voluptuosa Dyanne Thorne olvida la conveniencia de llevar encima algo de ropa. Ilsa es la hermana espiritual (y nazi) de Vixen. Algo raro había en el agua que tomaban algunos cineastas de aquellos años.
3. Fairy in a cage
Los japoneses son gente interesante. El poderoso juez Murayama, por ejemplo: en su tiempo libre se entretiene encerrando hermosas chicas en su cárcel privada para escenificar sus retorcidas fantasías carnales. La deliciosa señora Kikushima es su siguiente víctima.
Los “pinku” son productos japoneses incomparables. La exquisitamente perversa Fairy in a cage (1977) tiene las características de los mejores “pinku”: dura menos de 70 minutos y está situada entre el erotismo, el sadismo, el suspenso y el horror.
Su director, Koyu Ohara, con 50 películas en su currículo, es un celebrado y afortunado obrero del género.
4. La criada
¿Hay algo peor que un hombre casado que se acuesta con su criada? Sí: una criada que se acuesta con el hombre casado que la contrató. Ese es el punto de vista del millonario Hoon, su esposa y su suegra al darse cuenta de que Eun-yi está esperando el hijo de Hoon.
Los tres transformarán la vida de Eun-yi en un infierno. A estas alturas de nuestra lista resulta evidente que algunos cineastas relacionan el sexo con la muerte o el mal. El brillante director coreano Im Sang-soo lo emparenta con la tragedia.
“La criada” (2010) es una telenovela convertida en una película sobresaliente. ¿Para qué ver 100 horas de televisión monótona cuando uno puede excitarse -y a veces estremecerse- con dos horas de buen cine?
5. Emmanuelle
El ocio es la madre de todos los vicios. Ese dicho parece hecho para Emmanuelle, quien visita en Tailandia a Jean, su rico y condescendiente esposo. Emmanuelle tiene tiempo de sobra y lo emplea siguiendo la sugerencia de Jean de buscarse amantes de todos los sexos y edades.
Esta película (1974) de Just Jaeckin tuvo un inmenso éxito a pesar de la ola de porno “duro” de los 70.
Como otros filmes europeos “suaves” de la época, “Emmanuelle” busca atraer al público refinado con paisajes exóticos, fotografía luminosa y la elegante música de Francis Lai, pero sin el cuerpo desnudo de su protagonista, Sylvia Kristel, la cinta de Jaeckin no tendría ni la mitad de su poder de seducción.
6. Sexo y zen
La risa y el sexo son como el aceite y el agua, dijo alguien: nunca se mezclan. Sin embargo, el director hongkonés Michael Mak y la bien dotada actriz Amy Yip demostraron con “Sexo y zen” (1991) que el erotismo y la comedia pueden amancebarse sin que ambos pierdan su vigor.
El lujurioso erudito Mei, infiel por naturaleza, quiere poseer a todas las vírgenes de la ciudad. Con ayuda de un ladrón y un brujo, Mei adquiere, literalmente, el poderío sexual de un caballo. Parece ficción (y en el fondo lo es): la atrevida y loca “Sexo y zen” está basada en un libro chino escrito hace cuatro siglos.
7. La viuda negra
Pueblo chico, infierno grande. Los chismes y maledicencias llevan al padre Feliciano y su ayudante, la voluptuosa Matea, a atrincherarse en la iglesia del pueblo, y ya se sabe lo que puede pasar cuando un hombre y una mujer en buen estado de salud se quedan encerrados durante demasiado tiempo.
La película mexicana “La viuda negra” sorprende juntando tres talentos dispares: el duro Mario Almada, astro del cine de acción; la agraciada Isela Vega, siempre dispuesta a quedarse en cueros a la menor sugerencia del guión, y el director Arturo Ripstein, célebre por sus cintas complejas y dramáticas.
El resultado es una película única que premia con un par de memorables secuencias al aficionado al cine erótico.
8. Placeres impropios
“Tráeme las pantimedias con mariposas estampadas y el libro de interpretación de sueños, aunque ya sabes que siempre sueño con tener sexo”: eso le dice a su novio la bella y descocada Carla, quien busca apartamento para estar juntos, pero para lograrlo tendrá que pasar por varias alocadas aventuras con mujeres y hombres.
Russ Meyer idolatró los pechos y Tinto Brass, el trasero. En “Placeres impropios” (2000), el italiano Brass, autor de la infame “Calígula”, repite su fórmula: traseros desnudos, escasamente vestidos y reflejados en espejos, y, por qué no, también otras partes del cuerpo femenino.
Brass transforma la cámara en el ojo taimado de un mirón impenitente y feliz. El prolífico Pino Donaggio reemplaza en la música al maestro Riz Ortolani, colaborador habitual de Brass.
9. Las mil y una perversiones de Felicia
La juventud de Felicia: una época idílica de juegos, descubrimientos, perversidad y lujuria. Paul y Gabrielle aceptan hospedarla sin saber que la chica tiene excitantes planes para los dos.
“Las mil y una perversiones de Felicia” (1975), como otros filmes eróticos franceses de los 70 y 80, tiene al menos dos versiones. La primera contiene únicamente desnudos y sexo fingido, y la segunda incluye todas las variantes del “porno duro”.
Nos quedamos con la primera, que solo muestra lo necesario para encandilar al espectador. La diminuta Béatrice Harnois (Felicia) hizo un puñado de cintas eróticas antes de casarse y retirarse.
10. Assault! Jack the Ripper
Muchos pasamos por relaciones problemáticas y obsesivas, pero ninguna como la de Ken y Yuri. Empleados de restaurante, descubren por un accidente (de tráfico) que el crimen es el combustible de su motor sexual.
Assault! Jack the Ripper (1976) es otro estimulante y violento “pinku” producido por la compañía japonesa Nikkatsu, la misma de Fairy in a cage.
Sigue al pie de la letra la exitosa receta del “pinku”: metraje corto, depravación, violencia, japonesas voluptuosas, antihéroes, narración fluida, rápida y eficiente. “Un obsceno y delicioso bocadillo” ha llamado la crítica a este filme del talentoso Yasuharu Hasebe.