Siempre

De la sombra a la piel del mármol

“Sombras de mármol” es la nueva serie de Daniela Lozano, en la que se distancia de la religiosidad para acercar su lente a una mirada estética que redime la vida frente a la muerte
29.11.2022

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Iniciamos este trabajo que denominamos “Sombras de mármol” cuando Daniela Lozano me informó que la gestora cultural Pamela Chávez la había incluido en el proyecto de la obra teatral “El cuervo”, poema de Edgar Allan Poe, que puso en escena el grupo guatemalteco La Maleta Producciones, la idea era que las fotografías de Lozano formaran parte de la escenografía de la obra tal como sucedió en Ciudad Guatemala el 31 de octubre de este año; en este mismo proyecto también participó la artista Gina Benítez, ilustrando con sus pinturas la obra teatral ya señalada.

Para concretar el proyecto, decidimos registrar la iconografía escultórica del Cementerio General de Comayagüela, deseábamos encontrar un diálogo que nos conectara con una atmósfera del “más allá”; luego el fotógrafo Moisés Godoy nos dijo que le interesaba el proyecto en su dimensión estrictamente fotográfica para ser exhibido en Casa Quinchón el 2 de noviembre, es decir, dos días después de la exhibición en Guatemala.

El proyecto que preparamos para Casa Quinchón le dio un giro al enfoque que concebimos al inicio y, de aquel “más allá” que nos acercaba a la obra de Edgar Allan Poe, sobrevino la idea de presentar “un más acá”, es decir, un enfoque más vivencial o quizá más secular del Cementerio.

Necesitábamos distanciarnos de esa religiosidad de la muerte, en ese sentido, Lozano acercó su lente para direccionar una mirada estética, buscando en las esculturas formas que redimieran la vida frente a la muerte; esa belleza no es fortuita: se trata de secularizar mediante la fotografía esa religiosidad que concibe la muerte como fin, quizá esto fue lo que más angustió a Edgar Allan Poe: la imposibilidad del amor ante la muerte de su amada.

Ese “más allá” de lo imposible es invertido por Daniela Lozano en una imagen de lo vivible; nos olvidamos de la muerte y vemos cómo en cada imagen el mármol se independiza de la tumba para irradiar una luz que sondea la calidez de las formas, de esta manera, los monumentos de la muerte se convierten en formas armoniosas, en plegarias fotográficas de la memoria, la ausencia se materializa en presencia de lo artístico, es decir, en imagen de lo vivido.

Del tormento de la muerte pasamos a la piel del mármol, a ese claroscuro que permea todo sufrimiento en un altar de formidables esculturas.

Lo religioso escultórico pasa a otra dimensión: a lo antropológico secular. La soledad, la melancolía y lo sobrenatural dejan lo fantástico y pasan a ser un diálogo con lo cotidiano.

La memoria de lo humano se sobrepone a lo fantasmal, la fotografía de Lozano facilita esa transición, ya la narrativa no se mueve “sobre héroes y tumbas”, al decir de Ernesto Sábato, estamos frente al doble espejo de la memoria: el recuerdo y la imagen fotográfica.

Del cementerio pasamos a una galería de mármol, con un collage de tronco y flores marchitas. Las esculturas ya no son más la iconografía de la muerte, son objetos artísticos con vida propia: lo religioso escultórico se trasmuta en arte, en ejercicio fotográfico.

Quizá este proyecto de Daniela Lozano sea la confirmación de la máxima de Stendhal: “El arte será una promesa de felicidad”.

Solo el arte es capaz de transformar el dolor en una energía de vitalidad capaz de renovar la continuidad de la vida.

El autor

Carlos Lanza

Sus ensayos se han divulgado en revistas nacionales e internacionales. Ha publicado varios libros sobre arte y literatura. Sus estudios han profundizado en los lenguajes o expresiones del arte moderno y contemporáneo hondureño. Con sus investigaciones se funda la crítica de arte profesional en el país.